Alfonso López Pumarejo 38° Presidente de Colombia

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Alfonso López Pumarejo, 38° Presidente de Colombia

Birthdate:
Birthplace: Honda, Tolima, Colombia
Death: November 20, 1959 (73)
London, England (United Kingdom)
Immediate Family:

Son of Pedro Aquilino López Medina, Senador and Rosario Pumarejo Cotes
Husband of Olga Dávila Alzamora and María Michelsen Lombana
Father of Alfonso López Michelsen 51° Presidente de Colombia; Private; Private; Fernando López Michelsen and Maria Mercedes Lopez
Brother of Sofia Lopez Pumarejo; Maria Lopez Pumarejo; Eduardo López Pumarejo; Miguel López Pumarejo and Pedro Nel López Pumarejo

Occupation: Politician, President of Colombia, Diplomat
Managed by: Private User
Last Updated:

About Alfonso López Pumarejo 38° Presidente de Colombia

LÓPEZ PUMAREJO, ALFONSO

   Político y estadista liberal, presidente de la República durante los períodos 1934-1938 y 1942-1945, nacido en Honda, Tolima, el 31 de enero de 1886, muerto en Londres, el 20 de noviembre de 1959. Alfonso López Pumarejo pasó sus primeros años en Honda, donde había venido a establecerse su padre, de origen bogotano, al servicio de la Casa Miguel Samper e Hijos; su madre era de origen costeño. Después se trasladó a Bogotá, e ingresó al Colegio San Luis Gonzaga y al Liceo Mercantil. Complementó su educación con clases particulares recibidas de personajes como Miguel Antonio Caro, Lorenzo Lleras, Juan Manuel Rudas y José Miguel Rosales. Años más tarde su padre, Pedro A. López, lo envió a Inglaterra, donde estudió finanzas en Brighton College; luego perfeccionó sus estudios en las disciplinas económicas en la Packard School de Nueva York. Regresó al país en 1904, cuando contaba con 18 años, y empezó a colaborar con su padre en la administración de la Casa López. Una vez terminado el período de educación y estudio, comenzó una ardua actividad que lo llevó por el campo de los negocios bancarios, la diplomacia, la política y el periodismo, en los cuales fue desarrollando un carácter «polémico, ardiente y decidido», aspectos que lo marcarían en todo el transcurso de su vida pública y de estadista, como dice Ignacio Arizmendi Posada. En la Casa López, que según Juan Lozano y Lozano, «no tuvo antecedentes ni ha tenido sucesores en nuestra vida económica, [pues] suscitó la creación de industrias que no se conocían, consolidó varias de aquellas que, como el café, estaban dispersas y desconcertadas, promovió la intensificación de los transportes, el progreso de la agricultura, el florecimiento de la banca»; López Pumarejo adquirió gran experiencia en el manejo de cuestiones financieras. Sin embargo, con su gran voluntad, capacidad e intuición, y una estructura intelectual más que adecuada para desempeñarse en cargos públicos, López siempre trabajó con una visión clara hacia la labor política, la que le apasionó durante toda su vida. En 1915 resultó elegido diputado a la Asamblea del Tolima. Más adelante emprendió iniciativas de gran importancia, como la fundación del Banco Mercantil Americano en 1918, la Compañía Mercantil de Ultramar, el Diario Nacional, y otras. Hacia 1924 entró definitivamente por el camino de la política y desde las páginas del Diario Nacional y La República, comenzó a luchar en favor de su partido, «con el valor civil y la prestancia intelectual de quien se sabe vocero y portador de una justa causa,>, en palabras de Carlos Perozzo. En 1925 fue elegido representante a la Cámara. A partir de este momento, López dejó entrever su fibra de conductor de pueblos, su vocación de líder y de estadista. Desde esta posición, emprendió campañas en pro de la economía nacional y, a la vez, se impuso como el opositor más aguerrido al régimen imperante. Su imagen empezó a reflejarse en el ámbito político nacional, y finalmente su empuje y vocación lo llevaron a la mesa directiva de la Dirección Nacional Liberal en 1929. López supo ver en ese momento la oportunidad del partido liberal para recuperar el poder y Llamó a la unión. Dividido el partido conservador entre los seguidores del poeta Guillermo Valencia y los del general Alfredo Vázquez Cobo, el liberalismo, unido en torno al nombre de Enrique Olaya Herrera, triunfó en las elecciones de 1930, acabando con la larga hegemonía conservadora. Como jefe único del partido liberal, López Pumarejo se encargó entonces de la organización del partido, al tiempo que colaboró activamente con las reformas económicas, tributarias y financieras que el gobierno necesitaba hacer. También desempeñó varios cargos de responsabilidad; fue presidente de la delegación colombiana a la Conferencia Panamericana de Montevideo, el 14 de diciembre de 1933, y en 1934, huésped transitorio del Consejo Directivo de Unión Panamericana.

