Dr. Pedro Figari Solari

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Dr. Pedro Figari Solari

Birthdate:
Birthplace: Montevideo, Montevideo Department, Uruguay
Death: July 24, 1938 (76)
Montevideo, Montevideo Department, Uruguay
Immediate Family:

Son of Juan Figari Di Lazaro and Paula Solari
Husband of María de Castro Caravia
Father of María Elena Figari de Castro; María Margarita Figari de Castro; María Delia Figari de Castro; Juan Carlos Figari de Castro, Artista; Mercedes Figari De Castro and 3 others
Brother of Rosa Figari Solari and Enrique Pío Figari Solari

Occupation: Célebre pintor
Managed by: Private User
Last Updated:

About Dr. Pedro Figari Solari

Pedro Figari Solari (n. Montevideo, 29 de junio de 1861 - † íbidem, 24 de julio de 1938) pintor, abogado, político, escritor y periodista uruguayo. Una de las figuras más destacadas de la pintura latinoamericana, perteneciente a la escuela postimpresionista, caracterizado por su carácter polifacético y su voluntad americanista.

Contenido

1 Biografía

2 Derechos de autor

3 Notas

4 Véase también

5 Enlaces externos

Biografía  

Su obra está aislada como la de ningún otro artista nacional precisamente porque fue convencidamente uruguayo, por haber desarrollado su alto intelecto en exploraciones de una cultura rioplatense, un caso de rara cultura por el esencial dominio de los ingredientes más propios y la sabiduría que emana de su expresión que corre como linfa sin esfuerzos. La vida de este pintor, como la de todo creador genuino, tiene sus características singularísimas. Entre las de Figari se destaca su radical cambio de ubicación social y oficial, que constituye una excepción en la existencia de sus notorios compatriotas. Califica Ortega y Gasset al intelectual de hombre "preocupado", para el pensador español el político es el hombre "ocupado". Figari desempeñó las dos actividades, pero puede decirse, si nos atenemos a la más objetiva apreciación de su quehacer, que ha invertido los períodos tal como la lógica establece y la vida ciudadana los suele ordenar.

Harto frecuente es el hombre inquieto de ideales o simplemente de nombradía, en busca de vocación, comience por escarcear en las letras o en labores artísticas para luego abandonarlas por la prédica partidaria del político. La verdad es que el hombre opina con más facilidad cuando se encuentra requerido y movido por las eventualidades de los sucesos públicos; más difícil y de mayor esfuerzo mental es la labor del artista sumido siempre en la investigación de nuevas formas, únicamente incitado por sí mismo. Figari describió la trayectoria opuesta.

Hombre evidentemente social, gozó en su juventud de la simpatía de los triunfos. Primero fue un abogado, recibido a los veinticinco años en la Universidad de la República, sobresaliente en el derecho penal como defensor de inculpados en causas célebres de su tiempo, como el caso Almeida;[1] letrado del Banco República; funcionario en el alto cargo de Inspector de Escuela de Artes y Oficios del país, donde por sus directivas quiso ensayar el estudio del desarrollo decorativo de los elementos de la fauna y flora nativas; político del Partido Colorado que ocupara la banca de representante nacional por Rocha y después por Lavalleja. Toda esa actividad social que cumplió tan destacadamente, llegando hasta abarcar la diplomacia, fue vivida por Pedro Figari con un parejo interés por las actividades intelectuales del puro y gratuito ejercicio.

Fue ensayista de la belleza en su libro Arte, Estética, Ideal publicado en 1912, testimonio de la inquietud de sus problemas creativos más generales. Autor de razonamientos sobre belleza o manifestándose sensiblemente como los poemas "El arquitecto" (1930), su pensamiento fijado en palabras forma una notable unidad con su plástica, ya que sus libros pueden ser leídos en su pintura. Los escenarios de largos horizontes en los que los seres se integran en el paisaje señalan el credo panteísta como el mensaje último de un artista filósofo. Comprendiendo como pocos en que grado las artes representan la sabiduría del pensamiento humano, supo compendiar todas sus ideas fragmentadas en actividades múltiples en la unidad visual del cuadro pintado. En su ecuación personal, la pintura iguala la suma de numerosas experiencias en el trabajo constante y variado de persona culta. Confiarse así como lo cumplió, con entrega total a las artes, tan llenas de incertidumbre, tan difíciles para los juicios definitivos, tan proclives al descontento íntimo de quienes las ejercen; darse enteramente a soltar sus preocupaciones después de haber realizado un acto heroico.

