Matias Behety Chapital

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Matias Behety Chapital

Birthdate:
Birthplace: Montevideo, Uruguay
Death: August 24, 1885 (36)
Buenos Aires, Argentina
Place of Burial: La Plata, Pcia Buenos Aires, Argentina
Immediate Family:

Son of Felix Behety Pacheu and Marie Chapital Munyo
Brother of Ana Behety Chapital; Juan Behety Chapital; María Behety Chapital and Pedro Felix Behety Chapital

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Last Updated:

About Matias Behety Chapital

Matías Behety, el mejor alumno del olvido

Su nombre no suele figurar en las nóminas de ex alumnos notables del Colegio Nacional Justo José de Urquiza. Las antologías poéticas tampoco lo frecuentan. Quien fuera casi una leyenda viviente de su generación durante breves pero intensos años, fue cediendo pasos al olvido. Aquí rescatamos a esta singular figura del periodismo y la literatura argentina.

Matías Behety nació en Montevideo bajo la ciudad sitiada, el 19 de Mayo de 1849. Sus padres, Félix Behety y María Chapital eran de aquellos heroicos vascos franceses que resistieron el asedio de Oribe. Pero en 1858, exhausta por las consecuencias de la guerra y sus penurias, la familia Behety con sus hijos Ana, Juan, María y Matías, resuelve marcharse. En busca de mejor destino, en el vapor a ruedas Palmira, llegan a las costas de la Concepción del Uruguay, donde hay prosperidad y trabajo a la sombra protectora del General Urquiza. El padre abre aquí un almacén de ramos generales. Matías ingresa en 1859 al ya famoso Colegio en plena Década de Oro, durante el rectorado de otro francés llegado a estas tierras: el Dr. Alberto Larroque. Allí, como tantos otros que luego formarían la llamada Generación del 80, recibe sus primeras luces. Los ideales republicanos y democráticos de aquellos franceses expulsados por la restauración monárquica de Napoleón III, calan hondamente en su espíritu. Igualdad, libertad y fraternidad son el pan diario en el primer colegio laico del país. Entre sus compañeros están Julio Fonrouge y Martín Coronado; en los cursos superiores, Julio Argentino Roca, Victorino de la Plaza, Eduardo Wilde. En esas aulas lo habrá visitado por vez primera el fantasma ensoñador de la poesía. Matías es, de lejos, el mejor alumno de aquella promoción: sobresaliente por aclamación, por unanimidad, sobresaliente en primera línea son sus notas en casi todas las materias: el niño pálido y delgado es la debilidad del Doctor Clark y la admiración de sus compañeros.

BUENOS AIRES

En 1862 completa los estudios mayores siempre con brillantez y luego los cursos iniciales de jurisprudencia. Pero en 1864 Larroque renuncia y recomienda a Félix y María que su notable hijo prosiga la carrera en Buenos Aires. Los Behety emprenden una nueva aventura, y marchan hacia la Reina del Plata. Matías ingresa en el Nacional Buenos Aires y es también en esa casa de estudios un estudiante notable, uno de los discípulos dilectos del erudito maestro Amadeo Jacques. Pero hay una cierta cerrazón conventual en el nuevo solar de estudios que lo asfixia. Las primeras sombras se interponen en su vida: extraña a sus primeros y admirados maestros, el dulce río inspirador, acaso el reflejo de un temprano amor entrevisto en la ribera uruguayense.

EL PERIODISMO Y LA MUSA

Muy joven, Matías se consagra de lleno al oficio periodístico y a los caprichos de la musa romántica. Behety brilla en los cenáculos literarios. Participa en forma anónima las más de las veces, en contadas ocasiones firmando sus editoriales, en los más importantes diarios de la década del setenta: El Nacional, La Tribuna, El Fénix, El Gráfico y La Prensa, lo cuentan entre sus colaboradores. Sus artículos merecen el aplauso de Estrada y de Goyena. Sarmiento, a quien llegan mentas del promisorio vate, quiere conocerlo. El exhaustivo estudio de Telmo Manacorda sobre Behety recuerda el episodio: el Presidente de la Nación se presenta sorpresivamente en la redacción de El Tribuno y hay un estremecimiento en la redacción del periódico. Sarmiento lo califica como el más brillante de su generación, un joven de oro puro. En esa misma época comienza la amistad con otro joven apenas unos años mayor, que por entonces también escribe versos de amor doliente: se llama Leandro Nicéforo Alem.