Primer gobierno
El 6 de noviembre de 1933, López Pumarejo aceptó la candidatura presidencial para suceder a Olaya Herrera, y con la ausencia de contendor por parte del conservatismo fue elegido por casi un millón de votos. Inició su gobierno el 7 de agosto de 1934, poniendo en práctica los mecanismos en que basó su programa, y que tratarían de hacer realidad la República Liberal y ejecutar la "Revolución en Marcha", su lema, que él definió como «el deber del hombre de Estado de efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución por medios violentos». Este lema, acuñado durante la campaña, era para Gerardo Molina lo que habría de ser «el comienzo de la revolución agro-industrial, la que tenía en su favor muchos elementos para realizarse si el liberalismo se hubiera decidido». La Revolución en Marcha apuntaba hacia la modernización del país y su inmersión en el ámbito de la economía capitalista. El primer gobierno de López Pumarejo, más fecundo y de mayor proyección histórica que el segundo, según sus analistas, fue eminentemente reformista. Así, bajo los postulados del partido, que buscaba darle al país un desarrollo agrícola e industrial que le permitiera convertirse en un Estado moderno, López presentó, al final, ejecutorias como las reformas constitucional, tributaria, universitaria, judicial, laboral y de relacioñes exteriores. En cuanto a la reforma constitucional, Acto legislativo N° 1 de 1936, el gobierno de López, al decir de Jorge Mario Eastman, estableció «nuevas pautas jurídicas para la acción del Estado y otras normas de conducta política para los ciudadanos». Según Eastman, las reformas constitucional, legal y normativa de la República Liberal obedecieron a un planteamiento orgánico que buscaba el ajuste del régimen democrático a las realidades sociales y económicas de la época; las bases sobre las que López fundó sus reformas institucionales fueron: «La Revolución en Marcha, movimiento de sustentación popular de la nueva política; el partido de gobierno, promotor del cambio; y el sindicalismo, presencia organizada de los trabajadores>,. Se cambió la concepción del Estado gendarme, propia de la Constitución de 1886, por la del Estado como entidad capaz de obligar al ciudadano al cumplimiento de sus deberes sociales. Según Timoleón Moncada, senador de la época, esto significaba que el individualismo sería sustituido por la función social, que el individuo tendría la obligación de hacer lo que fuera necesario para fortalecer la sociedad y debería abstenerse de lo que pudiera debilitarla. El constituyente de 1936 definió la propiedad por su función social. Ahora el Estado intervendría en la economía del país, con la intención no sólo de racionalizarla, sino de dar al trabajador una protección, introduciendo un equilibrio entre las relaciones obrero-patronales, pero este artículo fue suprimido en la reforma constitucional de 1968. La reforma tributaria estableció el impuesto directo, y que las industrias y grandes empresas tributaran más que antes. Se elevó el impuesto a la renta; se dispuso que las rentas consolidadas por posesión de capital fueran gravadas más fuertemente que las derivadas del trabajo; se crearon los impuestos de patrimonio y exceso de utilidades; y se introdujeron cambios en los impuestos sobre la masa global hereditaria, asignaciones y donaciones. La reforma agraria aspiraba a redistribuir la tierra y ponerla en manos de quienes la trabajaban; se dictaron normas en cuanto se refería a las tierras bien explotadas, en la medida en que se debían establecer condiciones óptimas para jornaleros arrendatarios y colonos; y se suspendió la ayuda que el Estado daba al patrono en su supuesto derecho dé despedir a arrendatarios y colonos con la ayuda de la fuerza pública.
La reforma laboral, que López planteó y fundamentó teóricamente desde la primera administración, pero sólo logró concretar en su segundo gobierno, comprendía que en una economía en vías de actualización capitalista, habría que codificar la relación patrón-obrero, pues la fuerza de trabajo debía organizarse con sistemas de contratación y jurídicos más estables. Se propició, entonces, el sindicalismo, con el fin de armonizar la condición obrera con las necesidades estructurales de la industrialización, y se garantizó el derecho a la huelga. El sindicalismo fue la base de su política de construir una línea de apoyo al gobierno con el respaldo popular. Según Alvaro Tirado Mejía, «políticamente el gobierno de López logró captar y convertir en base de apoyo al movimiento obrero a través de una política de reconocimiento legal, de apoyo económico a las centrales obreras, y de arbitramento». López se preocupó