Porque este inteligente personaje que conformaba muchos adeptos a su derredor sabía que por ese tránsito se ubicaba en cierto modo frente a esa sociedad en el lugar incómodo del inconformista. Al iniciar decididamente su entrega a la pintura, la conciencia debió serle clara sobre el destino futuro, pues no podía ignorar su inmersión voluntaria en el descrédito ante los círculos y mundo oficial en que actuaba, el abandono total de los halagos fugaces y de la suspensión en su país por un largo lapso de su condición popular de prohombre, todo lo cual sucedió. Por otra parte, hasta el momento de su decisión hacia la pintura, los círculos artísticos a los cuales iría a integrar no le estimaban más que como aficionado, como persona destacada, brillante que amaba la pintura.

En consecuencia, era un aficionado, un "amateur" distinguido. En general el artista plástico profesional es condescendiente con el hombre ilustrado; más aún con el universitario que le muestra sus obras. Tiene para él palabras de estímulo, le concede fácil halago y ha de reparar en menos defectos que el crítico, pero siempre y cuando no pretenda salir de esa categoría del pintar como entretenimiento.

En una correspondencia del año 1919 enviada al pintor José Cúneo para felicitarlo por unos recientes cuadros expuestos, Figari se coloca en una situación de "dilettante". Comprensivo admirador de otros pintores, declarándose en categoría neófita no reciben sus pinturas combativas negaciones, como tampoco se divulgan sus méritos. El estigma del aficionado le acompañó en la consideración ajena más de lo debido; su título universitario molestaba la estimación profesional de su pintura. Se llamó repetidamente ingenuo a el! el más docto y culto de la pintura rioplatense, el artista que trabajó sobre una organizada visión intelectual -por comprensiva- de su medio, a la vez que altamente artística.

Candombe 1921. Oil on canvas 75 x 105 cm Private Collection, Buenos Aires.Cuando Figari estructuró toda la creación de su arte tras larga meditación y paciente recato, fue a Buenos Aires a producir. Allí vivió cuatro años pintando sin reposo. Del ejercicio salió su incomparable estilo, porque en la pintura también la mano piensa. Figari desde Montevideo parte con su vocación ya marcada y al instalarse primero en Buenos Aires (1921-1925) y luego en París (1925-1933) más que buscar el sustento de ideas procura aspirar al aire inteligente de la comprensión. Creación y producción. Figari separó perfectamente estos dos tiempos de la obra de los artistas, que establecen distinciones definitivas y que en el presente tienden a confundir por el apresurado deseo de uniformidad de expresiones, considerada como conquista del artista moderno. Todo horizonte que presenta un pintor señero es recorrido inmediatamente por multitud de colegas de todos los países sin conciencia de temores.

Es verdad que el tiempo universal del arte moderno permite que hoy se mire a esos soles de frente no bien amanecen, como es cierto que en otros momentos anteriores se contentaban los pintores colectivistas con dibujar las espaldas de los astros en declinación. En una rápida actitud para la liberación de dudas y eliminación de las angustias y tedio de las esperas por las nuevas expresiones del devenir, se consume con apresuramiento en una hora de entusiasmo lo que debería ser producto de más larga convicción. Apenas capacitados para la identidad en la apariencia creativa -desde luego inédita, brusca, llamativa, poderosamente diferenciada como ocurre con los cambios evolutivos en las artes actuales- con urgencia que sobrepasa todos los asombros, el artista produce. Su adhesión es tan total que es imposible detenerlo en sus ansias. Ya no investiga: produce en esa nueva devoción, nada aporta ni matiza a la expresión que lo imanta; su pasado, su ayer inmediato, otro culto anterior lo retiene: produce en la nueva manera y repite 20 o 30 veces un mismo ejercicio para cumplir la exposición personal solicitada y responder a las invitaciones de los cada vez más numerosos certámenes nacionales e internacionales con rostro diferente.

El igualismo expositor que hoy vemos en las exhibiciones personales y aún colectivas, estuvo en épocas transcurridas en el producir del pintor mercader sin sabia ni ingenio y es hoy algo curioso, y a nuestra manera de ver bastante lamentable que se constituye en práctica de artistas inquietos, algunos ciertamente valiosos. Diríamos que de los "especialistas en temas" se ha pasado al "especialista en expresiones", cambio muy peligroso porque entraña confusión en valores más altos. Cuando el arte moderno aún no había cosechado consideración más que de una minoría de vigorosos sostenedores de sus necesarias virtudes de renovación, el proceso de arribo al momento de la producción, cuando el artista suelta el discurso en la improvisación absoluta pero eficaz, era más lento.

Consciente de sus posibilidades formativas de expresión, le será así permitido al artista una producción sin límites que participara toda ella de la comunicación auténtica, sin caer en la repetición o plagio de sí mismo. Si la creación requiere una concentración y aislamiento del artista, la producción se condiciona y facilita por una incitación externa o, mejor aún, por la toma de conciencia de que existe un interés de verdadera comprensión por lo que expresa. Figari en tren de divulgarse, de apoyar el factor extensivo de su mensaje, de ejecutar las necesarias aplicaciones de sus descubrimientos, de abrir la riqueza de sus variantes, se dirige a Buenos Aires y allí se instala.

