Alejandro Ernesto Bunge

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About Alejandro Ernesto Bunge

Alejandro Bunge (1880-1943) fue un economista que tuvo una clara visión del desarrollo deformado de la Argentina, lo que él llamó el “país abanico”. Sus ideas-fuerza tienen hoy plena vigencia.

Hay conceptos como el de “conciencia nacional” o “ser nacional” -muy difundidos por diferentes ideólogos- , pero que aparecen -en la mayoría de los casos-, como fórmulas abstractas, genéricas, difíciles de precisar. Sin embargo, el criterio es simple y fácil de comprender. Un intelectual argentino lo elaboró hace seis décadas, como una propuesta para el cambio social, político, económico y cultural. Nos referimos al ingeniero Alejandro E. Bunge, economista, hombre político, científico al servicio del país. La conciencia nacional es aquella que hace referencia específica a los intereses económicos concretos de una nación: sus riquezas naturales, su industria, su patrimonio cultural y humano y el grado de independencia que posibilite su aprovechamiento para beneficio del país y de su pueblo.

En 1941 Bunge escribió la siguiente página: “En todas las naciones civilizadas existe una política económica y social propia que se opone a la influencia del exterior. En el nuestro, en cambio, existe la política económica y social que el exterior nos impone. Se trata, en fin de crear una política económica argentina, política que jamás ha existido y que no es tan necesaria como nuestras instituciones sociales y administrativas. La Argentina, por su patrimonio territorial y las condiciones fundamentales de su pueblo, puede mantener una vida en todos sentidos independiente, con la sola condición de hacernos cada día más dignos de nuestra heredad por nuestro propio esfuerzo”.

Formado en las ideas del socialcristianismo, Alejandro Bunge fue uno de los arquetipos de luchador silencioso y abnegado. Puede decirse que su obra “Una Nueva Argentina”, publicada en 1940, constituye un libro clave para interpretar la realidad nacional. Aunque de diferente formación intelectual y filosófica, estaba consustanciado con el mismo anhelo renovador que impulsó a hombres como Juan B. Justo - autor de “Teoría y Práctica de la Historia”-, a trabajar por el crecimiento del país y de sus habitantes. “Una Nueva Argentina”, es en nuestra época, lo que las “Bases” de Alberdi o el “Argirópolis” de Sarmiento, fueron en el siglo XIX.

¿Por qué, entonces, la vida y la obra del ingeniero Bunge han caído en un sorprendente olvido? Aun quienes se dicen sus discípulos, sus continuadores, no pasan del recuerdo anecdótico o del panegírico necrológico. Pareciera que su voz clamó en el desierto. Sin embargo, su ejemplo constituye un incitante programa incumplido.

Perteneció a una familia que dio al país valores de mérito. Entre sus hermanos figuran magistrados y juristas -como lo fue su padre-, sociólogos, como Carlos Octavio Bunge y legisladores del talento Augusto Bunge, enrolado en la corriente socialista.

¿Quién fue este hombre que ahora recordamos? Desde 1914 organizó en el país la labor estadística del trabajo nacional: de esa época datan los primeros índices de precios minoristas. Fue Director de Estadística de la Nación, organizando esa institución con criterio moderno. Hasta 1924, que ocupó el cargo, reordenó el material existente, aumentó la eficiencia de los servicios e incorporó series y elaboraciones estadísticas. Fue asesor del Banco de la Nación en cuestiones económicas y del Ministerio de Hacienda. Organizó las oficinas estadísticas de las provincias de Tucumán y Mendoza.

Dedicado a la enseñanza superior, fue profesor en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata y profesor y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires. Se desempeñó como delegado técnico del gobierno argentino ante la Segunda Conferencia Interamericana de Washington (1920), concurrió a la Quinta Conferencia Interamericana de Santiago de Chile (1923) y como delegado plenipotenciario a la Séptima Conferencia Panamericana de Lima (1938). Invitado por catorce universidades de los Estados Unidos de Norteamérica realizó una gira de conferencias donde se refirió a las consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial.

En 1930 realizó una misión en Chile, presidiendo la delegación argentina designada por el gobierno del vecino país para la reorganización en el mismo de las investigaciones y encuestas económicas, así como de la estadística y censos nacionales.

Alejado de toda acción partidista, prestó sus servicios a diversos gobiernos, aunque siempre comprometido con los intereses nacionales. Realizó tareas de su especialidad durante los gobiernos de Roque Sáenz Peña, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear y Agustín P. Justo. Publicista notable fundó y dirigió desde 1918 -y por espacio de casi tres décadas-, la “Revista de Economía Argentina”, en cuyas páginas se publicaron trabajos que significaron importantes jalones en el pensamiento económico y en el análisis de la realidad económica y social de nuestro país.

