María Gloria Díaz

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Maria Gloria Diaz Ortiz

Birthdate:
Birthplace: Mexico City, Federal District, Mexico
Death: November 25, 2014 (90)
Mexico City, Federal District, Mexico (Aneurisma cerebral)
Place of Burial: Ciudad de México, Distrito Federal, Mexico
Immediate Family:

Biological daughter of John Brognard Okie, Sr and Private
Adopted daughter of Indalecio Diaz Bouza
Wife of Eligio Rodríguez Domínguez
Mother of Iago Xes Rodriguez Diaz; Private; Alda Olaia Rodriguez Diaz; Eligio Gael Rodriguez Diaz and Denis Rodriguez Diaz
Half sister of Private; Private; John Brognard Okie; Howard Freemont Okie; St. Claire Okie and 10 others

Managed by: Eligio Gael Rodriguez Diaz
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Immediate Family

About María Gloria Díaz

Extractos sacados del Anecdotario de María Gloria Díaz Ortíz:

Cuando yo tenía casi dos años me enfermé de tosferina y el médico recomendó que me llevaran por lo menos toda la tarde al campo donde hubiera ganado, sobre todo vacas. Entonces, mis padres dispusieron de ir a vivir a Cuautitlán. Mamá me llevaba todas las tardes a un establo cercano y me divertía mucho el ver como ordeñaban a las vacas. También recuerdo que mi madre me alzaba en brazos para que alcanzara las moras de unos frondosos árboles “moreras” que había ahí.

Las habitaciones de la casa tenían balcón a la calle General Escobedo 17 (se la dirección por las cartas que enviaba mi abuela y que guardo).La contras de los balcones no cerraban bien y por la rendija entraba la luz y reflejaba las figuras de los transeúntes, pero en sentido contrario (la refracción de la luz), era el cine de la mañana pues en cuanto subía el sol, ya no se reflejaban sus vestidos tan coloridos. Algunas veces fue Elenita, la comadre de mi madre con su hijo Ramón Vila y mucho nos divertía mirar en la mañana “el cine”. Los que iban a visitarnos era por Ferrocarril, pues el camino en coche era lo peor, mi abuela también fue con Rebequita varias veces.

Lago de Guadalupe: Nos llevó mi padre un domingo a pasear en el coche a este lago, y Rebequita se metió al lago y yo vi tanta agua que me asusté y empecé a gritar que saliera y fue tanto mi terror que la hicieron salir. Lo recuerdo tan nítido como si hubiera pasado ayer.

Mi padre hacía chorizos, jamones, etc. y también algunos licores. Una vez, haciendo rompope se cortó. Como estaba caliente, no pudieron mover aquél perol tan grande y lo dejaron para vaciarlo en la mañana ya frío. Mi madre, como todas las noches, abrió la puerta del chiquero para que los cerdos pasearan por la huerta y el patio. No se imaginaron lo que verían a la mañana siguiente. Los cerdos, patas arriba o de lado, ¡borrachos!

Y hablando de borrachos, contaré lo siguiente: Una mañana, al salir mi padre a la calle, se encontró con que en la acera pegados junto a nuestra pared, estaba una familia sentados en la acera, una madre con un nene y otros dos niños. Junto a ellos, un hombre borracho tirado en el piso dormido. Los niños y la mujer llorando porque desde el día anterior no habían comido nada ya que el hombre gastó la raya en la cantina. Mi padre les dio para comer y se deshizo de los cacharros que usaba para hacer los licores. Dijo: nunca más seré cómplice de esta desgracia.

De vuelta al D.F. . Nos mudamos a Luis Moya # 121-8. Ahí me trajeron los reyes un triciclo rojo. Mi abuelo Daniel estaba feliz con la nieta y llamó a los vecinos para que vieran lo bien que manejaba por todos lados. Todos los días se iba a la alameda a leer el periódico y al regresar traía un juguete o una natilla (chicloso), esta no me la daba y yo tenía que buscarla en su saco o en el chaleco.

