Felipe Eugenio Cortés del Alcázar

Durante los años 80 del siglo XIX, estalló en Paris y en Santiago uno de los juicios más bullados que se conocen, que dio lugar a la edición de numerosos folletos con demandas y contestaciones, réplicas y dúplicas plagadas de injurias y descalificaciones entre los contendientes, los hermanos José Regis y Scipión Eugenio Cortés, por una parte, y Ruperto y Javier Ovalle, por la otra. Lo sustancial de este largo y complicado pleito es lo siguiente: Don Felipe Eugenio Cortés, Marqués de Cañada Hermosa, dueño de numerosas y enormes propiedades en Chile, se radicó en Paris en 1864 dejando en Chile a dos hijos y una hija. La administración de sus bienes quedó en manos de su hijo Scipión. En 1879 llegaron a Paris los hermanos Ovalle Vicuña que se acercaron al marqués y ganaron de tal modo su confianza que éste, poco a poco, les fue traspasando la administración de sus bienes en perjuicio de sus hijos. Estos contra atacaron y entre otras diligencias pidieron la interdicción de su padre, en razón de su extraña conducta. Se ordenaron al efecto pericias que arrojaron resultados no sólo disímiles sino que contradictorios: ciertos médicos certificaron la plenitud de las facultades del marqués, mientras que otros afirmaban que presentaba los síntomas inequívocos de una demencia senil. Entre estos últimos se encontraba nada menos que el Dr. Charcot, ilustre catedrático en la Salpetrière, profesor entre otros de Sigmund Freud y Pierre Janet. Este último, por su parte, fue profesor de nuestro Premio Nacional de Literatura Benjamín Subercaseaux. Nota: El señor Scipión Eugenio Cortés falleció durante el juicio, en 1883, en Quillota, "de un cruel ataque de viruelas"