Capitán Sancho Zapata de Mendoza, Maestre de Campo

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Capitán Sancho Zapata de Mendoza, Maestre de Campo

Дата рождения:
Смерть:
Ближайшие родственники:

Сын Sancho Jacinto Rodríguez de Zapata y Martínez и Leonor (Catalina) Centeno y Rendón Sarmiento
Муж María de Figueroa Mudarra y Brizuela
Отец Sancho Francisco Zapata y Mudarra, Sargento Mayor; Gaspar Zapata Mudarra; Josepha Francisca Zapata de Mendoza; Theresa Zapata de Mendoza; Cathalina Zapata de Mendoza и ещё 3
Брат Gaspar Zapata de Mendoza
Неполнородный брат Josefa Manuela de Rojas Centeno

Менеджер: Private User
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About Capitán Sancho Zapata de Mendoza, Maestre de Campo

Maestre de Campo Gobernador interino y Comandante de armas de la Provincia de la isla de Margarita nombrado en 30 de Octubre de 1688 Alcalde Ordinario de Cumaná para 1710. Encomendero

Historia Caracas Salvada en Las Aves y el secuestro de Don Sancho Zapata de Mendoza por los corsarios franceses en 1677.

Por: Juan Ernesto Montenegro

A comienzos del año 1678, el Conde d’Estrées, Vicealmirante de la escuadra francesa en las islas occidentales, organizaba una poderosa flota de dos fragatas y una armada de 15 ó más buques de guerra, zarpando el 7 de Mayo de éste mismo año para ir contra los Holandeses en Curazao (aunque otra versión de la historia habla de una invasión a Caracas-Venezuela). Pero ésta es la historia fascinante que te mencione... que continuará .......... vale la pena, que continues...

En cuaresma de 1677, el marqués de Maitenón llega con su fragata "La Sorciere" y once bajeles armados hasta los dientes, desembarca en la isla de Margarita y, sin perder tiempo, sube a La Asunción. Los vecinos que pueden, huyen hacia los montes llevando sus pertencencias más valiosas, y paliques de sotana esconden las joyas eclesiásticas. La furia gala se apodera de los invasores y plaza y templo se llenan de imprecaciones en francés e inglés; el saqueo se generaliza; se toman rehenes para que vuelvan las riquezas ocultas vanamente, y cumplida la jornada, se ceban los bandoleros de Haití y de La Tortuga en orgías y raptos.

Después del saqueo pone proa Maitenón hacia el poniente; no se atreve a detenerse en La Guaira, porque sus informantes le han advertido que la gente de Caracas está en guardia y es aguerrida; continúa hacia el oeste, y baja sin ser sentido; toma un camino que sólo conocen baquianos y espías, por lo que sorprende a Valencia, donde repite su hazaña de pillaje y robo. Toma lo que puede: valores, cacao y esclavos y consumando lo que el quería hacer aparecer como un recto acto de guerra, se aleja con el producto del hurto y del ventajismo, hacia los corredores del Caribe. Llevaba consigo prisioneros; en la isla de Margarita había aprehendido a Don Sancho Zapata, hijo del oficial de la Real Cámara; Don Diego Sáenz de Rojas. Sin proponérselo, el cautivo conoce sucesivamente; La Tortuga, Granada, Nieves (sic), San Cristóbal, Martinica. En aquel crucero obligado, le fue necesario aprender algo de francés, y seguramente, los métodos que utilizaban los filibusteros de La Tortuga para hacer hablar a sus prisioneros: la simpatía y la chanza; el vino; el hierro. Siete meses pasó Don Sancho en aquel curso intensivo de navegación por el Caribe.

Además de la inolvidable aventura en la que estuvo constantemente a pique su vida, se enteró, necesariamente, de los terribles planes que habían fraguado los franceses para destruir a Caracas. Cuando fue liberado en la isla de Trinidad, pasa inmediatamente Don Sancho Zapata a la isla de Margarita, donde revela los planes que había urdido la marina francesa aliada con los piratas ingleses que pululaban en aquel antro de La Tortuga, y que a pesar de las amenazas del gobernador de Jamaica aceptan, a cambio de una buena parte de presa, los papeles franceses que les hacían miembros de su armada.

El proyecto consistía en reunir en la punta de Pichiguao, al norte de la isla de Santo Domingo, no menos de veinticuatro bajeles, cuatro de gran tonelaje y el resto de mediano tamaño pero muy poderoso en lo que se refería a su capacidad destructiva. La armada descendería hacia el sur, pasaría por el corredor que separa las islas Aves, de Los Roques, apostaría una o dos naves frente a Cabo Blanco para distraer la atención de los caraqueños, mientras el resto de la flota torcería por cabo Codera, para anclar en la bahía de Higuerote. Allí desembarcaría su ejército, pasaría al Valle del Oro, luego al de Guarenas, del cual seguirían sin ser sentidos al de Caracas, donde darían buena cuenta de la ciudad, que desde hacía mas de un siglo, se había convertido en una presa codiciada por los depredadores del Caribe. Cuando el plan destructor se conoció en Caracas, se puso el pueblo en pie de guerra; se iniciaron, en seguida, los trabajos para levantar una ciudadela en las inmediaciones de la Puerta de Caracas, se cerraron y atrincheraron los caminos y se destacaron vigías en la Sabana del Oro, Chuspa, Caruao, Panecillo, El Fraile, San Faustino y Tuazana, Hosma, Los Caracas, Agua Salada, y en cada una de las puntas y salientes de la costa hasta las playas de Morón. Los dueños de las haciendas atenderían al sustento y cubrirían los sueldos de los vigías. Si era de día, estos harían tantas señales de humo como barcos avistaran, y si de noche, igual número de fogatas.

A comienzos de 1678, el almirante francés, conde d'Estrées, había formado una escuadra de casi treinta naves fuertemente artilladas: unas provenían de ST. Kitts, otras de La Tortuga. Sólo monsieur de Pouancay, en el asiento de Haití, aportaba mil hombres, Grammont contaba con cantidad similar, y así otros, que sumados a los bucaneros y piratas que pugnaban por tomar parte en aquella prometedora incursión, formaban un ejército de varios miles de hombres con inmensa capacidad destructiva. Jamás Caracas se había visto amenazada por un peligro de tales dimensiones; y realmente, si los planes de d'Estrées se hubieran cumplido, quizás no habría quedado nada de ella.

La flota desciende para acercarse a su objetivo, pero al pasar junto a Las Aves, encallan varios barcos en los arrecifes; se dan señales de alarma, pero mal interpretadas, hacen que el grueso de la flota y los navíos de gran calado se monten sobre los filos de los cuchillos de coral, perdiéndose lo más importante de la armada. Mueren algunas decenas de hombres; flotan los barriles de brandy y de vino que son cobrados por los piratas que presenciaban aquel gran naufragio; al contemplar tal desastre, el almirante parte hacia Haití y luego a Francia, dejando lo que quedaba de la flota en manos de Pouancay; este hizo más tarde, lo mismo con Grammont, quien, una vez recuperado lo que fue posible rescatar, se vuelve al escondrijo de sus ensenadas, jurando que volvería intentar la soñada invasión. Fue así como Las Aves, apacible barrera de coral, destruyó la flota francesa, triunfando en una batalla que Caracas no podía ganar; y como, en adelante, fue tan temida por los piratas del Caribe, como la fortuna y el arrojo de los caraqueños.