Ocupó por la Dirección de la Escuela Normal y fue profesora de varias asignaturas en el Instituto de Ciencias del Estado de Aguascalientes. Se consagró totalmente a sus tareas de enfermera y ayudante en la sala de operaciones de la Cruz Roja. La fuente de la fortaleza de Conchita Aguayo provenía de su equilibrio en la lucha diaria y su natural generoso y benévolo; nunca se consideró frustrada ni fue resentida; su gusto literario y su sensibilidad artística, dieron altura a su personalidad. La música y la pintura eran sus aficiones predilectas. Estudió piano con el compositor mexicano Manuel M. Ponce y pintura con Severo Amador.
Conchita se quedó en su tierra y al lado de los suyos; fue entonces cuando ejerció sus funciones de enfermera en los hospitales de sangre que se improvisaron en Aguascalientes. Su ascendencia moral y sus dones "diplomáticos" los empleaba para servir a las familias desvalidas y a los heridos de guerra; los fieros revolucionarios no le infundían temor y con frecuencia hacía visitas al gobernador y comandante militar del Estado para obtener de él alimentos, medicinas o ropa para pacientes.
Fuente: Pedro de Alva. Letras sobre Aguascalientes.