En esa casa estaba el contrato de luz por tantos focos de tantos vatios, no había medidor. Vino una vecina a avisar que ahí venía el inspector. Mi padre cambió el foco grande por uno chico y con la prisa, lo guardó en su bolsillo. Cuando entró el inspector vio que el cable y el foco se movían y dijo: aquí había otro foco. Yo, que estaba en mi silla alta, contesté: Si, mi papá lo tiene en el bolsillo del saco. El inspector se sonrió y pasó a revisar las siguientes habitaciones (¡honrada desde nena!) (Y metiche).

Al lado vivía el General Alvear, padre de Elvira (Viri) y Carlos (Tallos) que jugaban conmigo aunque eran 3 o 4 años mayores. Cuando tuvieron ustedes el libro de Historia firmado por Carlos Alvear Acevedo, me dio mucho gusto ver que mi antiguo vecino era el autor.

Luego, por el año 29 o 30 nos mudamos a la calle de Boca Negra # 40. A tres o cuatro puertas había un par de ancianas que tenían una especie de kínder. Lo digo así porque eran solo tres habitaciones, una cocina y un baño. La primera era el salón de clase con unas seis u ocho mesitas y los bancos eran terminado el asiento con dos puntas de cada lado. Un día, una niña se subió a un banco para alcanzar de la repisa su pizarra. Con tan mala suerte que el banco se ladeó y cayó sentada en uno de los picos. Inmediatamente vimos la cantidad de sangre que salía y una de las viejitas la envolvió en la colcha y corriendo salió con ella al doctor. Nunca supe que le pasó pues a esa edad uno está en la luna. Ahí aprendí a leer. Fue cuando mi padre se emocionó (leerlo más adelante en el capítulo de mi padre).

Un día, Rebequita no encontraba su anillo, mi abuela me dijo: ¡verdad que tú lo cogiste! Sí, dije yo. ¡y lo llevaste a la escuela? Sí. ¿Se lo diste a una niña? Sí. ¿Cómo se llama? Fulanita. Enseguida se fueron a preguntar dónde vivía esa niña, ahí fueron enseguida a pedir el tal anillo. Gran embrollo, pues la niña negó rotundamente que yo le hubiera dado tal cosa. Buena discusión de mi abuela con la madre de la niña. Cuando llegó mi madre del trabajo en la noche, le contaron lo sucedido y ella escuchó con toda calma aquél lío. Cuando terminaron de hablar mamá les dijo: “Qué lio armaron con preguntarle a la niña de esa manera. En la mañana, cuando me iba al trabajo, vi el anillo en el lavadero sobre la orilla estrecha, pensé que podía irse por el drenaje y lo guardé en el ropero. No les avisé porque dormían. Pensaba en darle un buen regaño a Rebequita por descuidada cuando llegara en la noche”.

De cuando vivimos aquí en Boca Negra 40, hay una cosa que contar: En el álbum rojo con mis fotos, hay una con Adela, Rebequita y Yo, con el perro “Mayo” y se ve enfrente una serie de departamentos, unos abajo y otros arriba, por eso en cada tramo hay dos puertas juntas. Ahí vivía una tal Rosita que era regordeta (robusta) pero blanca de pelo castaño. Venía por las madrugadas uno con guitarra a cantarle. A veces lo acompañaban otros dos. Era Guti Cárdenas, un hombre joven y bien parecido y famoso,- por aquí tengo un disco que me regaló Daniel.- En la calle Brasil, junto a la iglesia de Santo Domingo, había (no sé si todavía está) un restorán donde lo mataron. Adela y yo, lo sentimos mucho pues nos encantaba oírlo y verlo cuando venía a darle serenata a Rosita.

En esa casa éramos dos vecinos, una entrada ancha para autos y camiones, a la izquierda vivían Doña Anita Cuberó (catalana francesa) y Don Ramón Barberá (catalán español) y al fondo un gran taller mecánico de Don Ramón. Aunque no sea en estricto orden, contaré varias anécdotas sin recordar en qué orden sucedieron. Cuando cumplí 6 años, Doña Anita Cuberó, me regaló la muñeca que está sentada en la mesa de centro de la sala. Tiene el mismo vestido y sigue preciosa aunque de eso hace 81 años y no sé si Doña Anita ya la tendría desde… ¿cuándo?

