Ofelia Ada Zúccoli

A LOS 93 AÑOS, LA POETA FALLECIÓ EN BUENOS AIRES Ofelia Zúccoli: la voz que bajó de la montaña Creadora del Jardín de los Poetas, es autora entre otras composiciones de "Ya viene soplando el Zonda". En julio, sus cenizas volverán a Calingasta, donde nació. Betty Puga - DIARIO DE CUYO Tenía 93 años recién cumplidos y celebrados con una gran fiesta el 1 de abril en Buenos Aires, donde residía desde hacía 77 años. Estaba tan bien de salud que hasta tenía entradas para asistir a la función de La Traviata, ópera que hasta ayer fue montada en el Teatro Roma. Sin embargo, Ofelia Zúccoli faltó a la cita con su otra gran pasión además de la poesía, la música.

El pasado 17 abril, y cuando se iba a dormir, luego de haber escuchado óperas por largo rato, su corazón se detuvo. Su hija Claudia estaba con ella y es quien desde Buenos Aires dice que "no sufrió. Vivió una vida plena, con dolores como toda vida".

A pesar de la distancia, las raíces de Ofelia quedaron para siempre en su valle, a ése que le cantó en infinidad de poemas y al que volverá en julio próximo, cuando sus cenizas sean esparcidas ahí. Además, en la misma fecha una escultura de la poetisa llegará para sumarse a la colección de bustos que conforman el Jardín de los poetas, el sitio que ella creó en el Parque Federico Cantoni de Zonda, allá por 1958.

"Quiero que ese día, que aún no está confirmado, sea una fiesta de la poesía, con la presencia de escritores jóvenes", explica Claudia.

Llegando al camino

Con sólo 17 años, Ofelia partió desde su Caligasta natal hacia la Capital Federal, para continuar sus estudios. Discípula de Alfonsina Storni y de Arturo Capdevila en el Conservatorio Nacional, luego siguió su carrera de Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires y llegó a ser presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

A los 24 ya había quedado viuda y de sus tres hijos: Ofelia, Amílcar y Claudia, perdió dos (Ofelia y Amílcar).

Dicen que la vida siempre da revancha y a la calingastina, luego de tanto dolor, le tenía reservada una hermosa historia de amor con el reconocido poeta Ricardo Molinari, con quien se casó cuando él tenía 89 años y ella, 67, y hacía 43 años que se conocían.

La primera obra de Ofelia fue "Llegando al Camino", publicada en 1937 por la editorial Nascimiento, con 21 poemas, y a ella siguieron "Estas coplas de mujer" (1946), "Lecho de Tierra" (1948), "Pasión de viña" (1953), "Lagar de mi sangre" (1961), "Digo su nombre, Calingasta" (1974), "Rostro de tierra" (1981), "Corazón encendido" (1986), entre otras.

Amor, paisaje, compromiso social son temas que se mezclan en sus versos.

"La voz de Ofelia traspone en su poesía el límite convencional de la palabra para continuar el derrotero infinito del arrobo telúrico y paisajístico", decía sobre ella la también fallecida poeta sanjuanina Lizzie Gallo.

Durante años, Ofelia pobló las páginas de DIARIO DE CUYO con sus poemas, y fue asidua concurrente a la Feria Internacional del Libro, donde firmaba sus ejemplares en el stand de San Juan.

También ejerció el periodismo y fue una de las fundadoras de APTRA, entre otros cargos que desempeñó a nivel nacional.

"No le quedó nada. Si hasta vio editada una antología de Molinari, por la que tanto luchó", dice Claudia desde Buenos Aires, y su voz se quiebra por la emoción. Sentimiento que en julio, volverá a repetirse, pero en este caso, en todos los sanjuaninos, cuando Ofelia esté de nuevo en su tierra.

""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""

Ofelia Zúccoli: la voz que bajó de la montaña Semblanza

Claudia Fidanza/hija de Ofelia Ante la pregunta acerca de su profesión siempre contestó, poeta. Había nacido entre las montañas azules del Tontal, en Calingasta, un primero de abril del año 1913. Toda su infancia estuvo signada por el olor de las cosechas, el canto de la escarcha, y las aventuras de ser la menor de once hermanos. Era hija de Livio Zúccoli y Ursula Tinto pioneros de la industria del vino y la plantación de manzanas.

En la casa de sus padres Las Cambachas, cursó las primeras letras, "Era de adobe mi casa,/ como nosotros, de tierra,/ lo que se fue con su forma / retorna en la primavera."... "Mi casa de Calingasta,/ patrona de las acequias,/ de las manzanas maduras/ y los racimos que sueñan."

Con este paisaje a los veinte viaja a Chile, conoce México y publica en editorial Nascimento "Llegando al camino". De esa travesía de descubrimiento nace la amistad con Enrique Molina, y el oficio de poeta que ejercitó durante toda su vida.

Ya en Buenos Aires participa de la revista Nosotros, junto con León Benarós, Juan Carlos Velazquez, Emma Felce. Son años de compromiso con la política, en un país que promete una esperanza para los pobres, los años del peronismo, y la pasión de Eva.

Desde entonces, en un tiempo que parece tan lejano, construyó una vida generosa hasta hoy.

Se decía de Ofelia, tiene un país de amigos. Evocarla es recordarla bailando un tango flor con Quinquela bajo el cielo de Caminito. Las charlas interminables con Marechal. las discusiones con Julia Prilutzky. Los domingos de madre viuda con sus cachorros, amasando pasta, y escribiendo en la cocina con la tía Adriana.

"Cómo quisiera renacer en árbol,/conocer su delirio,/su esperanza,/ la arrebatada transparencia verde/ que está en mi corazón,/ coral en llamas.../ Todo su mundo recreaba en las estrechas paredes de su casa de Boedo, el paisaje perdido. Supo de la participación siempre, en la Feria del Libro, en la SADE, en la defensa de los derechos de expresión cuando muchos callaban.

También ganó premios; fue fundadora de APTRA mientras trabajaba como periodista. Tuvo la alegría que sus versos fueran canción "Ya viene soplando el Zonda" y la dedicada a la santa de los camioneros "Pobrecita la Deolinda".

Dedicó sus últimos tiempos a la recopilación de la obra de Ricardo Molinari que fuera su segundo marido, su muerte la encontró con la alegría de la publicación de una antología por la Fundación Victoria Ocampo. Al pie del Zonda descansará en julio cuando su imagen mire al cielo del Tontal entre sus amigos, en el Jardín de los Poetas, que creó para su pueblo, para hacer de la poesía lo que es, un canto para todos.