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About Dominga Mercedes Rosas

IX Congreso Argentino de Hispanistas “El Hispanismo ante el Bicentenario” Dos narradores ante la Independencia: Mercedes Rosas de Rivera y Miguel Cané padre

Beatriz Curia CONICET – Universidad de Buenos Aires Universidad del Salvador Resumen María de Montiel (1861), de Mercedes Rosas de Rivera, y Una noche de boda (1854) de Miguel Cané padre,

ofrecen perspectivas diversas y de interés convergente. La ponencia confronta ambas novelas y trata de iluminar aspectos de la sociedad argentina poscolonial, tales como rupturas, transformaciones, rechazos y continuidades. Aunque las dos novelas registran planteos similares en la temática, en la narración de Cané existe una mayor coherencia entre la búsqueda de libertad política, implícita en los combates del ejército, y el reclamo de libertad en la vida privada. Palabras clave: independencia — Miguel Cané (p.) — Mercedes Rosas de Rivera — narrativa argentina — siglo XIX Tras la independencia, la actitud de los escritores argentinos hacia la Metrópoli ha sido heterogénea, con una diversidad que llega aún hasta nuestros días. Dos novelas hoy prácticamente desconocidas —que acabo de rescatar—, María de Montiel, de Mercedes Rosas de Rivera, y Una noche de boda, de Miguel Cané padre—, ofrecen perspectivas divergentes y complementarias sobre este punto. A partir de la confrontación de ambas novelas resulta posible iluminar aspectos de la sociedad argentina poscolonial. Ambas novelas están separadas en su publicación por solo siete años (1854, la de Cané; 1861, la de Mercedes Rosas). Mercedes nació en 1810. Cané, en 1812. Aunque en edad son muy similares, cada uno de ellos ofrece un enfoque personal de la guerra de la Independencia. Han tenido experiencias vitales y formación muy diversas. No sólo (y esto es fundamental) por la diferencia de género sino porque Mercedes era una de las hermanas menores de Juan Manuel de Rosas y Cané opositor al régimen. No es ocioso destacar, sin embargo, que si bien Mercedes guardaba una afectuosa relación con el Gobernador de Buenos Aires, disentía de muchas de sus ideas (Núñez 1946: 30). Incluso en la grotesca presentación efectuada en Amalia, puede rescatarse una condición elogiable reconocida sin ironía por Mármol a la hermana de Rosas: “democrática”. Si ahondamos un poco más en la investigación, descubrimos que en la primera edición de Amalia, el narrador (identificado con el autor implícito) arriesga, refiriéndose a Mercedes, que sus “instintos eran por la democracia y la libertad, ó, como se diría á la época en que escribimos, el socialismo ó el comunismo” (Mármol 1851-1852: 236), frase eliminada en la segunda.

Hay que destacar también que María de Montiel defiende los ideales de Mayo y rescata la memoria trayendo a primer plano las luchas por la Independencia. Se asegura que hay razones para que Mercedes aparezca tan desligada en la historia y en la vida de su famoso hermano, y que ellas estriban nada menos que en una auténtica diferencia de convicciones políticas. ¿No demostró siempre, según afirman, comprender y apoyar, siendo la única de la familia que así lo hizo, el espíritu de la Revolución de Mayo? (Núñez 1946: 30). Cané es un conspicuo miembro de la generación del 37, mucho más importante de lo que puede imaginarse recorriendo las páginas de nuestras historias de la literatura. Además de formuladas en sus escritos de índole teórica (v. g. El Iniciador), las ideas de su generación aparecen con frecuencia en su discurso narrativo. Puedo mencionar como ejemplos su pionera novelita histórica Marcelina (1838) y también la que hoy nos ocupa.