LA PESTE

De su calidad moral y coraje queda el testimonio de su participación en la epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires en 1871, como parte de la Comisión Popular encargada de organizar el socorro a las víctimas. Dice Diego Howlin en su ensayo El vómito negro, historia de la fiebre amarilla: El 14 de marzo de 1871 quedó constituida la Comisión Popular, que actuaría en forma paralela con las autoridades municipales, integrada por Roque Pérez (Presidente); Héctor F. Varela (vicepresidente); Mariano Billlinghurst, Emilio Onrubia y Matías Behety (secretarios.) La actuación de Behety en aquella tragedia que se llevó 14.000 habitantes en una ciudad de 190.000, mereció una distinción especial; fue el voluntario que más guardias de servicio cumplió en medio de la desolación y los efluvios de la peste. Contrae la enfermedad, aunque en forma leve, y salva su vida gracias a los cuidados del doctor Manuel Argerich. Martín Coronado dirá de aquellos voluntarios: Apóstoles del bien, llenos de santo y generoso anhelo Las escenas de inenarrable horror contempladas marcaron a fuego el alma de aquel joven que hasta entonces sólo conocía los sinsabores de la nostalgia y el halago de todos.

CUBA ES AMÉRICA

El 8 de Febrero de 1873 escribe uno de sus más destacados editoriales en el diario El Nacional: Cuba es su título. Cuba está sola en la batalla independentista, y Behety se pregunta: ¿En dónde está la América en esta lucha? Ésta será otra de las grandes pasiones que agitarán la vida de nuestro personaje, en aquella América que conserva aún una hija irredenta, desangrada bajo el poder español. Junto a Adolfo Rawson, Carlos Guido Spano, Leandro N. Alem, Lucio V. Mansilla, entre otros, funda la Asociación Independencia de Cuba. Behety le consagra a esta causa una de sus más celebradas piezas oratorias, pronunciada en el Teatro Variedades el 21 de Diciembre de 1873. Está presente, presidiendo el estrado, el maestro antillano Eugenio María de Hostos. Escuchemos la voz encendida del alumno de nuestro colegio: Cuba es un pedazo de nuestro suelo; en su inteligencia brilla el rayo de la inteligencia americana (...) ¡ Es necesario que nos presentemos todos juntos pidiendo al gobierno que reconozca a Cuba como beligerante! ... La savia americana circula por nuestras venas (...) Asuma la República Argentina el papel que le toca desempeñar ¡Responda al pasado que la compromete ante la América entera! (...) Surja a la vida de las naciones independientes ese pedazo de tierra estremecido por el soplo americano Resuena en estas palabras el mismo acento americanista y profético del propio Hostos, o del apóstol de la revolución cubana, el gran José Martí.El meeting culminó con el paseo triunfal de la bandera cubana hasta la antigua Plaza de la Victoria ( hoy Plaza de Mayo) El evento había reunido a unas 4000 personas. Después del acto los asistentes marcharon por las calles de Buenos Aires. Recuerda Hostos en su correspondencia: La bandera de Cuba, colocada entre dos argenrecorrió triunfalmente, en medio de un pueblo delirante de entusiasmo, entre aclamaciones estruendosas, a los '¡viva Cuba independiente!' más unánimes, las calles más concurriy céntricas de la ciudad.

AJENJO

Nostalgia y dolor por lo lejano son los sentimientos por los que los románticos son desgarrados en todas direcciones. Echan de menos la cercanía y sufren por su aislamiento de los hombres, pero al mismo tiempo los evitan y buscan con diligencia la lejanía y el desconsuelo. Sufren por su extrañamiento del mundo pero captan y quieren este extrañamiento. ( Arnold Hauser)

La frase de Hauser capta muy bien un aspecto de la subjetividad romántica. En el caso particular del romanticismo argentino éste tiene una expresión tardía, y en cierto modo queda desfasado de las tendencias modernizadoras y del anclaje en la realidad de su tiempo. Ese imaginario llevado a su extremo tiene una cara de sombras, y comienza a pesar sobre la vida de ese hombre que parecía un elegido del destino. Miguel Cané, que tuvo a Behety entre sus compañeros del Colegio Nacional Buenos Aires, lo retrata en Juvenilia con dolorosos trazos: ¿Recordaré otra inteligencia brillante, apta para la percepción de todas las delicadezas del arte, fina como el espíritu de un griego, auxiliada por una palabra de indecible encanto y un estilo elegante y armonioso? ¿Recordar ese hombre, que sólo encontró flores en los primeros pasos de su vida, que marchaba en el sueño estrellado del poeta, al amparo de una reputación indestructible ya? (...) La bohemia le absorbió, le hizo suyo, le penetró hasta el corazón. Pasaba sus noches como el hijo del siglo, entre la densa atmósfera de una taberna, buscando la alegría que las fuentes puras le habían negado en la excitación ficticia del vino...

