Alfredo Ricardo Guillermo Víctor Wyld Viteri

Nació Alfredo Wyld Viteri en la ciudad de Guatemala el 16 de marzo de 1883, hijo de don Ernesto Wyld Quiñónes y doña Concepción Viteri, a quien perdió a temprana edad (1894). Hizo sus estudios elementales en Guatemala y sus primeras lecciones de piano se las dieron los notables pianistas y compositores señor Luís Felipe Arias y Herculano Alvarado. Aunque su familia destinaba al joven Alfredo a la carrera comercial la música le atraía irresistiblemente, y se fue para San Francisco en busca de propicio ambiente a sus aspiraciones. Allí cursó con el egregio pianista español Santiago Arrillaga, y el compositor Oscar Weill. Fueron aquellos, años de trabajo encarnizado, en que empezó a formarse su carácter y su genio propio. Dióse a conocer efectuando varias “tournées” como pianista por los Estados Unidos. Los Ángeles, Nueva York, España y por fin Francia, tierra prometida, donde resolvió dedicarse por completo a la composición. Hacia 1914 llegó, en el ambiente cargado de la primera guerra mundial, a Burdeos; la capital provisional de Francia, última etapa hacia París. Allí el ‘extranjero’ conquistó la amistad y la admiración de los bordeleses: el conservatorio le abrió las puertas; presentó e interpretó obras suyas, y tocó con Gabriel Fauré en más de un concierto. Pero su más preciosa conquista fue la de su incomparable esposa, la compañera de su vida, la inspiradora de su arte, la bella y eximia artista señorita Elodie Ducros. Fue padrino de su boda el insigne compositor francés Francis Planté, que le apreciaba muchísimo. En 1919, se traslada a París donde sigue componiendo. Sostiene relaciones de amistad con los músicos franceses Mangeot Paul Vidal, Phillipp, profesor este del conservatorio de París, el cual escribe un prólogo laudatorio para sus Cuatro Estudios en notas dobles; acepta Saint-Saens la dedicatoria de los mismos, favor que no había concedido a nadie hasta entonces. Comparte el tiempo en la composición, la enseñanza y las recepciones artísticas y musicales. Su esposa colabora con él, recitando magistralmente poemas franceses en los conciertos. Cada mes, con sus discípulos, dan audiciones regulares en su habitación de la Rue des Vignes, luego en Saint-Cloud, en la amplia morada de su hermana la señora de Lehnhoff. Pronto el maestro recibe también en Saint-Cloud el concurso de artistas y músicos célebres: el cuarteto Loewenguth, Jean Fournet, la ilustre Ninón Vallin, la bailarisa Jeaninie Charrat, el compositor Florent Schmitt. En 1929, se le nombra representante oficial de la república de Guatemala en los festivales sinfónicos iberoamericanos de Barcelona, donde triunfa con Caravana y Danzas Españolas. Es este un período de producción artística intensa para él, con una serie de obras profundas y originales para piano, canto y orquesta. La segunda guerra mundial le halla en Cap d’Áil, donde permanece hasta la primavera de 1944. Expulsado de la costa por los alemanes, llegó finalmente a París, con la salud completamente arruinada, pero no dejando de trabajar. Se extinguió el 23 de abril de 1947 en París liberada que tanto amaba. Puede advertirse en sus obras una amalgama de ritmos americanos del sur y del norte, así como la influencia oriental del espíritu indígena de su país. Además de las composiciones ya citadas, he aquí algunas otras obras del maestro: Marcha Guerrera a la Manera Egipcia, Danza Fantástica, Presto Capricioso, Canción Melancólica, Tristesse, Fiesta Aldeana, Minuet Gavota, Canción Mística, Entierro en Venecia, Danza Oriental, (El mar, la montaña, el desierto, caravana) para piano. Para canto, varias romanzas (Tu corazón, La violetera ha muerto) y piezas humorísticas tales como Appartement á Louer (Piso por alquilar), suite burlesque de Maurice Dekobra, para piano y canto; para orquesta, «ballets» (La venganza de la bruja), una «suite asiática», el poema En la altura y Cuatro danzas características. No hay que olvidar, tampoco las deliciosas composicioncitas para los niños, que tanto éxito lograron en su enseñanza. Fueron sus hermanos: Isabel Wyld de Lehnhoff, Ernesto Wyld, Lolita Wyld de Aguirre y James T. Wyld (este último, hijo de las segundas nupcias de don Ernesto).