María Elvira Blanco Cambacérès

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María Elvira Blanco Cambacérès

Birthdate:
Birthplace: Buenos Aires, Argentina
Death: 1959 (51-52)
Immediate Family:

Daughter of Ramón Blanco Rivero and Mariana Cambacérès Thwaites
Sister of María Susana Rosario Blanco Cambacérès; María Elisa Blanco Cambacérès; Dora Blanco Cambacérès and Private
Half sister of Teodelina de Alvear Cambacérès

Managed by: Gustavo Latorre (c)
Last Updated:

About María Elvira Blanco Cambacérès

"Todos los finales de año, el 31 de diciembre, antes de cenar con sus amigos habituales, Borges hacía una visita a un apartamentito de la calle Independencia, entre Chacabuco y Perú, si la memoria no me falla. Allí me llevó dos veces.El apartamento era uno de esos que se abren sobre un corredor largo,angosto y húmedo. Tenía dos piececitas diminutas que daban a un patiecito escuálido. En el patiecito no había plantas y los cuartos, cuya única abertura eran las puertas que comunicaban con ese patiecito, debían ser difíciles decalentar en invierno.Aquí vivía una mujer ya vieja, alrededor de unos sesenta años, muy pálida, rolliza y que nunca había sido bonita. Borges consideraba que esta visita de fin de año era un tributo y un homenaje que había que rendir a esta mujer. Se llamaba Elvira de Alvear y su padre había sido uno de los hombres más ricos del país. El matrimonio de la madre de Elvira, Mariana Cambaceres,con Diego de Alvear había sido uno de los acontecimientos más escandalosos de la crónica mundana. Mariana Cambaceres había estado antes casada y había tenido la suerte de enviudar; esto le permitió casarse con Alvear, que era su amante. Otras coloridas historias corrían sobre esta familia, pero no hace al caso contarlas ahora. El hecho es que Diego de Alvear había dilapidado su fortuna y su hija vivía ahora precariamente.Un detalle que se repetía todos los años conmovía especialmente a Borges. Sobre la mesa del comedor había una campanilla de plata. Elvira de Alvear la agitaba y después comentaba: «¿Dónde se ha metido la gente de servicio? ¡Fíjese, Borges, nunca, nunca están cuando los llamo!».Esto emocionaba a Borges. Salía de allí con la sensación del deber cumplido y cierta melancolía. Nunca había estado enamorado de Elvira de Alvear, pero el desvarío de esta nueva pobre tocando su campanilla de plata lo conmovía."
"Borges a contraluz" por Estela Canto

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La más constante musa de Borges fue Elvira de Alvear. Es la Beatriz Viterbo de “El Aleph” y la Teodelina Villar de “El zahir” (y también Delia Elena San Marco y la Beatriz Frost de “El congreso”). Elvira tenía ocho años menos que Borges. Murió en 1959, a los cincuenta y dos años, precisamente para la época en que Borges estaba escribiendo “El Aleph” (donde Borges dice que “todos los Viterbo eran medio locos”). Era hija de Diego de Alvear, jefe de una de las familias más ricas del patriciado argentino (dueño de Botafogo, caballo mítico del turf argentino), y de Cotita Cambaceres. Borges la visitaba los sábados, cuando ella no le daba plantón, cosa que ocurría a menudo. Caminaban por el barrio de Belgrano, silenciosamente. En 1930 se radicó en París, donde sacó una revista, Imán. El secretario de redacción era Alejo Carpentier. Vivía en un palacio, con una mangosta. Se relacionó con Joyce y Valéry. A Neruda le prometió 5.000 pesos por la publicación de Residencia en la Tierra... y le perdió el manuscrito (Neruda la llamó irresponsable, loca y gusano). Volvió a Buenos Aires en 1937. Borges, cómo no, le prologó un libro de poesías, Reposo. Poco a poco se fue volviendo loca en su mínimo apartamento de San Telmo, donde Borges la iba a ver los 31 de diciembre por la tarde. Hablaban de la larga novela que ella estaba supuestamente escribiendo (“que al principio estaba hecha de palabras y al fin de vagos rasgos indescifrables”). Obesa, pálida y ausente lo invitaba a sentarse en el comedor y llamaba con su campanilla de plata a una servidumbre inexistente. En “El Aleph” es retratada como alta y frágil, de andar torpe y gracioso, aniñada, de desdenes crueles , de grandes y afiladas manos hermosas. Le dedicó, monográficamente, uno de sus más bellos poemas: Todas las cosas tuvo y lentamente todas la abandonaron. La hemos visto armada de belleza. La mañana y el claro día le mostraron, desde su cumbre, los hermosos reinos de la tierra. La tarde fue borrándolos. [...................................] Todas las cosas la dejaron, menos una. La generosa cortesía la acompañó hasta el fin de su jornada, más allá del delirio y del eclipse, de un modo casi angélico. De Elvira lo primero que vi, hace tantos años, fue la sonrisa y es también lo último. por Mario Paoletti en "Las novias de Borges", Revista de Occidente nº 301, Junio 2006

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