Rabí Ça Carrillo, "Pedro Lainez"

Pedro Lainez, que antes de su conversión en 1492 se llamaba rabí Ça Carrillo fue denunciado junto con su esposa Aldonza ante la Inquisición. La documentación inquisitorial publicada por Carrete y Fraile contiene numerosas denuncias por prácticas judaizantes presentadas en los años 1504 y 1505 contra un gran número de cristianos nuevos de esta villa soriana, entre los que figuran este matrimonio. Resulta sorprendente la gravedad de las acusaciones que lanzaron los testigos que declararon ante el tribunal inquisitorial en Almazán en 1505, teniendo en cuenta la elevada posición socioeconómica de Lainez y la notoria influencia que se le atribuía en la casa del conde de Monteagudo, tan precisada de su asistencia financiera. Sin entrar a analizar en detalle el contenido de las mismas, baste con hacer constar que a su esposa se le atribuyó el haber pronunciado frases tales como «maldito fuese quien avía vedado el testamento viejo» y otras que evidenciaban la nostalgia por el pasado judío, tales como «mejor nos yva antes e más teníamos que agora», o «[...] mientras fueran judíos nunca les faltara el bien y que les faltaba». Pese a la gravedad de algunas de las denuncias, la inquisición no tomó ningún tipo de medida, ni contra Pedro Lainez, ni contra su esposa. Todos los hijos de Abraham Abén Rodrique, incluido Pedro, recibieron un privilegio de los Reyes Católicos el 2 de mayo de 1494 por el que se les concedieron generosas exenciones de impuestos que les convertían a efectos prácticos en hidalgos, aunque en el documento no se hizo mención expresa al concepto de «hidalguía». El privilegio fue concedido por los Reyes Católicos, en Medina del campo, 2-v- 1494, e iba dirigido a Pedro, Hernando, Francisco, Diego, Alonso, García y Antonio Lainez, vecinos de almazán. Se conserva inserto en varias ejecutorias de hidalguía de la chancillería de valladolid, y recientemente ha sido publicado en MARTíN GALáN, 2012. FUENTE : "El ascenso de los judeoconversos al amparo de la alta nobleza'” por Máximo Diego Hernando, en SEFARAD, vol. 74:1 enero-junio 2014, págs. 145-184