por la tecnificación a todos los niveles para elevar el país a un grado decoroso de industrialización, pero también fue preocupación de su gobierno el impulso a la educación a todo nivel. En el campo educativo, López emprendió una tarea de reestructuración docente, dio definitiva conformación a la Universidad Nacional y adquirió los terrenos para construir la Ciudad Universitaria, concentrando todas las facultades e institutos, hasta entonces dispersos, en un solo espacio. Según Gerardo Molina, con este plan, expuesto en 1935, López fue «el afortunado realizador de uno de los mayores compromisos contraídos por el liberalismo con la nación en este siglo, cual fue la transformación de la Universidad. La integración de facultades e institutos, la Ciudad Universitaria, la dotación de recursos financieros suficientes, el establecimiento de las libertades académicas, la autonomía relativa, la participación de profesores y estudiantes en el manejo del claustro, la presencia de la mujer, la apertura de nuevas, carreras, el estímulo a la investigación, los servicios sociales, la extensión universitaria, fueron algunos de los aspectos en que se materializó ese vigoroso impulso». López consideraba de suma importancia estimular el desarrollo de la universidad, y cambiar las estructuras que ya eran obsoletas en un país en vías de industrialización, y que regían desde la Regeneración; veía la necesidad de establecer un mayor número de carreras, de acuerdo a las demandas de la transformación que vivía el país. Por otra parte, estableció la libertad de enseñanza, pero reservó al Estado la inspección de los institutos docentes públicos y privados. En lo que se refiere a las relaciones Iglesia-Estado, el gobierno progresista de López consagró la libertad de cultos y de conciencia. En el sector judicial, dispuso desde un principio un cambio general de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, a donde Llegaron personas jóvenes y dinámicas, lo mismo que en otras dependencias de esta rama. Dictó medidas sobre la inembargabilidad de los salarios, los mecanismos de protección a la maternidad y el desarrollo de la vivienda urbana para trabajadores y campesinos. En cuanto a las relaciones exteriores, López preconizó la activación de relaciones entre los pueblos en iguales circunstancias económicas y sociales, como medio de oposición a los países que, basándose en su poderío, trataban de imponer sus doctrinas. López conocía la amenaza que representaba la ambición de países como Estados Unidos, por eso, en la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz, en Buenos Aires, en 1936, propuso, a través de sus representantes, la creación de la Asociación de Naciones Americanas. Otras medidas importantes del gobierno de López fueron la supresión de la orientación confesional católica en todo el sistema educativo, dando un nuevo marco a las relaciones entre el Estado y la Iglesia; la consagración del trabajo como una obligación social de todo ciudadano, y de la asistencia social para los incapacitados; y la eliminación del voto cualitativo en la elección de los senadores. Todas estas reformas hicieron que varios sectores de la población se opusieran al gobierno de López Pumarejo. Las medidas intervencionistas chocaron contra los intereses de gremios económicos como la Federación de Cafeteros, los industriales, la política social y la reforma fiscal, y los terratenientes de ambos partidos, respaldados por banqueros e industriales, e incluso por una parte del liberalismo, crearon la Acción Patriótica Económica Nacional (APEN) para hacer contrapeso al gobierno. Pero la oposición más violenta fue la encabezada por Laureano Gómez en unión del clero, que acusaban al gobierno de López de socialista y ateo. El contragolpe histórico se revelaría en la segunda administración, 19421945, a través del intento de golpe de Estado en Pasto, el 10 de julio de 1944. La gestión presidencial de López durante este período ha sido reconocida como «el salto de la Nación al siglo XX». El mismo presidente, al finalizar su administración, se mostraba consciente de su logro gubernamental, en un mensaje al Congreso: «En cuatro años se ha modificado, para bien o para mal, la organización de la República, sus instituciones y leyes; se han provocado deslizamientos en la jerarquía de las ideas; se ha cambiado el criterio social de clases enteras; se han iniciado obras ambiciosas, se han realizado otras, y al final de ellas hay quienes aseguran que el gobierno destruyó la República, y otros que ha creado un orden nuevo».
López Pumarejo Alfonso Alfonso López Pumarejo. Oleo de Marco A. Salas Y. Sociedad de Agricultores de Colombia, Bogotá.

