Alberto Fernando Mañé Garzón

public profile

Is your surname Mañé Garzón?

Research the Mañé Garzón family

Alberto Fernando Mañé Garzón's Geni Profile

Share your family tree and photos with the people you know and love

  • Build your family tree online
  • Share photos and videos
  • Smart Matching™ technology
  • Free!

Alberto Fernando Mañé Garzón

Birthdate:
Death: January 23, 2019 (93)
Immediate Family:

Son of Alberto Mañé Algorta and María Herminia Garzon Casaravilla
Husband of Elena Lezica Vaeza
Father of Private; Private; Private; Private; Private and 1 other
Brother of Sara Mañé Garzón; Private; Private; Martha Mañé Garzón and Alberto Mañé Garzón

Managed by: Fernando Mariano Stegmann Lavista
Last Updated:
view all 14

Immediate Family

About Alberto Fernando Mañé Garzón

FERNANDO MAÑÉ GARZÓN Murió el médico de la historia El reconocido pediatra, biólogo e historiador de la Medicina, murió ayer en Montevideo un día antes de cumplir 94 años de edad.

DIEGO FISCHER Jueves, 24 Enero 2019

Mañé, que hasta sus últimos meses mantuvo la lucidez y su característico sentido del humor, falleció en su casa quinta de la calle Juan Paullier y Bulevar Artigas, una de las primeras edificaciones realizadas por el arquitecto Walter Pintos Risso, a su pedido, a comienzos de la década de 1950.

Integrante de una familia de larga prosapia en Uruguay y Argentina, fue hijo del también médico Alberto Mañé Algorta, hombre de confianza de José Batlle y Ordóñez que lo designó Director de la Sanidad Militar, para —años más tarde y durante el gobierno de Gabriel Terra—, desempeñarse como ministro de Relaciones Exteriores y finalizar su carrera política como Ministro en la Legación uruguaya en Francia.

En el París previo a la Segunda Guerra Mundial transcurrió parte de su infancia, donde no solo adquirió el dominio del francés sino que despertó su admiración por la cultura francesa. Devoción que mantuvo intacta durante toda su vida. Acostumbraba recitar poemas de Baudelaire y Rimbaud o citar prosas de Montaigne. A su regreso a Montevideo, cursó liceo en la Sagrada Familia. Vivía entonces en una casa de avenida Brasil y Chucarro y tomaba todas las mañanas el tranvía 15.

"Nos sentábamos en primera fila", recordó a El País su compañero de clase Enrique Levrero Puig. Y agregó: "Fernando era una alumno aplicado y de buena conducta, pero no le gustaba mucho la Matemática". Levrero, que es un destacado ingeniero, comentó que, en más de una ocasión, en los escritos de Matemática le tuvo que pasar los ejercicios, porque él no había estudiado. Décadas más tarde, la anécdota era evocada por ambos condiscípulos cada vez que se encontraban, al tiempo que recordaban a Elías Maltach, el exigente y brillante profesor de Química y Física, docente que a ambos estudiantes los marcó para bien.

Amaba la naturaleza. Los primeros estudios universitarios de Mañé los realizó en la Facultad de Humanidades y Ciencias, junto a Clemente Estable. Allí llegó a ser Profesor Titular de Zoología. Casi simultáneamente cursó Facultad de Medicina, para luego de graduarse especializarse en Francia. Para entonces se había casado con la argentina Elena Lezica Alvear, que junto a su familia se afincó en Montevideo durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón. El matrimonio tuvo cinco hijas mujeres (una de ellas hoy médica) y un varón.

En el escritorio de su casa y en un lugar destacado de la biblioteca, tenía una fotografía de su esposa que cualquiera podía confundir con Olivia de Havilland en el esplendor de su juventud y su belleza. Elena murió hace una década.

El doctor, el señor, el historiador. Conversar con Mañé Garzón era un deleite. Recibía a toda persona que se lo solicitara. En lo personal tuve el privilegio de concurrir muchas veces a su casa a consultarlo y a pedirle opinión y consejo sobre la investigación que estaba realizando en ese momento. A la salida de aquellos encuentros, que se prolongaban por varias horas, siempre me surgía la misma reflexión: "Cuánto conocimiento y sabiduría se perderán el día que Mañé muera".

Simpático, optimista, siempre cordial, tenía un manejo no solo de la historia de la Medicina sino de la historia en su conjunto, asombroso. Nadie como él desmenuzaba la genealogía de la clase alta. Sabía las historias que se pueden contar y las que se comentan en voz baja; las evocaba con mirada pícara y las remataba con una carcajada.

Hacía gala de su lema de vida: "Todo hombre bien educado debe mantener siempre el optimismo" y no ocultaba su condición innata de docente. Lo fue en la Facultad de Medicina y en la de Humanidades, pero también fue un maestro de vida para muchos médicos a los que consideraba sus discípulos. "Hay gente que no tiene maestros, esos son los silvestres", sostenía.

Entre sus alumnos estuvo el doctor Ricardo Pou Ferrari que, con el correr de los años, se convirtió en su lugarteniente en el Departamento de Historia de la Facultad de Medicina. Pou compartió, además, la coautoría de varios libros. El médico ginecólogo dijo a El País, que Mañé "era no solo un gran clínico, sino también un hombre que manifestaba curiosidad por todo".