Pedro Figari.Va en búsqueda de un ámbito propicio que le permita producir, sin rebajar la condición de libertad en el arte. Es difícil que una expresión inédita como la suya, especialmente si es cosmópolis importante, ciudad acústica, se sabrá comprobar sus resultados expresivos como autónomos y también advertir la verdad de la forma nueva, sin que le perjudique el achaque de extravagancia con que puede juzgarlo la opinión de su comarca. Querer encontrar en ese mismo ámbito un apoyo para seguir expresándose, pronto hubiera sido caer en un conformismo y resignación de sus más bellas condiciones de creador.

Los temas de Figari -no el tiempo expresivo- eran ciertamente afines a los usados por artistas argentinos, y allí completa su repertorio con interpretaciones de motivos propios del país, como el episodio de "Barranca Yaco", del retrato del personaje literario "Don Segundo Sombra" y las danzas provincianas. Encontró en Buenos Aires un medio, una "élite" culta, acogedora, pero lo suficientemente reciente en el contacto del artista para apreciarlo como versión totalmente inédita y respetarlo en su virginidad interpretativa. Una "élite" de alta napa de la sociedad bonaerense lo sostiene y alienta. Algunos literatos intuyen su gran aporte a la cultura ciudadana.

Un crítico amigo de los pintores de vanguardia, más brillante panfletista que certero de juicio, lo niega y lo befa por su "doctorado", pero el saldo entre estímulos y rechazos, afirmaciones y negaciones, es totalmente favorable, porque no son pocas las inteligencias que llegan al meollo mismo de la intención del creador y le es suficiente a cualquier artista comprobar que se advierte como cumplida la que fue su intención inicial. Se reconocía la veracidad de su nuevo estilo, lo que aportaba como renovación expresiva para una temática cuyo objetivo documental comenzaba a fatigar. Su primera exposición en Buenos Aires en 1921 marca una fecha en la misma evolución de la cultura argentina, considerándosele como precursor evidente del movimiento "Martinfierrista". Asegurado el interés del hombre culto de Buenos Aires, Figari fue a afirmar sus propósitos expresivos en Paris. Esos mismos argentinos y el uruguayo Jules Supervielle le han de ayudar para ubicarse en la capital de Francia. A la "Escuela de Paris" perteneció y dentro de ellas al neoimpresionismo. Su pintura ciertamente influida por Edouard Vuillard y Pierre Bonnard, marca aportes a esa tendencia de los "intimistas" franceses no solo en el incuestionable interés de sus nuevos motivos, sino también en la presencia de esa citada síntesis que es traducción válida hasta hoy, de la mayor sencillez y juventud continentales. Figari es uno de los iniciales y más conspicuos representantes de un momento de la pintura latinoamericana, después del período documental, que le reconocemos como la etapa de investigación de un contenido local.

En lo colectivo, es un momento en que el arte de América del Sur se ve invadido por los pintoresquistas y los cultores del tipismo. Figari se aisló en su posición; nada reprodujo, nada subrayó: todo en su pintura fue un comentario. El comentario de Figari, lejos de ser pirotecnia propagandista del folclore era solera y prosapia rioplatense; una historia usada, sabia e íntima. En Buenos Aires, Paris y un último año, en 1934 en Montevideo, cuando cesa de pintar dejando amontonados a su muerte dos mil quinientos cartones pintados, es que se realiza su largo relato. Cada cartón suyo es una palabra de ese enorme mundo experimentado por este, sin duda, insólitamente culto pintor. Ese hombre universitario y de letras, redactor de ensayos filosóficos, se convierte en el visualizador por excelencia. Visualizador es el acto psicológico de pensar en imágenes. Es el gran visualizador. En el apurado dibujar de sus cartones, los arabescos están facilitados por los movimientos de su mano, cuya muñeca gira como "pivot" de increíble huelgo que va describiendo sus invenciones incesantes.

El iniciador de la pintura uruguaya Juan Manuel Blanes, discípulo de la Academia Florentina, formula enteramente su arte; antes de transcurrir un siglo, Figari se presenta como la antítesis del viejo pintor, con la desformulación más total.

En menos de un siglo de existencia, el dibujo uruguayo recorre desde los vasos de los caballos de la "La escolta del General Máximo Santos" de Juan Manuel Blanes, todos iguales, hasta las cuatro patas de cualquier potro clinudo de Pedro Figari, todas diferentes.