   Segundo gobierno

Tan notable fue la obra de López Pumarejo en su primera administración, que no pocos de sus copartidarios pensaron nuevamente en su nombre para la elecciones presidenciales de 1942. López ganó la reelección, derrotando una coalición liberal-conservadora personificada por Carlos Arango Vélez. Subió al poder en medio de una violenta oposición de la derecha, encabezada por Laureano Gómez, a la que se unió la insegura solidaridad del liberalismo con su gobierno. El partido liberal estaba dividido, y esta división resultaba más peligrosa para la permanencia del liberalismo en el poder, que la misma oposición; además, era un obstáculo para gobernar. López convocó la unión, y ésta se hizo; sin embargo, según Gerardo Molina, «el arreglo era más aparente que efectivo, porque cada aspirante a obtener presillas para futuras situaciones estaba más interesado en la refriega que en la paz». Simultáneamente, y como otro hecho negativo contra su ánimo, López tuvo que enfrentar una difícil situación familiar causada por la enfermedad de su esposa, María Michelsen. Estos tres elementos: la oposición conservadora, la desunión del liberalismo y la precaria salud de su esposa, fueron minando su voluntad y lo condujeron finalmente a la renuncia del mando, que intentó en marzo de 1944, aduciendo motivos familiares. No obstante, un paro cívico organizado por la clase obrera para expresar su respaldo al presidente, lo obligó a reasumir el mando. Entonces, se dispuso a sacar adelante otra reforma constitucional, plasmada en 1945. Esta nueva reforma le concedió la ciudadanía a la mujer, pero sin derecho a votar; consagró la prohibición para los militares de sufragar; y disminuyó el número de debates para la aprobación de leyes, entre otras medidas. En esta segunda administración, López tuvo que afrontar una difícil situación económica, ocasionada en buena parte por la segunda Guerra Mundial, que afectó las ventas de productos colombianos en el exterior. Se impulsaron las bolsas de valores, se dictaron nuevas normas tributarias y el gobierno contó con la autorización para endeudarse con el fin de financiar diversos proyectos. Por otra parte, la industria, que tanto progreso tuvo en la primera administración, se estrelló contra la ausencia de una industria metalúrgica e intermedia. De todas maneras, López y su equipo de gobierno, entre los que se contaban hombres como Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras, Darío Echandía, Adán Arriaga Andrade y otros, lograron impulsar nuevos cambios, aunque no tan profundos como los de la primera administración. En cuanto a las relaciones internacionales, López estableció con la Unión Soviética relaciones diplomáticas, adhirió al Acta de Chapultepec sobre la solidaridad interamericana y Colombia ingresó a las Naciones Unidas. Uno de los hechos más importantes de este gobierno tuvo lugar después del llamado "Golpe de Pasto", cuando López y su ministro de Trabajo, Adán Arriaga Andrade, aprovechando el estado de sirio, expidieron el decreto legislativo 2350 de 1944, que estableció el reconocimiento del contrato de trabajo como entidad jurídica autónoma, dio al gobierno facultades para establecer modelos que sirvieran como contrato presuntivo y para fijar el salario mínimo, decretó la jornada laboral de nueve horas y el pago de horas extras, fijó la duración del contrato de trabajo en seis meses, estableció el preaviso correspondiente, limitó a seis meses el contrato de aprendizaje, y fijó en 14 años la edad límite para empezar a trabajar.