Gran lector, afirmaba que sus autores preferidos eran Proust, Cervantes, Borges, José Hernández y Montaigne. Recordó que era además un gran comprador de libros al que acompañaba en sus recorridas por las librerías de Tristán Narvaja. "Compraba libros viejos que él mismo restauraba, cuando ya no entraban más en su casa, y a pesar de la negativa de Elena, su mujer, siguió adquiriendo y los entraba a escondidas a la casa".

Autor de más de una docena de textos sobre los médicos y la historia de la Medicina uruguaya y de decenas de trabajos científicos, Pou sostiene que la obra publicada de Mañé más trascendente y que mayores aportes científicos hizo a nivel nacional y mundial, son los tres tomos de Historia de la Ciencia. "Lamentablemente nunca llegó a editar el cuarto y último tomo", afirmó.

Un consejero cordial y optimista. Fernando Mañé Garzón hacía gala de su lema de vida: "Todo hombre bien educado debe mantener siempre el optimismo". Docente en las facultades de Medicina y Humanidades, fue un maestro de vida para muchos médicos. "Hay gente que no tiene maestros, esos son los silvestres", sostenía. Simpático, optimista, siempre cordial, tenía un manejo asombroso de la historia de la Medicina y de la historia en su conjunto

LEER EL PAÍS DEL 20/09/2010

EL DR. HOUSE DEL URUGUAY

Domingo

El Dr. House de la pediatría

Se llama Fernando Mañé Garzón, tiene 85 años y es pediatra desde 1954. Muchos lo consideran un experto en hacer diagnósticos clínicos. También docente, habla de medio siglo de cambios en el trato con los niños.

¿Te interesa esta noticia?

Mañé Garzón sostiene que los pacientes no depositan la confianza necesaria en los médicos, y que éstos deben actuar con mayor responsabilidad ante ellos.

CARLOS TAPIA

Este trabajo siempre me gustó, lo hice con mucha vocación. Y no puedo decir, como otra gente, que lo elegí porque me encantaran los chicos. Siempre digo en broma que los niños me gustan, pero solo cuando están enfermos". Tras soltar este chiste, el pediatra Fernando Mañé Garzón emite una risa ronca. Tiene 85 años. Es médico clínico y biólogo. Fue jefe de servicios grado cinco de la Facultad de Medicina, del Casmu y del BPS. Aún da clases de historia en la Facultad y participa de dos ateneos semanales de neonatología, donde intercambia conocimientos y opiniones con sus colegas.

Algunos médicos jóvenes los consideran el "Dr. House uruguayo". Esto no se debe a lo agrio de su sentido del humor, ni al bastón marrón que posee, sino a que es quien más se acerca en el país a ser un médico diagnosta, especialidad que practica el personaje encarnado por Hugh Laurie. "En gran parte eso es verdad. Con el paso de los años los pacientes que recibo son cada vez más complejos. Vienen más que nada por diagnósticos", señala.

Egresó de la Facultad de Medicina en 1954. Luego de realizar un curso de practicante interno decidió convertirse en pediatra. "Pensé: el adulto tiene asma, problemas en el corazón, en la próstata, para caminar; en cambio los niños tienen una sola cosa, y eso me gustó más", explica. De todos modos advierte que un médico, aunque solo trabaje en un área, "debe tener conocimientos de toda la medicina".

-¿A qué tuvo que adaptarse con el paso del tiempo?

-La medicina, igual que la ciencia en general, se divide en dos períodos: hasta 1950 y después. Antes de ese año podíamos recetar todos los medicamentos que existían y lo hacíamos bien. Uno lograba tener conocimiento de todo lo que había. Hasta ese entonces los avances eran, vamos a decir, geométricos. Después el crecimiento pasó a ser exponencial; hasta llegar al día de hoy, que te tenés que aprender todo esto -muestra el Farmanuario 2010, un catálogo de todos los medicamentos existentes (ver foto en la página siguiente)-. No hay nadie que lo pueda saber completo.

-Y, en todos estos años, ¿qué cambió en los niños?

-Lo primero que hay que entender es que la pediatría no es una especialidad, sino que es la medicina general llevada a una edad de la vida. En la patología del niño es importante la parte infecciosa, y aparecieron remedios específicos: los antibióticos. Desde la penicilina en adelante se desarrollaron infinidades.

-¿Qué cambió, con el correr de los años, en la cercanía con el paciente?

-De eso se habla mucho -calla unos instantes y piensa-. La gente dejó de valorar al médico. Lo cree un empleado más. En esto hago mucho hincapié cuando doy clases. En que hay que darse cuenta que es una responsabilidad muy grande la que adquiere una persona cuando obtiene el título de médico. Puede hacer muchas cosas, buenas y malas. La primera de todas, que siempre les digo a mis alumnos, es que tenemos la potestad de firmar un certificado de defunción. Yo firmé muchos.

-¿Y cómo se hace para asumir semejante responsabilidad?