Mi abuelo murió el 12 o 13 de enero de 1931. Cuando regresaron del cementerio, ya cerca de la hora de cenar, vinieron algunos parientes y amigos a rezar el rosario como se usaba antes, que eran 9 días. Yo también estaba hincada rezando cuando empezó un gran temblor con epicentro en el estado de Oaxaca, por cierto que en esa ciudad se cayeron muchas casas y fue terrible. Todos los rezadores, salimos corriendo al jardín y ahí estaba mi columpio, y mi abuela Mariana tan nerviosa estaba, que en vez de asirse a uno de los tubos firmes, lo hizo en las cadenas del columpio empezó a rezar el Magnificat y lo revolvió con el Himno Nacional, pues dijo: Glorifica mi alma el Señor y re tiemble en su centro la tierra al sonoro rugir del cañón. El susto se convirtió en risa y ella se enojó.

Yo paseaba en mi triciclo por todo el patio hasta el taller y regresaba, vueltas y vueltas y por lo tanto, oía lo que hablaban los mecánicos y un día me encontró mi padre en el pequeño jardín acostada debajo del triciclo diciendo: ¡Cabrones, pásenme las pinzas! Al oír esta monada ordenó enseguida buscar casa y mudarnos para que yo olvidara aquellas palabrotas. Debió ser en el mismo año 31 que fue cuando empecé a ir al Colegio Alfonso XIII en la esquina de Allende y Perú a primer año. Mi nueva dirección era Libertad 91.

Ignacio Ramírez, hermano o primo de mi nana Amada, era el encargado de llevarme de la mano, a pie a la escuela (y traerme). Yo le dije a mamá que le sudaba la mano y enseguida le dio un pañuelo que siempre usó para darme la mano. Como íbamos por la calle de Allende, pasábamos por tres pulquerías (“El Lucero de mis Noches”, “La Unión de los Amigos” y “La cascada de Rosas”) pues yo lo hacía atravesar la calle tres veces para no pasar por las pulquerías pues que no solo olían mal, también había personas tiradas durmiendo la mona. Donde decía “Damas” también había borrachas.

Un día, al llegar a la escuela, mi profesora que se llamaba Hilda Cáceres le dijo a Ignacio: Dile a su mamá que vamos a ir de excursión a Chapultepec a las 10 y comeremos de campo, que le mande algo. Como a las 9:30 llegó Ignacio con una canasta con mantel, platos, vasos, cubiertos, servilletas, un buen pollo asado, papas fritas, ensalada, fruta y un galón de agua de limón. Después de pasear y ver a los animales, nos sentamos en una sombra y la profesora extendió el mantel y se sentó conmigo e invitó a cuatro niñas que no llevaban nada y sobró comida. Esta profesora era tan cariñosa y atenta conmigo que la recuerdo gratamente.

El día de las madres salí en la fiesta disfrazada de mamá, la modista me hizo un vestido largo y en vez de trenzas me peinó mi mamá con un “chongo” y peinetas. Al año siguiente pasé a segundo y la profe también, siempre me puso en primera fila teniendo en cuenta mi problema con el ojo derecho. Ya a medio año, un niño, como de cuarto año, se pasaba a nuestro patio y quería que yo fuera a jugar con él al patio de los niños y yo no quise. Un día hasta me jaló y yo fui corriendo a decirle a la profesora. Cuando ella estaba distraída, en una carrerita venía a insistir y se lo dije a mi mamá. Entonces decidió inscribirme en el colegio “Cervantes” para el año siguiente. Fue mi papá quien lo hizo pues mamá nunca fue. Ahí cursé el 3° y 4° años y mi maestra fue Josefina de Elías. En esa época los cursos empezaban en enero y terminaban en diciembre, pero ese diciembre entró de presidente Lázaro Cárdenas y se corrió el rumor de que iban a dar cursos de comunismo y educación sexual. Tanto la profesora como mi familia estaban asustados pues como recordarán, eran muy “mochos”.