Durante esta administración, López se ausentó de la Presidencia en dos oportunidades. Entre el 9 y 19 de octubre de 1942, con ocasión de una visita a Venezuela en misión de cordialidad bolivariana, cuando lo reemplazó Carlos Lozano y Lozano; y desde el 19 de noviembre de 1943 al 16 de mayo de 1944, cuando viajó a Estados Unidos para atender la salud de su esposa, quedando en reemplazo Darío Echandía. Poco después de su regreso, el 10 de julio de 1944, tuvo lugar un intento de golpe de estado militar en Pasto, suceso que muestra el estado de ánimo que vivía el país. López había viajado a Pasto para presidir unas maniobras militares, a pesar de las advertencias de sus amigos, que presentían un suceso nefasto. En el curso de las maniobras, dos coroneles trataron de poner preso al presidente para separarlo del poder; López estuvo detenido durante dos días, pero gracias a la acción de Darío Echandía, que tomó el mando, y del ministro de Gobierno Alberto Lleras, con el respaldo de los obreros y la adhesión de los altos mandos militares, el movimiento fracasó y los sublevados entregaron al presidente. Aunque las consecuencias del frustrado golpe no fueron graves, López Pumarejo ya no era el mismo, se daba cuenta de que había llegado al límite de las posibilidades de su gestión. Ya en febrero de 1944 había dicho: «Esta batalla entre el caos y el orden, batiéndose a la defensiva, no sólo es alarmante en sí misma, y por sus consecuencias inmediatas, sino porque ha paralizado toda otra acción pública, toda tentativa de engrandecimiento, todo propósito de progreso. El gobierno liberal no puede dedicarse en todo el vigor de su iniciación, únicamente a administrar por rutina y defenderse de los ataques de la oposición. Sus iniciativas, sus grandes estímulos, sus generosos propósitos intelectuales, no están realizados sino parcialmente, y muchos confiesan el temor de haber avanzado más de la cuenta»: López había presentado dimisión ante el Congreso el 15 de mayo de 1944, pero el Congreso le solicitó que finalizara el período. La renuncia irrevocable fue anunciada en un mensaje al Congreso el 19 de julio de 1945, y presentada definitivamente el 31 de julio. El 7 de agosto siguiente, Alberto Lleras Camargo se hizo cargo de la primera magistratura. Aunque López quería dedicarse a la tranquilidad' y las preocupaciones propias de su hogar, entre 1946 y 1948 presidió la delegación de Colombia a las Naciones Unidas, y luego siempre se hizo presente en los diversos acontecimientos que agitaron al país en los años siguientes. Enemigo de la dictadura, fue protagonista del pacto entre los dos partidos que culminó con la creación del Frente Nacional. Fue presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 1948, y diez años más tarde fue elegido presidente del Comité de los 21. El 6 de mayo de 1959 la Universidad Nacional de Colombia, bajo la rectoría de Mario Laserna, le otorgó el título de doctor Honoris causa, en reconocimiento a su labor por la educación en Colombia. Poco después viajó a Londres como embajador de Colombia ante el gobierno británico. De su matrimonio con doña María Michelsen le quedaron cinco hijos: María, María Mercedes, Alfonso, Pedro y Fernando; Alfonso llegó a ser presidente de la República en 1974. Cuando enviudó, López Pumarejo se volvió a casar con doña Olga Dávila [Ver tomo 2, Historia, pp. 5l4-52l y 526-532].
SILVIA ROJAS CABALLERO
Bibliografía
LATORRE CABAL, HUGO Mi novela. Apuntes autobiográficos de Alfonso López Pumarejo. Bogotá, Ediciones Mito, 1%1. LOPEZ PUMAREJO, ALFONSO. Los últimos días de López y cartas íntimas de tres campañas políticas (1929, 1940, 1958). Bogotá, Ediciones Mito, LOPEZ MICHELSEN, ALFONSO "Alfonso López Pumarejo". En: Esbozos y atisbos. Bogotá, Canal Ramírez-Antares, 1980. LOPEZ PUMAREJO, ALFONSO Obras selectas, 2 Vols. Bogotá, Cámara de Representantes, 1979-1980. SALAZAR SANTOS, SANTIAGO. Alfonso López Pumarejo. Mis recuerdos sobre su vida y su obra. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, Seguros Bolívar; 1992. TIRADO, THOMAS. Alfonso López Pumarejo, el conciliador. Bogotá, Planeta, 1986. TIRADO MEJIA, ALVARO, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, 1934-1938. Bogotá, Procultura, 1981. TIRADO MEJIA, ALVARO (Comp.). Estado y economía. 50 años de la Reforma del 36. Bogotá, contraloría General de la República, 1986. TIRADO MEJIA, ALVARO y MAGDALA VELÁSQUEZ La reforma constitucional de 1936. Bogotá, Fundación Friedrich Naumann, Oveja Negra, 1982. ZULETA ANGEL, EDUARDO. El presidente López. Medellín, Ediciones Albón, 1966. 2á ed.: Bogotá, Gamma, 1986.
Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.
Alfonso López Pumarejo - 1934-1938