Su hermana María se ha casado con José Menéndez -quien muy pronto será conocido como el Rey de la Patagonia- y desea llevar a su hermano junto a ellos a Punta Arenas, donde su marido ha comenzado a construir un imperio. Matías duda. La fascinación de aquellos parajes desolados por un momento lo encandila. Pero el demonio que yace en el fondo de la copa de ajenjo lo ha atrapado y ya no podrá librarse de su hechizo. Son años de esterilidad y abandono: Paul Groussac, años después, en Los que pasaban será implacable en su dictamen y acaso injusto: ...vivió prometiendo algo que nunca había de cumplir.

MARÍA

A pesar de todo, Behety se recompone una y otra vez. Sigue trabajando en el foro y en la prensa, e inicia un apasionado romance con María Lamberti, hermana de su amigo el poeta Antonino Lamberti. Su salud ya está deteriorada pero aún dirige el periódico político-literario Las Novedades, donde colabora el joven poeta colonense Diego Fernández Espiro -también ex alumno del Colegio- y otro entrerriano ilustre, José Sixto Álvarez, Fray Mocho. No había de durar mucho esta fecunda hora. El 11 de Septiembre de 1880 Matías recibe el golpe de gracia: su amada María ha muerto. Tenía 23 años y ya era la desposada de los cielos. A ella le dedicará uno de los sonetos más difundidos en la época. En la semblanza dedicada a Behety en El pensamiento de América, Luis Berisso dice: El ave negra le había arrebatado a su padre, a sus hermanos, a su amada, y no quería alejarse de su alcoba, como esperando una presa que tardaba en entregarse... Es el derrumbe definitivo de Matías, Ícaro que se deja caer con alas de ceniza y alcohol sobre las tabernas de la gran aldea.

EL FIN

¿Qué son las cosas visibles cuando se está deslumbrado por las cosas invisibles? (M.B. fragmento de su poema La visión de la muerte)

En 1884, convocado por su amigo Francisco Uzal, quien confiaba en que el espíritu de la ciudad naciente torciera el rumbo trágico de sus pasos, se dirige rumbo a La Plata. Behety, con renovadas esperanzas, abandona esa Buenos Aires que va dejando de ser la hospitalaria gran aldea para transformarse en indiferente capital cosmopolita. Todo es en vano. La tuberculosis y el alcohol han hecho estragos en su cuerpo. Apenas alcanza a publicar algún suelto en La Plata, el primer diario de la ciudad. Acaso en su agonía lo rodean piadosas las visiones de la infancia: el río, el mirador heroico, perfumes de jazmín y risas en el estudioso patio del colegio, una niña de largas trenzas de su mano bajo la dorada siesta de Concepción del Uruguay.

Matías Behety muere en el Hospital Melchor Romero el 24 de Agosto de 1885. Tiene apenas 36 años y ha conservado siempre el corazón de un niño. A su sepelio asisten Leandro N. Alem y Victorino de la Plaza. Tiempo después sus amigos llevan flores a la tumba, pero la cruz con su nombre ha desaparecido. Antonino Lamberti, conmovido, pronuncia las palabras definitivas: Hasta las cruces que levanta el pobre son las primeras que derriba el viento. El resto es silencio.

La obra poética y periodística de Behety se encuentra dispersa y no ha sido reunida aún en volumen alguno.

Algunos de sus poemas

ILUSIONES

Venid a mí sonriendo y placenteras

Visiones que en la infancia he idolatrado.

¡Oh recuerdos! Mentiras del pasado.

¡Oh esperanzas! Mentiras venideras.

Ya que huyen mis lozanas primaveras,

Quiero ser por vosotras consolado

En un mundo fantástico, poblado

De delirios, de sombras y quimeras.

Mostradle horrible la verdad desnuda

A los que roben, de su ciencia ufanos

A todo lo ideal su hermoso aliño;

Pero apartadme de su estéril duda,

Y aunque me cubra de cabellos canos

¡dejadme siempre el corazón de un niño!...

María

A mi amigo Antonio Lamberti

Hacia tu hogar encaminé mi paso

y me detuve trémulo en su puerta;

el sol se sepultaba en el ocaso,

y al abrazarme me dijiste ¡ Muerta!

La sombra me inundó, el alma entera

en un sollozo se agotó doliente,

al mirar esa hermosa primavera

desmayada en el rayo de su oriente.

¡ Muerta¡, exclamé, y respondiste: ¡ Muerta!

Delante su ataúd caí postrado...

cerré los ojos y la vi despierta,

su angélico semblante iluminado.

Me hablaba y sonriendo enternecida

envuelta en nubes de flotantes velos,

¡Oh¡ no lloréis, me dijo, mi partida,

yo era la desposada de los cielos!

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Matias Behety Chapital's Timeline

1849
May 19, 1849
Montevideo, Uruguay
June 9, 1849
CAT. DE MONTEVIDEO LIBRO 26 FOLIO 89
1885
August 24, 1885
Age 36
Buenos Aires, Argentina
????
La Plata, Pcia Buenos Aires, Argentina