Una anécdota: Tendría yo 9 o 10 años cuando fui con Amada a por las tortillas. La calle en dónde vivía era muy larga, mi casa estaba casi en la punta saliendo a la izquierda y la tortillería estaba casi en la otra esquina a la derecha. Estaba un comal como de 1.20 metros de diámetro sobre unos bloques de piedra en el piso con leña abajo ardiendo y alrededor 6 mujeres sentadas sobre sus pantorrillas torteando los testales de masa (todavía no había las máquinas actuales). Una de esas mujeres, tenía detrás de ella en el piso, un nene que lloró amargamente todo el tiempo que esperamos. Muy impresionada le dije a la mujer: Oye, yo vivo en esta calle en el número 91, casi en la otra esquina, mi mamá sabe mucho de niños, llévalo cuando salgas del trabajo y seguro que ella sabrá por qué llora tanto. A las 6 de la tarde llegó y enseguida mi madre lo revisó, y yo, mirando. Tenía las axilas y las ingles en carne viva y en las orillas espuma amarilla. Enseguida lo baño y al ponerlo en el agua tibia dejó de llorar. Lo secó con cuidado y lo curó no sé con qué. Lo vistió con ropa limpia de la que hacía mi abuela para cuando algún obrero esperaba descendencia. El nene se durmió y la madre se fue feliz. Dijo que en su casa no había agua, solo una llave a más de seis calles y como entraba al trabajo a las 6 de la mañana, pues no le daba tiempo. Mi madre le dijo que lo llevara todas las tardes y Rosa la ayudante de la cocinera, ya tenía el agua lista. Fue como seis meses hasta que pusieron una llave más cerca.

Nota: Te explicaré por qué había cocinera y galopina (pinche de cocina). Tenían en el antecomedor, dos turnos de choferes y tres de obreros de confianza (no sindicalizados) Ahora contaré de un berrinche que hizo mi madre en el año 1933.- Fuimos de vacaciones mi madre, Rebequita y yo a Tlahuelilpa, Hgo. a casa del doctor Saturnino Escobar y Pérez y fue todo un mes. Antes diré que en el corredor de mi casa había 33 jaulas con pájaros de todas clases además de una canarera grande. Cuando regresamos de la vacación, ¡oh! sorpresa, solo quedó una con un cenzontle. ¿Qué pasó? Preguntó mi mamá y contestó papá; los vendí a un pajarero porque la sirvienta tardaba dos horas o más en limpiar todo eso y hacían mucho ruido, gran discusión y papá salió. Al buen rato, salió mamá de su recámara con dos maletas, me tomó de la mano y nos fuimos. Llegamos a una pensión, casa de doña Avelina, una española amiga de mis padres. Me dieron algo para jugar en el salón y se fueron a una habitación a platicar. Pasadas dos o tres semanas, mientras mamá dormía la siesta, yo, aburrida, se me ocurrió hablar por teléfono a Rebequita que quedó en casa con la abuela para platicar. Ella, muy lista, me preguntó: ¿dónde están viviendo? Yo contesté: En una casa que tiene muchas habitaciones y viven muchas personas, y ¿en qué calle es? No sé. ¿Qué ves por la ventana? Una papelería donde me compró mamá unos cuadernos y cuentos. ¿y cómo se llama esa papelería? Teiko, le dije, ¿Y pasa el tranvía por esa calle? Sí. Bueno, me dijo, ya tengo que irme, adiós. Al poco rato, apareció mi papá. Saludó a doña Avelina y se fueron a hablar y luego la señora me dijo ven, vamos a comprar un helado. Tardamos un buen rato y al regresar, ya estaban esperando papá y mamá.

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María Gloria Díaz's Timeline

1924
April 19, 1924
Mexico City, Federal District, Mexico
2014
November 25, 2014
Age 90
Mexico City, Federal District, Mexico
November 26, 2014
Age 90
Panteón Español, Ciudad de México, Distrito Federal, Mexico