Nació en Honda, Tolima, el 31 de enero de 1886, murió en Londres, el 20 de noviembre de 1959. Político y estadista liberal, presidente de la República durante los períodos 1934-1938 y 1942-1945.

Alfonso López Pumarejo pasó sus primeros años en Honda, donde había venido a establecerse su padre, de origen bogotano, al servicio de la Casa Miguel Samper e Hijos; su madre era de origen costeño. Después se trasladó a Bogotá, e ingresó al Colegio San Luis Gonzaga y al Liceo Mercantil. Complementó su educación con clases particulares recibidas de personajes como Miguel Antonio Caro, Lorenzo Lleras, Juan Manuel Rudas y José Miguel Rosales. Años más tarde su padre, Pedro A. López, lo envió a Inglaterra, donde estudió finanzas en Brighton College; luego perfeccionó sus estudios en las disciplinas económicas en la Packard School de Nueva York.

Regresó al país en 1904, cuando contaba con 18 años, y empezó a colaborar con su padre en la administración de la Casa López. Una vez terminado el período de educación y estudio, comenzó una ardua actividad que lo llevó por el campo de los negocios bancarios, la diplomacia, la política y el periodismo, en los cuales fue desarrollando un carácter "polémico, ardiente y decidido", aspectos que lo marcarían en todo el transcurso de su vida pública y de estadista, como dice Ignacio Arizmendi Posada. En la Casa López, que según Juan Lozano y Lozano, "no tuvo antecedentes ni ha tenido sucesores en nuestra vida económica, [pues] suscitó la creación de industrias que no se conocían, consolidó varias de aquellas que, como el café, estaban dispersas y desconcertadas, promovió la intensificación de los transportes, el progreso de la agricultura, el florecimiento de la banca"; López Pumarejo adquirió gran experiencia en el manejo de cuestiones financieras. Sin embargo, con su gran voluntad, capacidad e intuición, y una estructura intelectual más que adecuada para desempeñarse en cargos públicos, López siempre trabajó con una visión clara hacia la labor política, la que le apasionó durante toda su vida.

Primer gobierno el 6 de noviembre de 1933, López Pumarejo aceptó la candidatura presidencial para suceder a Olaya Herrera, y con la ausencia de contendor por parte del conservatismo fue elegido por casi un millón de votos. Inició su gobierno el 7 de agosto de 1934, poniendo en práctica los mecanismos en que basó su programa, y que tratarían de hacer realidad la República Liberal y ejecutar la "Revolución en Marcha", su lema, que él definió como "el deber del hombre de Estado de efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución por medios violentos".Este lema, acuñado durante la campaña, era para Gerardo Molina lo que habría de ser "el comienzo de la revolución agro-industrial, la que tenía en su favor muchos elementos para realizarse si el liberalismo se hubiera decidido".