María de Montiel

da cuenta del modo de vida en Buenos Aires durante las primeras décadas del siglo XIX — transcurre entre 1812 y 1827 — y despliega ante el lector las características morales y materiales de la sociedad porteña. La historia de dos familias — Montiel y Harris —vertebra la trama. En particular, la de María, hija de Miguel Montiel, quien se promete en matrimonio sucesivamente con el coronel Leoncio de C..., guerrero de la Independencia que muere poco después en batalla y es ascendido a general, y Jorge Harris, con quien consuma un matrimonio feliz. Se ha subrayado en demasía el tono crítico de María de Montiel respecto de las injusticias a las cuales la mujer estaba sometida, sobre todo con respecto al casamiento sin amor, por deber social. La novela presenta un estado de cosas en el cual las porteñas se casan libremente, por amor, con el beneplácito de sus padres (1861:27-8). Es el caso de María y Leoncio, de María y Jorge y de Luisa y Eduardo. En cambio, se advierte con claridad el autoritarismo de los padres a que estuvo sometida la generación anterior, especialmente entre los españoles. Lo que subsiste es el sometimiento de las mujeres a los hombres y su rol exclusivamente doméstico, excepto el caso de que, habiendo profesado en un convento, pueda convertirse en una intelectual como Fernanda de la Estrella, quien posee en Madrid una importante biblioteca, talento e instrucción. Las ideas que funcionan en la obra con respecto a la educación de la mujer son las propias de la época, tomadas de Europa pero liberalizadas después de la independencia. Se conjugan la tradición colonial, hispana y católica, con los aportes liberales del iluminismo y del romanticismo. Echeverría, Cané, Alberdi, Sarmiento ofrecen testimonios valiosos respecto de las aspiraciones que tenían los hombres del 37 sobre este punto (Curia 2000). El matrimonio como deber social asume una doble vertiente. Por un lado, en las nuevas naciones hispanoamericanas, la mujer es la encargada de conservar, transmitir a los hijos y fomentar en ellos la casi embrionaria tradición republicana (Sommer 2004). Por otro, “la desvalida y larga infancia del hombre requiere la unión de los padres para la subsistencia de los pequeños” (Hume 2004: 64-5). El matrimonio está institucionalizado no solo por las costumbres tradicionales y por la religión, sino también porque forma parte del proyecto de Nación en las incipientes democracias posrevolucionarias. Las elites letradas proyectan tempranamente en el Río de la Plata — Belgrano, entre otros — un sujeto ciudadano masculino, preparado, antes de que la escuela y la universidad procedan a la educación formal de su intelecto, por las madres y mujeres que participan en su formación moral. El matrimonio es visto, así, como el cauce imprescindible para una paulatina homogeneización de la sociedad, previa a la constitución efectiva de la Nación. En la generación anterior, los matrimonios en España se realizaban sin mezclar estamentos sociales. Los burgueses padres de María Teresa no aceptan a un americano como marido de su hija. Quien había “nacido en las Américas, no podía ser un español auténtico” (Anderson 1993: 92), ya que por entonces “ejercían gran influencia las obras de Rousseau y Herder, quienes afirmaban que el clima y la ‘ecología’ tenían un efecto elemental sobre la cultura y el carácter” (1993: 96). Precisa Anderson: “los criollos, nacidos en un hemisferio salvaje, eran por naturaleza diferentes de los metropolitanos e inferiores a ellos, y por ende no estaban capacitados para ocupar altos puestos” (1993: 95) 1 . En América, la mezcla étnica o de estamentos es permitida. María, hija de americano, militar, y de una española, se promete a un coronel argentino. Después contrae matrimonio con un comerciante próspero, hijo de un inglés y una española. Luisa, sobrina del coronel, se casa con un abogado. Se enumeran las bondades de un marido, que pueden sintetizarse de este modo: compañía, conversación,procreación,afecto e instrucción — “de la intimidad con hombres deinstrucción, las mujeres que tienen alguna inteligencia la cultivan y adelantan” (1861:128). En suma, los maridos son “un modelo que imitar”. Vale la pena leer completa esta conversación, que no presenta elementos accesorios. Por añadidura, en la sociedad rioplatense, un marido favorecía otra conquista femenina del espacio público: el viaje. María ha estado limitada siempre al ámbito del hogar, como sus amigas, mientras Jorge recorre el mundo y permanece largo tiempo en Europa. Una vez casada —transcurridos años, muertos ya el señor Harris y el coronel Montiel —, viaja largamente con Jorge a través de Europa y la pareja resuelve instalarse con sus hijos en Madrid. La elección de Madrid como lugar de residencia, argumentalmente justificada por la presencia de familiares de Jorge, parecería, en una primera evaluación, coincidir con la actitud filohispánica y tradicional de Juan Manuel de Rosas. Sin embargo, corresponde reiterar que la sociedad, ya mucho más cosmopolita, había ido adoptando —y adaptando— costumbres y modos de vida propios del Viejo Mundo. El viaje a Europa fue por lo demás, no solo durante el siglo XIX sino hasta hace no hace mucho tiempo, un anhelo de todo argentino perteneciente a las elites. Los más ilustrados le otorgaban un cierto carácter iniciático. Los simplemente ricos se limitaban a hacer ostentación de su fortuna. Este párrafo deja al lector singularmente perplejo: El único desgraciado fue aquel que parecía debía haber sido el más feliz, el valiente general Leoncio de C... Pero, si alguna vez la muerte es menos triste, es cuando se muere cubierto de gloria y dando la independencia a tres repúblicas. ¡Gloria inmortal a los valientes que han derramado su sangre por la independencia de su país! Que su memoria sea siempre estimada por todo buen patriota y que los que lean estas líneas den un bravo muy alto a los hombres que han contribuido al triunfo de la independencia americana (1861: 210). 1