Como dibujo Figari creó el suyo, tal los armonistas de su época, aquellos impresionables ya citados que fijaban resoluciones sorpresivas, solo atentos a sus ocurrencias. No tenía este dibujo, resabio alguno de la noción académica del acabado perfecto. Es el dibujo de Figari individualista en grado sumo, desformulado al extremo, pero el más convincente para su propósito, el más preciso para imprecisar formas y detalles en su deseo de recordación poética del pasado sin caer en las anacrónicas reconstrucciones, para poder fundir cualquier relato suyo en el plano de la leyenda que es la que hace cierta la relación de las cosas del pasado. De aquí asemejándose los cuadros de los últimos años por temas, armonías, señalización de horizontales o disposición de las figuras en friso, siempre se ha de notar en la interpretación pictórica de su mundo figurativo una nueva ocurrencia o metáfora de su pincel, que le quita o le anula la posibilidad de ser calco o repetición.

Figari - bien lo afirmaba el artista en todas sus conversaciones- tuvo su tema, cuyos motivos son todos innegablemente parecidos al escenario del Río de la Plata. Bastante fácil es comprender que en este aspecto solo puede interesar al uruguayo o al argentino, pero los temas en pintura empiezan a ser válidos desde las mismas creaciones de los artistas y no por méritos referenciales que solo atraen a la gente local; lo que importa afirmar es que Figari creó su tema: "El país del Doctor Figari" (nombre de un film sobre su obra) y que la narración de ese folklore íntimo del artista interesa a todo el mundo porque se le comprende como extraído desde dentro del pintor y no como captación externa o pintoresca de las cosas reales.

Falleció el 24 de julio de 1938, el mismo día que falleció el escritor Carlos Reyles.

Derechos de autor  [editar]Habiendo fallecido en 1938 la obra de Pedro Figari, según la ley uruguaya sobre derechos de autor y el Convenio de Berna (art. 7.1), entró en el dominio público el 1 de enero de 1988.
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Nace en Montevideo el 29 de julio de 1861. Su inclinación artística se manifiesta tempranamente combinándose con múltiples actividades. Es abogado desde 1886, nombrado Defensor de Pobres en lo Civil y Criminal, periodista y codirector de un periódico, impulsor de la creación de la Escuela de Bellas Artes, diputado, miembro del Consejo de Estado, elegido presidente del Ateneo de Montevideo, director de la Escuela Nacional de Artes y Oficios, miembro honorario de la Sociedad de Artistas Uruguayos, Asesor Letrado de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay. Entre estas múltiples actividades se destaca su creación de ensayos filosóficos, crítica artística y poesía. Participa en numerosas tertulias junto a artistas como Sáez y Blanes Viale.

En 1921 y por cuatro años consecutivos, se radica en Buenos Aires dedicándose plenamente a la tarea pictórica y recibiendo del medio una crítica elogiosa. En 1925 se traslada a París donde permanece nueve años y obtiene la consagración como artista plástico. Desde allí proyecta y organiza exposiciones en Europa y América. Regresa al Uruguay en 1933 y es nombrado Asesor Artístico del Ministerio de Instrucción Pública.

Pedro Figari es un pintor de manchas y no de líneas. Pinta el pasado sin documentarse, lo hace de memoria; con una memoria afectiva. Puebla sus espacios inconmensurables con gauchos, negros y criollos como metáforas de un presunto ser nacional. Aislada está su obra como la de ningún otro artista nacional precisamente porque fue convencidamente uruguayo, por haber desarrollado su alto intelecto en exploraciones de una cultura rioplatense, un caso de rara cultura por el esencial dominio de los ingredientes más propios y la sabiduría que emana de su expresión que corre como linfa sin esfuerzos.

La vida de este pintor como la de todo creador genuino, tiene sus características singularísimas. Entre las de Figari se destaca su radical cambio de ubicación social y oficial, que constituye una excepción en la existencia de sus notorios compatriotas.

Califica Ortega y Gasset al intelectual de hombre “preocupado”, para el pensador español el político es el hombre “ocupado”.

Figari desempeñó las dos actividades, pero puede decirse, si nos atenemos a la más objetiva apreciacion de su quehacer, que ha invertido los períodos tal como la lógica establece y la vida ciudadana los suele ordenar.

Harto frecuente es el hombre inquieto de ideales o simplemente de nombradía, en busca de vocación, comience por escarcear en las letras o en labores artísticas para luego abandonarlas por la prédica partidaria del político. La verdad es que el hombre opina con más facilidad cuando se encuentra requerido y movido por las eventualidades de los sucesos públicos; más difícil y de mayor esfuerzo mental es la labor del artista sumido siempre en la investigación de nuevas formas, únicamente incitado por sí mismo. Figari describió la trayectoria opuesta.

Hombre evidentemente social, gozó en su juventud de la simpatía de los triunfos. Primero fue profesional universitario, sobresaliente en el derecho penal como defensor de inculpados en causas célebres de su tiempo; letrado del Banco República; funcionario en el alto cargo de Inspector de Escuela de Artes y Oficios del país, donde por sus directivas quiso ensayar el estudio del desarrollo decorativo de los elementos de la fauna y flora nativas; político que ocupara la banca de representante nacional. Toda esa actividad social que cumplió tan destacadamente, llegando hasta abarcar la diplomacia, fue vivida por Pedro Figari con un parejo interés por las actividades intelectuales del puro y gratuito ejercicio.