La Revolución en Marcha apuntaba hacia la modernización del país y su inmersión en el ámbito de la economía capitalista. El primer gobierno de López Pumarejo, más fecundo y de mayor proyección histórica que el segundo, según sus analistas, fue eminentemente reformista. Así, bajo los postulados del partido, que buscaba darle al país un desarrollo agrícola e industrial que le permitiera convertirse en un Estado moderno, López presentó, al final, ejecutorias como las reformas constitucional, tributaria, universitaria, judicial, laboral y de relacioñes exteriores. En cuanto a la reforma constitucional, Acto legislativo N° 1 de 1936, el gobierno de López, al decir de Jorge Mario Eastman, estableció "nuevas pautas jurídicas para la acción del Estado y otras normas de conducta política para los ciudadanos".

Según Eastman, las reformas constitucional, legal y normativa de la República Liberal obedecieron a un planteamiento orgánico que buscaba el ajuste del régimen democrático a las realidades sociales y económicas de la época; las bases sobre las que López fundó sus reformas institucionales fueron: "La Revolución en Marcha, movimiento de sustentación popular de la nueva política; el partido de gobierno, promotor del cambio; y el sindicalismo, presencia organizada de los trabajadores>,. Se cambió la concepción del Estado gendarme, propia de la Constitución de 1886, por la del Estado como entidad capaz de obligar al ciudadano al cumplimiento de sus deberes sociales. Según Timoleón Moncada, senador de la época, esto significaba que el individualismo sería sustituido por la función social, que el individuo tendría la obligación de hacer lo que fuera necesario para fortalecer la sociedad y debería abstenerse de lo que pudiera debilitarla.

El constituyente de 1936 definió la propiedad por su función social. Ahora el Estado intervendría en la economía del país, con la intención no sólo de racionalizarla, sino de dar al trabajador una protección, introduciendo un equilibrio entre las relaciones obrero-patronales, pero este artículo fue suprimido en la reforma constitucional de 1968. La reforma tributaria estableció el impuesto directo, y que las industrias y grandes empresas tributaran más que antes. Se elevó el impuesto a la renta; se dispuso que las rentas consolidadas por posesión de capital fueran gravadas más fuertemente que las derivadas del trabajo; se crearon los impuestos de patrimonio y exceso de utilidades; y se introdujeron cambios en los impuestos sobre la masa global hereditaria, asignaciones y donaciones. La reforma agraria aspiraba a redistribuir la tierra y ponerla en manos de quienes la trabajaban; se dictaron normas en cuanto se refería a las tierras bien explotadas, en la medida en que se debían establecer condiciones óptimas para jornaleros arrendatarios y colonos; y se suspendió la ayuda que el Estado daba al patrono en su supuesto derecho dé despedir a arrendatarios y colonos con la ayuda de la fuerza pública.

La reforma laboral, que López planteó y fundamentó teóricamente desde la primera administración, pero sólo logró concretar en su segundo gobierno, comprendía que en una economía en vías de actualización capitalista, habría que codificar la relación patrón-obrero, pues la fuerza de trabajo debía organizarse con sistemas de contratación y jurídicos más estables. Se propició, entonces, el sindicalismo, con el fin de armonizar la condición obrera con las necesidades estructurales de la industrialización, y se garantizó el derecho a la huelga. El sindicalismo fue la base de su política de construir una línea de apoyo al gobierno con el respaldo popular. Según Alvaro Tirado Mejía, "políticamente el gobierno de López logró captar y convertir en base de apoyo al movimiento obrero a través de una política de reconocimiento legal, de apoyo económico a las centrales obreras, y de arbitramento".

López se preocupó por la tecnificación a todos los niveles para elevar el país a un grado decoroso de industrialización, pero también fue preocupación de su gobierno el impulso a la educación a todo nivel. En el campo educativo, López emprendió una tarea de reestructuración docente, dio definitiva conformación a la Universidad Nacional y adquirió los terrenos para construir la Ciudad Universitaria, concentrando todas las facultades e institutos, hasta entonces dispersos, en un solo espacio. Según Gerardo Molina, con este plan, expuesto en 1935, López fue "el afortunado realizador de uno de los mayores compromisos contraídos por el liberalismo con la nación en este siglo, cual fue la transformación de la Universidad. La integración de facultades e institutos, la Ciudad Universitaria, la dotación de recursos financieros suficientes, el establecimiento de las libertades académicas, la autonomía relativa, la participación de profesores y estudiantes en el manejo del claustro, la presencia de la mujer, la apertura de nuevas, carreras, el estímulo a la investigación, los servicios sociales, la extensión universitaria, fueron algunos de los aspectos en que se materializó ese vigoroso impulso".

