Luis Balparda Blengio

Había nacido el 25 de noviembre de 1924, hijo único del hogar formado por don Arturo Balparda y doña Mercedes Blengio y recibió de sus progenitores el necesario apoyo, no sólo del ámbito familiar, sino también de una correcta formación, a la que, desde luego, él contribuyó con su inteligencia y firmeza por el estudio, que nunca abandonó, "apasionado por saber", luego de recibido como Ingeniero Industrial en 1949, en la Universidad de la República, Facultad de Ingeniería y Agrimensura.

Los profesores Héctor Macazaga Silva y Liliana García de Macazaga, docentes de larga y proficua tarea en la enseñanza, contribuyeron con brillo a destacar la figura de Luis Balparda Blengio, obteniendo el primer premio en concurso organizado por el Ministerio de Educación y Cultura, en libro titulado "Luis Balparda Blengio. Sus aportes a la Educación Nacional", trabajo que ha sido fuente principal para esta nota evocativa. Recogiendo de la publicación "Treinta Años de Cinterfor. De como el Uruguay conquistó la sede y otras historias" transcriben una definición de la personalidad de Balparda que ha sido una notoria figura en su actuación nacional e internacional. Dice así: "Su currículo es tan extenso como variado, con bruscos ingresos y egresos de la función pública intercalados con largos remansos en la actividad privada en la que confiesa sentirse muy cómodo. Si acepta ser y hasta se ofrece como servidor público —e insiste a veces que sea en términos honorarios— se debe a que, en definitiva, la clave de su personalidad se encuentra en una conciencia vigilante que asume responsabilidad e incluso la busca, porque sabe que algo puede aportar al bien común".

En 1960 fue designado Director General y Presidente del Consejo Directivo de la Universidad del Trabajo, alto cargo que desempeñó hasta 1965, luego de haber sido reelecto. Apuntó su acción "considerando tanto las variables de tipo físico (escuelas, equipamiento, recursos económicos) como las culturales (formación docente, contenidos educativos)", orientando la capacitación de los egresados de la Educación Técnica a través de direcciones que estableció con su amplio dominio del tema.

Habiendo formado un cristiano y sólido hogar con Malvina Arrospide Aldabalde —hija del inolvidable don Emeterio Arrospide— allí nacieron siete hijos: Malvina, Gabriela, Luis, Emeterio, Alberto, Mercedes y Juan, conformando una familia compacta bien encauzada por los progenitores.

Su notable formación profesional le llevó a ocupar numerosos cargos en la empresa privada, así como a integrar instituciones que se honraron con su presencia honoraria, como por ejemplo, la Asociación de Ingenieros del Uruguay que presidió, la Academia Nacional de Ingenieros de la que fue miembro titular y el Consejo de Capacitación Profesional del cual fue su primer presidente.

En 1972 fue designado Ministro de Industria y Comercio, cargo que ocupó con logros significativos hasta que la crisis institucional lo llevó a la renuncia, dejando trazos de una gestión de alta jerarquía.

En materia política, fue hombre del Partido Nacional. Cuando mucho se podía esperar de su notable capacidad de trabajo e intelectual, llegó al fin de su trayecto terrenal el 21 de febrero de 1989. En nombre de amigos y allegados, el Dr. Enrique Beltrán expresaba: "... Llegar al final del camino, con la serenidad de los justos, pudiendo mirar hacia atrás la noble siembra de la fecunda jornada, rodeado del afecto y del amor de los suyos, y desde su alma de creyente, enfrentado al paso extremo como un invitado más de la Casa de Dios, es cumplir de la manera más bella, la apasionante tarea de vivir, así como también con la dura condena de morir. Esa es, en verdad, su más admirable lección".