Fue ensayista de la belleza en su libro Arte, Estética, Ideal publicado en 1912, testimonio de la inquietud de sus problemas creativos mas generales. Autor de razonamientos sobre belleza o manifestándose sensiblemente como los poemas “El arquitecto” (1930), su pensamiento fijado en palabras forma una notable unidad con su plástica, ya que sus libros pueden ser leídos en su pintura. Los escenarios de largos horizontes en los que los seres se integran en el paisaje señalan el credo panteísta como el mensaje último de un artista filósofo.

Comprendiendo como pocos en que grado las artes representan la sabiduría del pensamiento humano, supo compendiar todas sus ideas fragmentadas en actividades múltiples en la unidad visual del cuadro pintado. En su ecuación personal, la pintura iguala la suma de numerosas experiencias en el trabajo constante y variado de persona culta. Confiarse así como lo cumplió, con entrega total a las artes, tan llenas de incertidumbre, tan difíciles para los juicios definitivos, tan proclives al descontento íntimo de quienes las ejercen; darse enteramente a soltar sus preocupaciones después de haber realizado un acto heroico.

Porque este inteligente personaje que conformaba muchos adeptos a su derredor sabía que por ese tránsito se ubicaba en cierto modo frente a esa sociedad en el lugar incómodo del inconformista. Al iniciar decididamente su entrega a la pintura, la conciencia debió serle clara sobre el destino futuro, pues no podía ignorar su inmersión voluntaria en el descrédito ante los círculos y mundo oficial en que actuaba, el abandono total de los halagos fugaces y de la suspensión en su país por un largo lapso de su condición popular de prohombre, todo lo cual sucedió.

Por otra parte, hasta el momento de su decisión hacia la pintura, los círculos artísticos a los cuales iría a integrar no le estimaban más que como aficionado, como persona destacada, brillante que amaba la pintura.

En consecuencia, era un aficionado, un “amateur” distinguido. En general el artista plástico profesional es condescendiente con el hombre ilustrado; mas aún con el universitario que le muestra sus obras. Tiene para él palabras de estímulo, le concede fácil halago y ha de reparar en menos defectos que el crítico, pero siempre y cuando no pretenda salir de esa categoría del pintar como entretenimiento.

En una correspondencia del año 1919 enviada al pintor José Cúneo para felicitarlo por unos recientes cuadros expuestos, Figari se coloca en una situación de “diletante”.

Comprensivo admirador de otros pintores, declarándose en categoría neófita no reciben sus pinturas combativas negaciones, como tampoco se divulgan sus méritos. El estigma del aficionado le acompañó en la consideración ajena mas de lo debido; su título universitario molestaba la estimación profesional de su pintura. Se llamó repetidamente ingenuo a el! el mas docto y culto de la pintura rioplatense, el artista que trabajo sobre una organizada visión intelectual -por comprensiva- de su medio, a la vez que altamente artística.

Cuando Figari estructuró toda la creación de su arte tras larga meditación y paciente recato, fue a Buenos Aires a producir. Allí vivió cuatro años pintando sin reposo. Del ejercicio salió su incomparable estilo, porque en la pintura también la mano piensa. Figari desde Montevideo parte con su vocación ya marcada y al instalarse primero en Buenos Aires (1921-1925) y luego en Paris (1925-1933) mas que buscar el sustento de ideas procura aspirar al aire inteligente de la comprensión. Creación y producción. Figari separó perfectamente estos dos tiempos de la obra de los artistas, que establecen distinciones definitivas y que en el presente tienen a confundir por el apresurado deseo de uniformidad de expresiones, considerada como conquista del artista moderno. Todo horizonte que presenta un pintor señero es recorrido inmediatamente por multitud de colegas de todos los países sin conciencia de temores.

Es verdad que el tiempo universal del arte moderno permite que hoy se mire a esos soles de frente no bien amanecen, como es cierto que en otros momentos anteriores se contentaban los pintores colectivistas con dibujar las espaldas de los astros en declinación. En una rápida actitud para la liberación de dudas y eliminación de las angustias y tedio de las esperas por las nuevas expresiones del devenir, se consume con apresuramiento en una hora de entusiasmo lo que debería ser producto de más larga convicción. Apenas capacitados para la identidad en la apariencia creativa - desde luego inédita, brusca, llamativa, poderosamente diferenciada como ocurre con los cambios evolutivos en las artes actuales - con urgencia que sobrepasa todos los asombros, el artista produce. Su adhesión es tan total que es imposible detenerlo en sus ansias.

El igualismo expositor que hoy vemos en las exhibiciones personales y aún colectivas, estuvo en épocas transcurridas en el producir del pintor mercader sin sabia ni ingenio y es hoy algo curioso, y a nuestra manera de ver bastante lamentable que se constituye en práctica de artistas inquietos, algunos ciertamente valiosos.