Segundo gobierno tan notable fue la obra de López Pumarejo en su primera administración, que no pocos de sus copartidarios pensaron nuevamente en su nombre para la elecciones presidenciales de 1942. López ganó la reelección, derrotando una coalición liberal-conservadora personificada por Carlos Arango Vélez. Subió al poder en medio de una violenta oposición de la derecha, encabezada por Laureano Gómez, a la que se unió la insegura solidaridad del liberalismo con su gobierno. El partido liberal estaba dividido, y esta división resultaba más peligrosa para la permanencia del liberalismo en el poder, que la misma oposición; además, era un obstáculo para gobernar.

López convocó la unión, y ésta se hizo; sin embargo, según Gerardo Molina, "el arreglo era más aparente que efectivo, porque cada aspirante a obtener presillas para futuras situaciones estaba más interesado en la refriega que en la paz". Simultáneamente, y como otro hecho negativo contra su ánimo, López tuvo que enfrentar una difícil situación familiar causada por la enfermedad de su esposa, María Michelsen. Estos tres elementos: la oposición conservadora, la desunión del liberalismo y la precaria salud de su esposa, fueron minando su voluntad y lo condujeron finalmente a la renuncia del mando, que intentó en marzo de 1944, aduciendo motivos familiares. No obstante, un paro cívico organizado por la clase obrera para expresar su respaldo al presidente, lo obligó a reasumir el mando. Entonces, se dispuso a sacar adelante otra reforma constitucional, plasmada en 1945.

Esta nueva reforma le concedió la ciudadanía a la mujer, pero sin derecho a votar; consagró la prohibición para los militares de sufragar; y disminuyó el número de debates para la aprobación de leyes, entre otras medidas. En esta segunda administración, López tuvo que afrontar una difícil situación económica, ocasionada en buena parte por la segunda Guerra Mundial, que afectó las ventas de productos colombianos en el exterior. Se impulsaron las bolsas de valores, se dictaron nuevas normas tributarias y el gobierno contó con la autorización para endeudarse con el fin de financiar diversos proyectos. Por otra parte, la industria, que tanto progreso tuvo en la primera administración, se estrelló contra la ausencia de una industria metalúrgica e intermedia. De todas maneras, López y su equipo de gobierno, entre los que se contaban hombres como Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras, Darío Echandía, Adán Arriaga Andrade y otros, lograron impulsar nuevos cambios, aunque no tan profundos como los de la primera administración.

En cuanto a las relaciones internacionales, López estableció con la Unión Soviética relaciones diplomáticas, adhirió al Acta de Chapultepec sobre la solidaridad interamericana y Colombia ingresó a las Naciones Unidas. Uno de los hechos más importantes de este gobierno tuvo lugar después del llamado "Golpe de Pasto", cuando López y su ministro de Trabajo, Adán Arriaga Andrade, aprovechando el estado de sirio, expidieron el decreto legislativo 2350 de 1944, que estableció el reconocimiento del contrato de trabajo como entidad jurídica autónoma, dio al gobierno facultades para establecer modelos que sirvieran como contrato presuntivo y para fijar el salario mínimo, decretó la jornada laboral de nueve horas y el pago de horas extras, fijó la duración del contrato de trabajo en seis meses, estableció el preaviso correspondiente, limitó a seis meses el contrato de aprendizaje, y fijó en 14 años la edad límite para empezar a trabajar.



President of Colombia 1934-1938 and 1942 - 1945.



Colombian politician and twice president of the country.

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Alfonso López Pumarejo 38° Presidente de Colombia's Timeline

1886
January 31, 1886
Honda, Tolima, Colombia
1913
June 30, 1913
Bogotá, Bogota, Colombia
1959
November 20, 1959
Age 73
London, England (United Kingdom)
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