Joaquín Genaro Salazar

Joaquín Genaro Salazar Espinosa de los Monteros nació hacia 1855 ya que fue bautizado el 3 de diciembre de 1855 en la parroquia de San José y Nuestra Señora del Sagrado Corazón, Cd. de México, Distrito Federal, México. Era el hijo mayor de Concepción Espinosa y Manuel Salazar Valiente. Los hermanos de Joaquín eran Concepción Dolores, Concepción Manuela, Manuel y Dolores. También tenía Joaquín otros hermanos mayores, el Ing. Luis, entre paréntesis se puede observar el cariño de Joaquín hacia Luis al agradecerle su ayuda para escribir un libro del cual se hablará más adelante; y otra hermana que por desgracia no sabemos su nombre los dos de apellido Salazar donde según Everado Landa hijos de su padre con Luz Casares. Finalmente tenía una hermana menor Josefina Salazar Aranda.

En un día de muertos de 1877 observamos, a la distancia en el tiempo, que Joaquín ya tenía tomada la decisión de irse a la tierra, él sin saberlo y María menos, donde conocerá a la mujer con la que unió su vida. Nos llega a la distancia en el tiempo la contancia que Joaquín deja en una foto con la siguiente dedicatoria: A mi querido e idolatrado padre M. F. Salazar al partir para Cadereyta Jiménez le consagro el presente en prueba de amor filial. Nbre 2/877 Joaquín Salazar. Fue así que cuatro años después Joaquín se casa con María Sada Lozano el 22 de junio de 1881 en la parroquia de San Juan Bautista Cadereyta Jiménez, Nuevo León, México; procreando a Manuel, Concepción, Daniel, Joaquín, Federico y Consuelo. Incluso se dieron el lujo de además adoptar a un séptimo hijo, Miguel.

Joaquín se ocupó como telegrafista, actividad que debemos agradecer, porque precisamente eso lo llevó a Cadereyta donde conoció y se enamoró de María Sada, como ya se dijo anteriormente, por eso ni más ni menos estamos nosotros aquí. Posteriormente, su experiencia en telegrafía lo condujo a la enseñanza en la Escuela Nacional de Telegrafía, que estaba en la calle de Donceles, dejando tal huella en sus discípulos que se encuentran referencias a él en su calidad de profesor, para muestra, tenemos dos referencias. La primera, "En crónicas de la revolución, aportaciones para la historia regional del Sotavento" de Eulogio P. Aguirre recopilado por Alfredo Delgado Calderón, Eulogio alumno de la escuela de telegrafía lo recuerda escribiendo con cariño: "Pero el profesor más largo era Don Joaquín G. Salazar, catedrático de Electricidad, quien no se apeaba el Jaquet, como Don Pancho Soni, y que tenía firmemente pegada en su hablar la locución latina: "Sine qua non". Era el más largo, digo porque era el más alto y delgado. El señor Salazar no podía decirnos nada sin soltarnos su frase especial: "Es condición sine qua non"…“Es condición “sine qua non” que la corriente se establezca por la atracción de los polos contrarios, porque los polos del “mismo nombre” se repelen... condición sine qua non....” Y sacaba de la bolsa trasera de la falda de su jaquet un cigarro "Supremos" blanco, lo encendía, le daba un fuerte chupada y se alisaba la barba poblada y entrecana. La segunda donde cabe destacar que entre sus alumnos se encontraba Renato Leduc el cual pasó de taquimecanógrafo a telegrafista, en su "autominibiografía" dice: "A través de mi prolongada existencia, conservo vivo, conmovido y agradecido, el recuerdo de aquella modesta escuela nacional de telégrafos instalada en un viejo edificio de la calle de Donceles, junto al manicomio de mujeres." Más adelante refiere: “No he olvidado nunca los nombres de aquellos viejos maestros, severos y bondadosos que al mismo tiempo que me proveyeron de humilde oficio o profesión para ganarme la vida, me despertaron el anhelo de superación y me pusieron de ejemplo de rectitud: Don Aurelio Parra, don Pancho Soni, don Joaquín Salazar, don Daniel Olmedo…

El interés de Joaquín para la difusión del conocimiento general lo llevó a escribir varios libros sobre telegrafía. Así tenemos la referencia o constancia de tres libros escritos por él. En la presentación de su libro "El telegrafista práctico" hace mención de los dos primeros ("A. B. C." y "El telegrafista práctico") que sirvieron de base para generar, al que conocemos también del mismo título, "El telegrafista práctico".

Por otro lado, sabemos con certeza que era una persona bondadosa, de muestra nos refieren que siempre había un plato para cualquier necesitado que llegara a su casa. Su calidad era al extremo de haber adoptado a su hijo Miguel; teniendo sin embargo, seis hijos biológicos. En sentido semejante. Sabemos que a pesar de que, su hijo Manuel Salazar Sada no fue un padre digamos responsable con nuestro querido Jesús Salazar González. Sin embargo, la nobleza de Joaquín, nuevamente se presentó, haciéndose así cargo de su nieto, lo acogió educándolo y haciendo de Jesús un hombre de provecho. Como la vida inexorablemente se acaba, aun cuando el ser haya florecido en tantos aspectos, Joaquín murió a los 71 años el viernes 28 de enero de 1927 en Guadalupe, Hidalgo, México. Indudablemente la vida de trabajo, difusión del conocimiento y bondad de Joaquín Genaro Salazar Espinosa de los Monteros nos lleva a concluir que era todo un personaje sobre el cual a sus descendientes nos llena de orgullo.