Felix Rubén García Sarmiento, "Rubén Darío"

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Felix Rubén García Sarmiento, "Rubén Darío"

Also Known As: "Ruben Dario Garcia"
Birthdate:
Birthplace: Villa De San Pedro de Metapa, Nicaragua
Death: February 06, 1916 (49)
León, Nicaragua
Place of Burial: León, Nicaragua
Immediate Family:

Son of José Manuel Manuel García Rojas and Rosa Sarmiento Alemán
Husband of Rafaela Salvadora Contreras Cañas; Rosario Emelinda Murillo Rivas and Francisca Sánchez del Pozo
Father of Rubén Alvaro Darío Contreras, médico y cirujano; Darío Darío Murillo; Carmen Darío Sánchez; Rúben Darío Sánchez (I) and Rúben Darío Sánchez(II)
Brother of Candida Rosa García Sarmiento and Dolores Dario

Occupation: Poeta
Managed by: Ricardo Eduardo Gómez Callejas
Last Updated:

About Felix Rubén García Sarmiento, "Rubén Darío"

Principe de las Letras Castellanas

https://es.wikipedia.org/wiki/Rub%C3%A9n_Dar%C3%ADo

Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Metapa, 18 de enero de 1867-León, 6 de febrero de 1916), fue un poeta, periodista y diplomático nicaragüense, máximo representante del modernismo literario en lengua española. Es, quizá, el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispano, y por ello es llamado «príncipe de las letras castellanas».

Fue el primer hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento, quienes se habían casado en León en 1866, tras conseguir las dispensas eclesiásticas necesarias, pues se trataba de primos segundos.

La conducta de Manuel, aficionado al alcohol y a las mujeres, hizo que Rosa, embarazada, tomara la decisión de abandonar el hogar conyugal y refugiarse en la ciudad de Metapa, en la que dio a luz a su hijo, Félix Rubén. El matrimonio se reconcilió; Rosa llegó a dar a luz a otra hija de Manuel, Cándida Rosa, quien murió a los pocos días. La relación se deterioró otra vez y Rosa abandonó a su marido para ir a vivir con su hijo en casa de su tía Bernarda Sarmiento, quien vivía con su esposo, el coronel Félix Ramírez Madregil, en la misma ciudad de León. Rosa Sarmiento conoció poco después a otro hombre, y estableció con él su residencia en San Marcos de Colón, en Honduras.

Aunque según su fe de bautismo el primer apellido de Rubén era García, la familia paterna era conocida desde generaciones por el apellido Darío. Rubén lo explicó en su autobiografía:

Según lo que algunos ancianos de aquella ciudad de mi infancia me han referido, uno de mis tatarabuelos tenía por nombre Darío. En la pequeña población lo conocían por don Darío; a sus hijos e hijas, por los Daríos, las Daríos. Fue así desapareciendo el primer apellido, a punto de que mi bisabuela paterna firmaba ya Rita Darío; y ello, convertido en patronímico, llegó a adquirir valor legal; pues mi padre, que era comerciante, realizó todos sus negocios ya con el nombre de Manuel Darío.

La catedral-basílica de la Asunción, en la ciudad de León, en la que transcurrió la infancia del poeta. Sus restos se encuentran sepultados en esta iglesia.

La niñez de Darío transcurrió en León, criado por sus tíos abuelos Félix y Bernarda, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos padres (durante sus primeros años firmaba sus trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez). Apenas tuvo contacto con su madre, que residía en Honduras, y con su padre, a quien llamaba «tío Manuel».

Sobre sus primeros años hay pocas noticias, aunque se sabe que a la muerte del coronel Félix Ramírez, en 1871, la familia pasó apuros económicos, e incluso se pensó en colocar al joven Rubén como aprendiz de sastre. Según su biógrafo Edelberto Torres, asistió a varias escuelas de León antes de pasar, en 1879 y 1880, a educarse con los jesuitas.

Lector precoz, en su Autobiografía señala:

Fui algo niño prodigio. A los tres años sabía leer; según se me ha contado. Entre los primeros libros que menciona haber leído están el Quijote, las obras de Moratín, Las mil y una noches, la Biblia, los Oficios de Cicerón, y la Corina (Corinne) de Madame de Staël. Pronto empezó también a escribir sus primeros versos: se conserva un soneto escrito por él en 1879, y publicó por primera vez en un periódico poco después de cumplir los 13: se trata de la elegía Una lágrima, que apareció en el diario El Termómetro, de la ciudad de Rivas, el 26 de julio de 1880. Poco después colaboró también en El Ensayo, revista literaria de León, y alcanzó fama como «poeta niño». En estos primeros versos, según Teodosio Fernández,4 sus influencias predominantes eran los poetas españoles de la época Zorrilla, Campoamor, Núñez de Arce y Ventura de la Vega.