En 1924 advertía en una conferencia pronunciada en el Instituto Popular de Conferencias: “La conciencia nacional que hubiera nacido sin otro bagaje que el recuerdo de Mayo, de sus clarines y de sus banderas, sería hoy insuficiente. No podemos ahora detenernos en San Martín y Belgrano, ni en Rivadavia, ni en Sarmiento, ni en Alberdi y Avellaneda; tenemos que ir más allá; aun más allá de Mitre, de Roca, de Pellegrini”.

“Debemos convencernos -señalaba Bunge-, que ésta es la última generación de importadores y estancieros. En la próxima generación, la de nuestros hijos, el predominio será de los granjeros y de los industriales. De los hombres de la gran industria, de la industria media, de los artesanos, de los obreros manuales, de los granjeros, que han de multiplicarse también como se multiplican hoy los pequeños talleres de artesanos”.

“Nuestros diez millones de habitantes no quieren ya recibir innecesarias fruslerías en cambio de cueros y lana, quieren producir inteligentemente todo lo que necesitan, quieren dictar su comercio, quieren explotar con sabiduría y coraje las inmensas riquezas de cada una de las regiones de esta heredad argentina. No quieren que su patria siga siendo un país jornalero al servicio de otras naciones; el pueblo de esta joven República ha aprendido y trabajado ya lo bastante para establecerse por cuenta propia en su heredad nacional”.

“La evolución económica actual -concluía- nos conduce a un nuevo período de progreso quizás el más brillante de nuestra historia. Un sano nacionalismo, discreto y sereno, a la par que claramente concebido y practicado con energía y perseverancia, habrá de tutelar el desarrollo de ese progreso. Para ellos es necesario que todos los argentinos conozcamos bien a nuestro país y a nuestro propio pueblo. Tendremos además, un nuevo motivo de satisfacción en la vida. Todos diremos entonces: si yo no fuera argentino desearía serlo”.

Bunge fue un propulsor del industrialismo argentino, y, aunque muchos hicieron industrias antes que él iniciara su prédica, ninguno creyó como él en el porvenir y en la necesidad de la industria nacional. Cuando en su tiempo discutían agriamente librecambistas y proteccionistas, él se inclinó por esta última posición, no porque creyera que en sí fuera la mejor, sino porque era un convencido que para la realidad argentina de la hora, ella era la que podía significar un desarrollo interno que le liberara de la tutela extranjera.

Pero su criterio nacionalista no devenía en una fórmula abstracta que le hiciera olvidar al hombre concreto, de carne y hueso, que vive y lucha por su desarrollo individual y colectivo: “¿Cree alguien, sinceramente, que todo está en orden y que no haya motivo para amargas insatisfacciones?”, se preguntaba. “Piénsese en aquella parte de la población lejana que carece de agua potable; en los que en el Norte tienen por viviendas dos paredes en ángulo y un techo; en familias que cualquiera sea su número y la edad de los que la forman, viven en Buenos Aires en una sola pieza; en los casos en que alguna de esas personas así hacinadas padece una tuberculosis abierta; en los agricultores seminómadas que viven en ranchos miserables sin huerta, sin un árbol, sin oportunidad espiritual alguna; en los hombres que viven sin más imagen del Estado y de los intereses generales que el agente de seguridad de la esquina”.

Denunció en su libro “Una Nueva Argentina” el desequilibrio económico entre las distintas zonas del país y el latifundio. La Argentina, a juicio del Ingeniero Bunge, padece un desarrollo desigual, que explica a través de la teoría del “abanico”. Ese abanico revela cómo la densidad de población, la capacidad económica, el nivel cultural y el nivel de vida van disminuyendo a medida que aumenta la distancia de la Capital, que es el centro.

En cuanto al problema de la tierra decía: “En nuestro país la tierra ha sido motivo de comercio y especulación, teniéndose de ella un concepto crudamente comercial”. Consideraba que era el momento oportuno para crear un régimen especial que facilitara el acceso a la tierra al agricultor, adoptando el principio de la función social de la tierra que hiciera posible la difusión del hogar rural en todas las regiones fértiles del país, provisto de los implementos agrícolas necesarios. La financiación de esta nueva estructura se obtendría con la creación del impuesto progresivo al valor de la tierra en una sola mano.

El ingeniero Bunge fue un crítico de la sociedad tradicional, y cuando pocas veces se atrevían a impugnar las injusticias y falencias de la Argentina de los años cuarenta, su palabra se levantó para advertir a los gobernantes y a la clase dirigente, que el modelo “agro-exportador” y dependiente estaba agotado. Como pocos, advirtió los cambios que se producirían en la última posguerra, la quiebra de los viejos imperios y el surgimiento de hondas corrientes nacionales y democráticas que todo lo cuestionarían. Quiso que el cambio se realizara en paz y libertad: pero no fue, como otras veces, escuchado. La sordera de la clase dirigente, su indiferencia ante la cuestión social y nacional, llevaría al país a una crisis profunda. La siesta del patriciado finalizaba, y el despertar sería turbulento.