Conciente de sus posibilidades formativas de expresión, le será así permitido al artista una producción sin límites que participara toda ella de la comunicación auténtica, sin caer en la repetición o plagio de sí mismo. Si la creación requiere una concentración y aislamiento del artista, la producción se condiciona y facilita por una incitación externa o, mejor aún, por la toma de conciencia de que existe un interés de verdadera comprensión por lo que expresa.

Figari en tren de divulgarse, de apoyar el factor extensivo de su mensaje, de ejecutar las necesarias aplicaciones de sus descubrimientos, de abrir la riqueza de sus variantes, se dirige a Buenos Aires y allí se instala.

Va en búsqueda de un ámbito propicio que le permita producir, sin rebajar la condición de libertad en el arte. Es difícil que una expresión inédita como la suya, especialmente si es cosmópolis importante, ciudad acústica, se sabrá comprobar sus resultados expresivos como autónomos y también advertir la verdad de la forma nueva, sin que le perjudique el achaque de extravagancia con que puede juzgarlo la opinión de su comarca. Querer encontrar en ese mismo ámbito un apoyo para seguir expresándose, pronto hubiera sido caer en un conformismo y resignación de sus mas bellas condiciones de creador…

Pedro Figari is ENRIQUE ANGENSCHEIDT brother's ex-wife's third cousin's husband's great aunt's husband.



Pedro Figari Solari (n. Montevideo, 29 de junio de 1861 - íbidem, 24 de julio de 1938) pintor, abogado, político, escritor y periodista uruguayo. Una de las figuras más destacadas de la pintura latinoamericana, caracterizado por su estilo propio y su voluntad americanista.