-Y es difícil... El otro día iba caminando por General Flores y viene una persona y me dice: "¡Usted le salvó la vida a mi hija!". Eso es algo que me pasó muchas veces. Pero también está la contrapartida, y es que siempre hay alguien que te quiere matar. Te echan la culpa. Más de una vez vino la jefa de enfermeras a decirme que algún padre quería matarme. Para evitar esto se tiene que, por un lado, recibir del paciente toda su confianza; y por otro, el médico tiene que entender que es responsable de una vida y las circunstancias que eso implica, no tomarlo como una rutina. No se le puede decir a la gente: usted tiene cáncer avanzado, se va a morir. ¡Eso no es la medicina! Tiene que hacerse responsable de esa salud. Siempre, por más grave o leve que sea la enfermedad, se puede hacer algún bien. Es decir, si un paciente viene a verme, así tenga algo incurable o sea un pusilánime que crea tener alguna cosa a cada rato, cuando se va debe sentirse más contento que cuando vino.

Medicina, religión y arte. En 2011 se cumplen 50 años de vivir en esta misma casa, con todas sus paredes pobladas de bibliotecas y cuadros. Los géneros son variados, desde Historia completa de Argentina, a Cartas completas de Lord Chesterfield, pasando por varios manuales de medicina, escritos en español, francés e inglés. Un enorme retrato de su abuelo, Pablo Mañé Garzón, es el más grande del estar, pero también tiene dos de él mismo, que fueron pintados por Augusto Torres García, hijo de Joaquín. "Fue íntimo amigo mío", se enorgullece, al tiempo que recuerda la novela de Víctor Hugo, Veinte años después. Pues ese es el tiempo que pasó entre una pintura y la otra. "Una me la hizo en 1955 y la otra en 1975", cuenta. Augusto murió en 1992.

Los recovecos que quedan libres están ocupados por varios objetos religiosos y fotografías familiares. Una réplica de La Piedad de Miguel Ángel, que parece tener varios golpes encima, es lo primero que se ve tras cruzar la puerta de entrada, sobre la cual cuelga un pequeño crucifijo.

Ya en su biblioteca, a la derecha del escritorio, reposan sobre una estantería varias plaquetas, discos compactos y una enorme foto de su esposa vestida en traje de novia. Ella falleció hace diez años.

Mañé Garzón hizo las carreras de Ciencias Biológicas y Medicina a la vez. "Estudié las dos cosas al mismo tiempo. Me gustó, fue fácil", sostiene. Durante 20 años dio clases de zoología experimental y biología en la que fue la Facultad de Humanidades y Ciencias, al mismo tiempo que trabajaba como médico.

-¿Cómo se hace para atender niños y no angustiarse por sus enfermedades?

-Eso forma parte de la cosa. Hay gente que se angustia. Cuando uno trata una enfermedad es como si te tiraran algo encima. Uno tiene que reaccionar frente a eso y aguantarlo, hay gente que no lo logra. Yo tengo que responder con responsabilidad a la confianza que pone el paciente en mí. Es como si yo tuviera un banco y alguien depositara en él su dinero. Con la salud pasa igual, solo que se trata de algo más importante.

-Hoy Internet se convirtió en un espacio donde las personas buscan segundas opiniones…

-Eso pasa porque no hay confianza. Si alguien viene a verme por las dudas, mejor que se vaya. El médico clínico no asesora, sino que aconseja. Puede asesorar un radiólogo, o un hombre que hace un análisis y le dice a alguien que tiene alto el colesterol. En cambio el consejo no es genérico, debe corresponder a cada paciente.

-¿Por qué algunas personas desconfían de los médicos?

-Yo tenía una paciente que decía: "Si Fernando me pide que me tire por la ventana, yo me tiro". ¿Qué es eso? ¡Confianza! Cuando falla eso el paciente protesta o denuncia al médico. Hay dos realidades: una es que todos nos podemos equivocar, y otra que un médico de hoy tiene que asistir en un día a veinte pacientes.

-Estos cambios hicieron que desapareciera, por ejemplo, el médico de familia…

-Desapareció porque la gente no lo cuida. Van a especialistas. Les duele acá van al cardiólogo, les duele allá van al gastroenterólogo… Entonces, al final no van a ningún lado. Cada persona debe tener un médico en quien confiar.

Mañé Garzón tiene seis hijos y 19 nietos. "Desde que falleció mi mujer vivo solo con una vieja ama -de llaves-, como dice Don Quijote". Cada vez que habla de ella lo hace con cariño y se alegra decir que hace 50 años que trabaja en su casa. "Ahora, por unos meses, también estoy con mi hija, que volvió hace poco de México con su marido y sus cuatro hijos, y están buscando casa", cuenta.

El médico que algunos comparan con el de la serie Dr. House no atiende pacientes desde hace 20 años, cuando tenía 65 y debió retirarse. "Igual sigo en actividad, con las clases o con las consultas que me hacen. Y me gusta mucho leer. Además de esta biblioteca tengo dos garajes llenos de libros. Es que la medicina es mi pasión"

view all

Alberto Fernando Mañé Garzón's Timeline

1925
January 24, 1925
2019
January 23, 2019
Age 93