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Alejandro Bunge Ir a la navegación Ir a la búsqueda Alejandro Bunge Alejandro Bunge.jpg Información personal Nacimiento 8 de enero de 1880 Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina Fallecimiento 24 de mayo de 1943 63 años Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina Nacionalidad Argentina Familia Padres Octavio Bunge Familiares Era hermano de Carlos Octavio y Delfina Bunge y tío del filósofo Mario Bunge Información profesional Ocupación Economista, político Miembro de

   Academia Nacional de Ciencias Económicas (Argentina)
   Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas Ver y modificar los datos en Wikidata

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Alejandro Bunge (Buenos Aires, Argentina, 8 de enero de 1880 – ibídem, 24 de mayo de 1943) fue un economista y político socialcristiano argentino. Índice

   1 Informaciones personales
   2 Actividad profesional
   3 Obras
   4 Notas
   5 Referencias

Informaciones personales

Era hijo de Octavio Raymundo Bunge y de María Luisa Rufina Arteaga,1​ y pertenecía a una familia alemana emparentada con la rama belga que fundaría una multinacional cerealera de intensa actividad en la Argentina, Bunge & Born. Su abuelo había emigrado para “hacer la América”, es decir para labrarse un porvenir alcanzando el éxito económico, lo que en buena medida logró actuando como comerciante. Su padre, Octavio Bunge, se recibió de abogado y desarrolló una brillante carrera judicial alcanzando el cargo de miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina. Era hermano de Augusto, Carlos Octavio y Delfina Bunge. Su padre era un librepensador que, no obstante ello, envió sus hijos a un colegio católico; uno de ellos, Alejandro, resultó influenciado de tal modo por su educación que quiso estudiar para sacerdote, ante lo cual su padre lo envió a Alemania a estudiar ingeniería. En ese país se graduó y se casó con Margarita Schreiber, hija de uno de sus profesores, con quien tuvo ocho hijos. Además, conoció las ideas de Friedrich List, el precursor de la escuela historicista. Actividad profesional

De regreso en su país obtuvo con el apoyo de su familia un cargo en la oficina estadística del por entonces Departamento de Trabajo, retomó sus vínculos con los católicos sociales. Bunge participó de la Liga Social Argentina, antecedente del Partido Demócrata Cristiano, junto a figuras como Federico Grote, Gustavo Franceschi, Emilio Lamarca, Juan Félix Cafferata , y asumió la dirección de los Círculos de Obreros Católicos, (1912-1916) fundados por el padre Federico Grote. Ambas asociaciones estaban imbuidas del socialcristianismo y del compromiso de los católicos con las cuestiones sociales, constituyendo espacios de reflexión y de propuestas de reforma social. Bajo la influencia las enseñanzas del papa León XIII en sus encíclicas Rerum Novarum (1891) sobre la cuestión social y Graves de Communi Re (1901) sobre el recto concepto de democracia cristiana, como parte del socialcristianismo y distinguiéndola de la socialdemocracia, y del pensamiento del sociólogo francés Frédéric Le Play, Bunge encontró temas que ligaban sus intereses empiristas con el reformismo social de connotación moral. 2​

Luego como Director Nacional de Estadísticas, donde estuvo hasta 1924. Fue el responsable de las primeras estimaciones del Producto Nacional Bruto.

Fue asesor del Banco de la Nación Argentina y del Ministerio de Hacienda, y organizó las oficinas estadísticas de las provincias de Mendoza y Tucumán. También se desempeñó como docente en las Universidades de La Plata y Buenos Aires, donde tuvo como alumno a Raúl Prebisch, a quien más adelante le consiguió una beca para estudiar en Australia y Nueva Zelanda la organización de las oficinas estadísticas de esos países. También fueron alumnos suyos los futuros ministros Federico Pinedo y Antonio de Tomaso.

Como técnico del gobierno, participó entre 1920 y 1938 de varias delegaciones argentinas en conferencias internacionales. También llevó a cabo una serie de disertaciones en los Estados Unidos, referidas a las consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial.

Por un lado era una personalidad influyente el medio social dominante, pues provenía de una familia con gran capital social y económico, está muy vinculado con miembros que ocupan posiciones influyentes en la sociedad y sobre todo se trata de un reconocido profesional y profesor de las ciencias económicas. Esta característica junto con su continua tarea abocada a cuestiones públicas, a problemas sociales y sobre todo económicos de su país, podrían encuadrarlo como un intelectual.