Biografía

Hijo de Juan Figari de Lazaro y Paula Solari, ambos inmigrantes italianos, Pedro Figari manifestó desde joven inclinaciones artísticas que postergó por sus estudios y actividades profesionales. En 1885 se recibió de Doctor en Jurisprudencia en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República. Se publicó su tesis de grado, Ley Agraria.1 Al año siguiente se casó con María de Castro Caravia y viajó por primera vez a Europa. En 1887 nació su primera hija, Isabel, que fallece a poco tiempo de nacer y luego vendrán María Elena, Mercedes, María Margarita, María Delia, Juan Carlos, María Isabel, Emma y Pedro.2 A los 29 años asistió a clases de pintura con el maestro italiano Goffredo Sommavilla, pero no es hasta 1918 que da rienda a su vocación pictórica. En 1915, desde la dirección de la Escuela de Artes y Oficios, propuso nuevos talleres en régimen mixto, orientados a capacitar no sólo en la técnica de los oficios sino a vincular la industria y el arte con una identidad americana, fomentando “la mentalidad nacional con criterio propio”.3 Su destacada labor como abogado, político, periodista, escritor, pedagogo y humanista hacen imposible disociar el contenido y la riqueza de sus pinturas de las demás facetas que nutrieron su acción y pensamiento.4 [editar]Abogado y político Tuvo una intensa actividad pública, en 1889 fue designado Defensor de los Pobres en lo Civil y lo Criminal, cargo que ocupará hasta 1897. En 1895 emprendió la defensa del alférez Enrique Almeida, acusado falsamente de asesinato. La causa de El crimen de la calle Chaná le insumió cuatro años de trabajo, pero develó finalmente la inocencia de Almeida. En 1896 publicó Causa célebre. El crimen de la calle Chaná, vindicación del Alférez Enrique Almeida, donde dejó al descubierto los intereses de la prensa obstinada en inculpar a Almeida. Fue electo diputado del Partido Colorado en 1897 por el departamento de Rocha y en 1900 y 1902 por Minas. En esos años presentó un proyecto de ley para la creación de una escuela de Bellas Artes, se desempeñó como Consejero de Estado, fue nombrado abogado asesor del Departamento Nacional de Ingenieros, integró del Consejo Penitenciario y presidió el Ateneo de Montevideo, desde donde impulsó proyectos culturales.5 Durante la Revolución de 1904 fue nombrado Presidente de la Junta Central de Auxilios creada por José Batlle y Ordóñez para proveer asistencia médica a los heridos luego de las batallas.6 En 1927 el Ministerio de Relaciones Exteriores lo nombró miembro de la misión especial ante el Rey Jorge V de Inglaterra con el rango de Ministro Plenipotenciario, poco después recibió la orden de Caballero del Imperio Británico en el Palacio de Buckingham. [editar]Periodista, filósofo y escritor En 1893 comenzó su actividad periodística fundando y co-dirigiendo el diario liberal colorado El Deber. En 1905 publicó en el diario El Siglo veintidós artículos que fueron definitorios para la abolición de la pena de muerte en Uruguay en 1907. Entre 1910 y 1911 publicó en el diario La Razón diecinueve artículos bajo el título “El momento político”.7 Figari utilizó la prensa para dar a conocer y exponer públicamente su punto de vista sobre temas políticos, de educación y arte. En 1912 publicó en Montevideo su ensayo filosófico Arte, estética, ideal que le insumió dos años de dedicación casi total, el mismo fue traducido al francés por Charles Lesca, publicado en París en 1920 con prólogo de Henri Delacroix y reeditado en 1926 prologado por Désiré Roustan. “Todo es vida en la realidad. Todo lo que ha existido existe, y no puede dejar de existir, de una u otra manera, por cuanto no puede haber creación ni destrucción de substancia, ni tampoco creación o destrucción de energía. Estos dos elementos por lo demás, inseparables –substancia, energía– , son la vida, pues; vale decir, lo que ES. Enteramente inmutables, en cuanto a su esencia, lo único que puede ocurrir, es que se transformen dentro de su propia aspiración insaciable, desbordante, perpetua.” 8 Pedro Figari en 1912. Siendo director de la Escuela de Artes y Oficios, publicó su Plan General de la Enseñanza Industrial y escribió junto con su hijo el arquitecto Juan Carlos Figari Castro Educación Integral. En 1928, luego del prematuro fallecimiento de su hijo Juan Carlos, publicó el ensayo poético con acotaciones gráficas El Arquitecto, escribió una serie de cuentos y la novela utópica Historia Kiria que fue publicada en 1930 en París. [editar]Bibliografía de Pedro Figari 9 10 Ley agraria. Tipografía a vapor de La Nación. Universidad de la República. Montevideo, 1885. Causa célebre. El crimen de la calle Chaná. Vindicación del alférez Enrique Almeida. Ed. Imprenta Artística de Dornaleche y Reyes. Montevideo, 1896. El crimen de la calle Chaná. Un error judicial. Montevideo, 1899. La pena de muerte. Montevideo,1903. Reorganización de la Escuela Nacional de Artes y Oficios. Proyecto sobre transformación de la Nacional de Artes y Oficios en Escuela Industrial. Montevideo, 1910. El momento político. Montevideo, 1911. Arte, estética, ideal. Ensayo filosófico encarado desde un nuevo punto de vista. Imprenta Artística de Juan Dornaleche. Montevideo, 1912. Arte, técnica, crítica. Montevideo, 1914. L’opinion de l’Uruguay sur la guerre europénne. París, 1916. Plan general de la organización de la enseñanza industrial. Montevideo, 1917. Educación y arte con Figari Castro, Juan Carlos. Montevideo, 1919. Industrialización de la América Latina. Montevideo, 1919. Art, esthétique, idéal. Ed. Le livre libre. París, 1920. Essai de philosophie biologique. Art, Esthétique, Idéal. Ed. Le livre libre. París, 1926. El arquitecto. Ensayo poético, con acotaciones gráficas. Ed. Le livre libre. París, 1928. Historia Kiria. Ed. Le livre libre. París,1930. Dans l'autre monde (Cuentos) Revue de l'Amérique Latine. París, julio-setiembre de 1930. Cuentos. Ilustrados por el autor. Ed. Fábula. Montevideo, 1951. [editar]Escuela de Artes y Oficios Al frente de la Escuela de Artes y Oficios impulsó un ambicioso y moderno proyecto educativo. Creó nuevos talleres, cambió el régimen de internado por uno externo, incorporó talleres mixtos, eliminó los castigos, optimizó los recursos y, en poco más de un año, logró duplica la población escolar. Para Figari no era suficiente con enseñar una técnica u oficio, buscaba una formación integral que desarrollara la personalidad y vocación de los estudiantes, vinculando equilibradamente la actividad manual con la intelectual, utilizando procedimientos experimentales, despertando la capacidad de observación y fomentando la creatividad productiva con una estética americanista.11 En un Uruguay que no estaba listo para su visión vanguardista,12 Figari se vio enfrentado a fuertes intereses políticos y económicos que desaprobaban su proyecto y en 1917 presentó su renuncia. [editar]Pintor de su tierra Fue recién a partir de 1918, luego del fracaso de su proyecto educativo y de separarse de su esposa, que decide dedicarse a la pintura. Tenía casi 60 años y unos pocos apuntes al óleo, retratos y acuarelas realizados en los ratos libres de su juventud. En poco tiempo afianzó su vocación pictórica y en 1921 partió con cinco de sus hijos a Buenos Aires para dedicarse exclusivamente a ella. Encontró en Buenos Aires el ambiente propicio y el estímulo para desarrollar sus temas. Se vinculó al círculo de intelectuales que trabajaban en la revista porteña Martín Fierro (revista), que le brindaron un apoyo incondicional. Entre otras personalidades del ambiente trabó amistad con Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Raúl Monsegur, Manuel Güiraldes y Ricardo Güiraldes. En 1921 realizó su primera exposición en la Galería Müller junto con su hijo Juan Carlos Figari Castro. Junto con él se trasladó a París en 1925, expuso en la Galería Druet y pronto comenzó el reconocimiento que lo consagrara como uno de los más importantes pintores del Río de la Plata. En su taller de París lo visitaron los más ilustres artistas e intelectuales del momento, como los escritores Jules Supervielle, Paul Valéry, James Joyce, Jules Romains, Alejo Carpentier y los pintores Pierre Bonnard, Édouard Vuillard, Pablo Picasso, Joaquín Torres García, Ignacio Zuloaga y Fernand Léger.

