Jean Joseph Evremond Sperry Poniatowski

More Sharing Services Share on googlebuzz Share on email Un príncipe en casa Por: Virginia Bautista

Sus pequeñas manos colocadas sobre las de su padre, el príncipe Jean Joseph Evremond Poniatowski Sperry, recorriendo suavemente las teclas del piano, con lo que se hacía la ilusión de que era ella quien sacaba esos “sonidos mágicos” del instrumento, es uno de los recuerdos más entrañables de su progenitor que posee la escritora Elena Poniatowska.

“Era un hombre muy sensible, muy tierno y amoroso. Le encantaba la música. Sabía tocar el piano de maravilla. Él y mi abuelo eran muy amigos de Debussy. Me sentaba en sus rodillas y ponía mis manos chiquitas encima de las suyas grandotas mientras tocaba. Eso nunca se me olvida”, comenta la narradora de 76 años.

Descendiente en línea directa del rey Estanislao II Augusto Poniatowski de Polonia, que abdicó en 1795 al ver que su país era repartido entre Rusia, Prusia y Austria, razón por la que los Poniatowski se exiliaron en Francia, Poniatowski Sperry nació en París en 1907.

“Era muy emprendedor. De joven fue director en Bélgica de la International Telephone and Telegraph (ITT), donde ganaba un dineral. Conoció a mi mamá, Paula Amor, en París, pues su familia estaba exiliada allá. Se enamoraron y se casaron y nacimos yo y mi hermana Kitzia, a quien quería mucho, porque se parece a él”, agrega la novelista y cuentista.

“Él fue un héroe de la Segunda Guerra Mundial. Era capitán en el Ejército francés, paracaidista, se lanzó muchas veces en la zona enemiga. Luchó durante todo el conflicto bélico y entró a los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau a liberar a los judíos. Decía que era una de las cosas más terribles que había visto en su vida, porque hizo toda la campaña, desde Italia hasta Rusia”, añade. More Sharing Services Share on googlebuzz Share on email Un príncipe en casa Por: Virginia Bautista

Sus pequeñas manos colocadas sobre las de su padre, el príncipe Jean Joseph Evremond Poniatowski Sperry, recorriendo suavemente las teclas del piano, con lo que se hacía la ilusión de que era ella quien sacaba esos “sonidos mágicos” del instrumento, es uno de los recuerdos más entrañables de su progenitor que posee la escritora Elena Poniatowska.

“Era un hombre muy sensible, muy tierno y amoroso. Le encantaba la música. Sabía tocar el piano de maravilla. Él y mi abuelo eran muy amigos de Debussy. Me sentaba en sus rodillas y ponía mis manos chiquitas encima de las suyas grandotas mientras tocaba. Eso nunca se me olvida”, comenta la narradora de 76 años.

Descendiente en línea directa del rey Estanislao II Augusto Poniatowski de Polonia, que abdicó en 1795 al ver que su país era repartido entre Rusia, Prusia y Austria, razón por la que los Poniatowski se exiliaron en Francia, Poniatowski Sperry nació en París en 1907.

“Era muy emprendedor. De joven fue director en Bélgica de la International Telephone and Telegraph (ITT), donde ganaba un dineral. Conoció a mi mamá, Paula Amor, en París, pues su familia estaba exiliada allá. Se enamoraron y se casaron y nacimos yo y mi hermana Kitzia, a quien quería mucho, porque se parece a él”, agrega la novelista y cuentista.

“Él fue un héroe de la Segunda Guerra Mundial. Era capitán en el Ejército francés, paracaidista, se lanzó muchas veces en la zona enemiga. Luchó durante todo el conflicto bélico y entró a los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau a liberar a los judíos. Decía que era una de las cosas más terribles que había visto en su vida, porque hizo toda la campaña, desde Italia hasta Rusia”, añade.

La cronista explica que en 1941 su madre, su hermana y ella abandonaron París para refugiarse en México, en donde se les unió su padre hacia 1947, quien llegó al país que escogió para morir con diversas condecoraciones, no sólo francesas (la Legión de Honor y la medalla de Les Evades), sino también estadunidenses (el Purple Heart).

“Lo dejamos de ver seis años. No tuvimos papá ese tiempo. Yo tenía nueve años cuando nos separamos. Después, la familia se volvió a reunir y aquí nació mi hermano Jan Poniatowski, su único hijo varón, quien murió en un accidente automovilístico a los 21 años. Nunca se recuperó de ese golpe”, señala la autora de Hasta no verte Jesús mío y La noche de Tlatelolco.

La periodista, que debutó en Excélsior en 1953, está convencida de que su padre se sintió bien en México. “Siempre viví con él. El país le sentó muy bien, aprendió el español y escribía muy correcto el idioma. Tenía una letra preciosa. Tuvo muchos amigos escritores y pianistas. Le gustaba rodearse de arte”.

Detalla que el ex héroe de guerra fundó en la Ciudad de México los laboratorios Linsa, ubicados por el rumbo de Iztapalapa. “Ahí trabajé con él, nos entendíamos bien. Fui telefonista antes de entrar a Excélsior; pero lo hacía remal, porque tenía la voz de lo más aguda, luego se me enronqueció, pero parecía que contestaba un ratón a punto de ahogarse.”

Cuenta que el negocio de los laboratorios no cuajó y entonces su padre abrió un restaurante que se llamaba La Torre Eiffel. “Sí, extrañaba Francia, pues su familia es de mucho arraigo. Los Poniatowski se sienten galos antes que nada. Salieron de Polonia después de Catalina la Grande, hace 300 años. Un Poniatowski fue mariscal de Napoleón y luchó contra los rusos. Pero también aprendió a querer México, porque aquí estaba su familia.”

Jean Joseph Poniatowski murió en 1979, a los 72 años, “muy joven”, 20 años antes que Paula Amor, madre de la escritora, quien aún no le ha dedicado una novela completa a su padre príncipe. “Meto muchas cosas de él en otros libros. Cuando me dieron un doctorado en Pau, Francia, hablé mucho de él. Tengo un cuento sobre su vida en De noche vienes, pero aún me falta dedicarle una obra grande”, reconoce la también activista social.

La autora de Lilus Kikus y La piel del cielo confiesa que siente la presencia de su padre de manera constante; que, a pesar de la muerte, tiene sus enseñanzas a flor de piel. “Lo visito seguido en el panteón, pero no el Día de Muertos, porque hay mucha gente. Me gusta estar sola con él y platicarle muchas cosas”, dice.