Por otro lado la mayor parte de sus aportes intelectuales fueron realizados en el ámbito específico de la economía, su especialidad. Su trabajo se concentró en el estudio de propuestas que permitieran el mejoramiento económico y a partir de ahí, el social. Desde su juventud se desempeñó como empleado del estado: primero como docente universitario y poco después como integrante de la burocracia del ministerio de hacienda. Desde dentro del estado desarrolló sus ideas económicas e intentó influir en la toma de decisiones para implementarlas, aunque sin éxito. Estos elementos lo colocarían dentro de la galería de los expertos estatales.

Las propuestas de Bunge sobre los cambios que la economía necesitaba en esos momentos consisten en la diversificación de la producción de materias primas y en el desarrollo de la industria manufacturera. En forma progresiva debía fomentarse el consumo interno y la exportación de productos de fabricación local, a través de políticas proteccionistas del estado consistentes en gravámenes para la importación.

En uno de sus artículos3​ argumenta mostrando que los países más desarrollados de Europa y Norteamérica han crecido merced a políticas económicas proteccionistas, aplicando el librecambio sólo cuando les resultaba conveniente para su desarrollo económico. Trata también de demostrar que las políticas librecambistas no abaratan el costo de vida como muchos sostenían, sino que a mediano plazo lo encarecen por empobrecimiento de la población. Finalmente explica que en la Argentina existe la posibilidad de aplicar sus ideas de la nueva economía porque se cuentan con los recursos físicos, humanos y culturales necesarios. Desde los ámbitos universitario y estatal, como profesor y como miembro (en distintos cargos) del departamento de estadísticas intentó difundir sus ideas y crear espacios de intercambio y socialización intelectual. Es especialmente importante su obra como director y como autor de artículos de la “Revista de Economía Argentina”.

Los objetivos de la revista eran el estudio de los problemas de la economía argentina, recoger los resultados de experiencias de otros países y difundir ideas que permitieran influir en la búsqueda de soluciones a los problemas económicos del país. En su consejo editorial se encontraban miembros de familias influyentes lo que junto con el gran número de ejemplares que se entregaban gratuitamente a distintas organizaciones gubernamentales y a universidades y colegios nacionales. Era un espacio destinado a la expresión intelectual de integrantes de las clases universitarias y acomodadas, que permitía la comunicación y socialización dentro de ella, pero no contemplaba la participación de integrantes de clase obrera (ni de sus supuestos defensores intelectuales: sindicalistas y marxistas entre otros).4​ El mencionado artículo trata sobre lo que hoy sería una mezcla de macro economía y economía política; del diagnóstico de los problemas que tenía la Argentina en ese momento, propone soluciones y luego explica su factibilidad. Son estos elementos que hacen enteramente a los asuntos públicos, características de un intelectual. Pero en este caso, la economía se ocupa necesariamente de los asuntos públicos por la misma naturaleza disciplinaria. Lo que diferenciaría a un economista intelectual de uno que no lo fuera sería si se ocupan o no de los asuntos económicos de su tiempo, o si se mantienen en un nivel de teoría sin asumir ningún compromiso con lo que sucede a su alrededor. Bunge tiene un indiscutible compromiso. Obras

   Riqueza y renta de la Argentina (1917)
   La economía argentina (4 vols. 1928–1930)
   Una nueva Argentina (1940) Editorial Kraft

Notas

«Genealogía Familiar». Consultado el 7 de febrero de 2015. Aportes del humanismo cristiano en economía aldesarrollo argentino: vida y obra de E. Lamarca,A. Bunge y F. Valsecchi Alejandro Bunge Nueva orientación de la política económica argentina (fragmento). En Juan José Llach (Selección e introducción) La Argentina que no fue. Bs. As., IDES, 1985, capítulo 1, páginas 39 a 72.

   Jorge Pantaleón El surgimiento de la nueva economía argentina: el caso Bunge. En M. Plotkin y F Neiburg (comp.) Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina. Bs. As., Paidós, 2004, páginas 175 a 201

Referencias

   Alejandro Bunge, en Grandes Economistas, EUMED.
   Reseña
   Un acierto anticipado de Alejandro Bunge: la “Unión aduanera del Sud” por Patricia Audino y Fernando Tohmé. Acceso 53-2015.
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Alejandro Ernesto Bunge's Timeline

1880
January 8, 1880
Buenos Aires, Argentina
1904
October 13, 1904
Girona, Catalunya, Spain
1905
December 7, 1905
San Isidro, Buenos Aires, Argentina
1907
August 4, 1907
San Isidro, Buenos Aires, Argentina
1909
April 5, 1909
Heinichen, Germany
1911
August 2, 1911
1913
September 8, 1913
1915
July 6, 1915
1917
February 13, 1917