Pedro Figari Pintó escenas que recrean el pasado histórico y social, con la idea de rescatar la memoria del terruño y afianzar la identidad regional y americana. Sus cartones se poblaron de negros candomberos, pericones, cielitos, gauchos, patios coloniales, bailes de salón, entierros, corridas de toros, jugadores de bochas. Con su pincelada resuelta, llena de vitalidad, renacen las tradiciones criollas y toma color la memoria colectiva rioplatense. Como pintor intuitivo, retomó ciertas conquistas formales del impresionismo para transformarlas en un estilo personal e irrepetible, del que no se reconocen otras influencias. “La misma brevedad de sus telas condice con el afecto familiar que las ha dictado: no sólo en el idioma tiene connotación de cariño el diminutivo. Esa, también, puede ser la íntima razón de su gracia: es uno de los riesgos generosos de la pasión el bromear con su objeto, y es modestia del criollo recatar en burla el sentir. La publicidad de la épica y de la oratoria nunca nos encontró; siempre la versión lírica pudo más, Ningún pintor como Figari para ella. Su labor -salvamento de delicados instantes, recuperación de fiestas antiguas, tan felices que hasta su pintada felicidad basta para rescatar el pesar de que ya no sean, y de que no seamos en ellas- prefiere los colores dichosos.” Jorge Luis Borges, 1930.13 En 1933 regresó a Montevideo con una enorme producción pictórica. En 1938 realizó su última exposición en Buenos Aires y pocos días después falleció en Montevideo. Sus restos descansan en el Cementerio Central.

Bibliografía

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Llevan el nombre de Pedro Figari: - La Escuela de Artes y Artesanías de la Universidad del Trabajo del Uruguay, que a su vez cuenta con un Centro Cultural homónimo, en reconocimiento a la labor de Figari al frente de su predecesora Escuela de Artes y Oficios. - La Escuela de Educación Primaria ANEP Nº 90, en el barrio La Figurita, Montevideo. - El Premio Figari reconoce la trayectoria de destacados artistas uruguayos contemporáneos.14 Es otorgado por el Banco Central del Uruguay, desde 2010 gestionado por el Museo Figari, DNC, Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay.15 - La imagen de Pedro Figari y la reproducción de una de sus pinturas ilustran el papel moneda uruguayo de $ 200 desde el año 1995.16 [editar]Referencias

↑ Ley Agraria LiCCom, UdelaR. Consultado el 4 de agosto de 2011. ↑ El otro Figari: el Arquitecto, Cronología de Juan Carlos Figari Castro. Museo Figari, 2011. ISBN 978-9974-36-180-5] ↑ Innovar desde la tradición: el caso Figari Pablo Thiago Rocca. CSIC UdelaR. Consultado el 5 de agosto de 2011. ↑ Museo Figari ↑ Museo Figari Cronología de Pedro Figari ↑ 1904: Instituciones Sanitarias Civiles Sindicato Médico del Uruguay, 1981. Notas para la historia de la cirugía uruguaya. ↑ Museo Figari Cronología de Pedro Figari ↑ Figari, Pedro (1912). Arte, Estética, Ideal. Imprenta Artística ed. Juan J. Dornaleche. Consultado el 3 de agosto de 2011. ↑ Prólogo de Pedro Figari. Arte, estética, ideal Colección Clásicos Uruguayos. Biblioteca Artigas. Montevideo, 1960. ↑ Museo Figari Cronología de Pedro Figari ↑ El educador Pedro Figari Nancy Carbajal, La Onda Digital. Consultado el 5 de agosto de 2011. ↑ Pedro Figari, Educación y ArteLiCCom, SAC, UdelaR ↑ Jorge Luis Borges Pedro Figari Colección Nuevos Valores Plásticos de América. Ediciones Alfa, Buenos Aires, 1930. ↑ La República (13 de diciembre de 2004). «Se aproxima el Premio Figari». Consultado el 29 de agosto de 2011. ↑ Museo Figari. «Premio Figari». Consultado el 29 de agosto de 2011. ↑ Banco Central del Uruguay. «Billetes y monedas - Personaje: Pedro Figari». Consultado el 29 de agosto de 2011. [editar]Enlaces externos

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