Más adelante, se interesó mucho por la obra de Victor Hugo, que tendría una influencia determinante en su labor poética. Sus obras de esta época muestran también la impronta del pensamiento liberal, hostil a la excesiva influencia de la Iglesia católica, como es el caso su composición El jesuita, de 1881. En cuanto a su actitud política, su influencia más destacada fue el ecuatoriano Juan Montalvo, a quien imitó de manera deliberada en sus primeros artículos periodísticos.9​ En esta época (contaba 14 años) proyectó publicar un primer libro, Poesías y artículos en prosa, que no vería la luz hasta el cincuentenario de su muerte. Poseía una superdotada memoria, gozaba de una creatividad y retentiva genial, era invitado con frecuencia a recitar poesía en reuniones sociales y actos públicos.4​

En diciembre de ese año se trasladó a Managua, capital del país, a instancias de algunos políticos liberales que habían concebido la idea de que, dadas sus dotes poéticas, debería educarse en Europa a costa del erario público. No obstante, el tono anticlerical de sus versos no convenció al presidente del Congreso, el conservador Pedro Joaquín Chamorro y Alfaro, y se resolvió que estudiaría en la ciudad nicaragüense de Granada. Rubén, sin embargo, prefirió quedarse en Managua, donde continuó su actividad periodística, colaborando con los diarios El Ferrocarril y El Porvenir de Nicaragua. Poco después, en agosto de 1882, se embarcaba en el puerto de Corinto, hacia El Salvador.

En El Salvador, el joven Darío fue presentado por el poeta Joaquín Méndez al presidente de la república, Rafael Zaldívar, quien lo acogió bajo su protección. Allí conoció al poeta salvadoreño Francisco Gavidia, gran conocedor de la poesía francesa. Bajo sus auspicios, Darío intentó por primera vez adaptar el verso alejandrino francés a la métrica castellana.​ El uso del verso alejandrino se convertiría después en un rasgo distintivo no sólo de la obra de Darío, sino de toda la poesía modernista. Aunque en El Salvador gozó de bastante celebridad y llevó una intensa vida social, participó en festejos como la conmemoración del centenario de Bolívar, que abrió con la recitación de un poema suyo.

Más tarde pasó penalidades económicas y enfermó de viruela, por lo cual en octubre de 1883, todavía convaleciente, regresó a su país natal.

Tras su regreso, residió breve tiempo en León y después en Granada, pero al final se trasladó de nuevo a Managua, donde encontró trabajo en la Biblioteca Nacional, y reanudó sus amoríos con Rosario Murillo. En mayo de 1884 fue condenado por vagancia a la pena de ocho días de obra pública, aunque logró eludir el cumplimiento de la condena. Por entonces continuaba experimentando con nuevas formas poéticas, e incluso llegó a tener un libro listo para su impresión, que iba a titularse Epístolas y poemas. Este segundo libro tampoco llegó a publicarse: habría de esperar hasta 1888, en que apareció por fin con el título de Primeras notas. Probó suerte también con el teatro, y llegó a estrenar una obra, titulada Cada oveja..., que tuvo cierto éxito, pero que hoy se ha perdido. No obstante, encontraba insatisfactoria la vida en Managua y, aconsejado por el salvadoreño Juan José Cañas,11​12​ optó por embarcarse para Chile, hacia donde partió el 5 de junio de 1886.

Desembarcó en Valparaíso el 24 de junio de 1886 según las memorias del propio Darío detalladas por su biógrafo Edelberto Torres Espinosa, o en los primeros días de junio según sugieren Francisco Contreras y Flavio Rivera Montealegre.

En Chile, gracias a recomendaciones obtenidas en Managua, recibió la protección de Eduardo Poirier y del poeta Eduardo de la Barra. A medias con Poirier escribió una novela de tipo sentimental, Emelina, con el objetivo de participar en un concurso literario que la novela no llegó a ganar. Gracias a la amistad de Poirier, Darío encontró trabajo en el diario La Época, de Santiago desde julio de 1886.

En su etapa chilena, Darío vivió en condiciones muy precarias, y debió soportar continuas humillaciones por parte de la aristocracia, que lo despreciaba por su escaso refinamiento. No obstante, llegó a hacer algunas amistades, como el hijo del entonces presidente de la República, el poeta Pedro Balmaceda Toro. Gracias al apoyo de este y de otro amigo, Manuel Rodríguez Mendoza, a quien el libro está dedicado, logró Darío publicar su primer libro de poemas, Abrojos, que apareció en marzo de 1887. Entre febrero y septiembre de 1887, Darío residió en Valparaíso, donde participó en varios certámenes literarios. De regreso en la capital, encontró trabajo en el diario El Heraldo, con el que colaboró entre febrero y abril de 1888.

En julio, apareció en Valparaíso, gracias a la ayuda de sus amigos Eduardo Poirier y Eduardo de la Barra, Azul..., el libro clave de la recién iniciada revolución literaria modernista. Azul... recopila una serie de poemas y de textos en prosa que ya habían aparecido en la prensa chilena entre diciembre de 1886 y junio de 1888. El libro no tuvo un éxito inmediato, pero fue muy bien acogido por el influyente novelista y crítico literario español Juan Valera, quien publicó en el diario madrileño El Imparcial, en octubre de 1888, dos cartas dirigidas a Darío, en las cuales, aunque le reprochaba sus excesivas influencias francesas (su «galicismo mental», según la expresión utilizada por Valera), reconocía en él a «un prosista y un poeta de talento». Fueron estas cartas de Valera, luego divulgadas en la prensa chilena y de otros países, las que consagran para siempre la fama de Darío.

continua.....

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Felix Rubén García Sarmiento, "Rubén Darío"'s Timeline