“¡Oh! Es infame esta generación mestiza... la sangre salvaje de los pampas corre furiosa en esos corazones también salvajes...vergüenza al noble castellano que tira una chispa de su vida en esas creaciones menguadas de la América”, se lamenta el marido de Atilia en Una noche de boda No cabe sino preguntarse: ¿Ha valido realmente la pena el esfuerzo de Leoncio y de los que combatieron por la Independencia? ¿Toda la primera parte de la novela, centrada en la campaña independentista y en los amores de María y Leoncio, tiene sentido? Desglosando el párrafo: nadie parece merecer la dicha completa salvo el general Leoncio de C... Ni María ni Jorge. “Gloria eterna a los muertos por la patria”, pero disfrutemos de España, que nos gusta más que la Argentina. Un elogio a España está centrado en una figura femenina: a una gran dama española le debemos el descubrimiento de este meteoro en que vivimos. Sin la cooperación de la noble y bella reina Isabel la Católica, no habría Cristóbal Colón descubierto el Nuevo Mundo. Esa inteligente española fue la única que no desconoció el buen juicio del que llamaban loco y que tuvo el coraje de proteger al ilustre marino, pues vendió sus joyas para comprar una flota quecondujera a América al hombre cuyo nombre se ha hecho inmortal, al ilustre Cristóbal Colón2. En definitiva, no parece justificarse que América quisiera independizarse de ese país tan generoso. Con respecto a la lucha por la Independencia, María de Montiel presenta una sociedad preocupada por los sucesos bélicos. María, la familia, los amigos, la entera Buenos Aires celebra el triunfo de Ayacucho por tres días3. María escribe a Leoncio: “Sí, amado mío, en la dicha de ser tuya, en la felicidad de llevar un día el nombre del mejor de los hombres, del noble guerrero que ha sacrificado por su patria hasta el amor de la mujer amada” (1861:71). Resulta evidente, no obstante, que la perspectiva de las mujeres es fundamentalmente doméstica cuando Luisa, sobrina de Leoncio, expresa: “Yo todo lo que deseo, María, es que esta maldita guerra se concluya y que una vez casada con mi buen tío goces de la felicidad que yo disfruto” ([Rosas de Rivera] 1861: 80). Una noche de boda2 La autora se hace eco de la tradición popular acerca del origen de los fondos que utilizó Colón para realizar su viaje.3 En el párrafo que sigue puede advertirse un distanciamiento histórico por parte del narrador: “En esa época había patriotismo y los hombres todo lo sacrificaban por su patria. No hay palabras bastantes para ponderar los sacrificios que cada patriota hace por dar independencia y libertad a las repúblicas americanas. La gloria corona sus heroicos esfuerzos y la batalla de Ayacucho, que tuvo lugar el 9 de diciembre de 1824, decidió del todo nuestros triunfos. Pero no anticipemos las cosas. Ese hermoso episodio de nuestras glorias será narrado cuando le toque su momento preciso [...]. La jornada del 6 de agosto de 1824 fue festejada por tres días, con fuegos artificiales, músicas, bailes, teatros, danzas y demás regocijos. Buenos Aires representaba un hermoso panorama; vestido de gala, por todas partes flameaba orgulloso el pabellón argentino . El azul y el blanco eran los colores a la moda; las damas se adornaban con cintas celestes y los hombres llevaban en sus sombreros la escarapela celeste y blanca. Días felices: días que formarán siempre gratos recuerdos para los patriotas de corazón.” ([Rosas de Rivera] 1861: 101).

Por cuanto las circunstancias epocales ya han sido especificadas, me detendré menos en Una noche de boda , donde Miguel Cané aborda dos motivos concurrentes: la guerra de la Independencia —en esto coincide con la novela de Mercedes Rosas— y el amor contrariado por la oposición de los padres. Los padres se oponen al matrimonio entre Atilia y Conrado por motivos económicos (los bienes del esposo que han elegido para ella, un español de opulenta riqueza). Como consigna Ricardo Lesser, los matrimonios se realizaron durante el período colonial como alianzas entre familias con fines comerciales (2003: 136). El marido debía ser peninsular y la novia no tenía noticias del contrato matrimonial efectuado entre su padre y el novio. Mientras estos casamientos por conveniencia se realizaban en el Río de la Plata, ya en Europa la tendencia era muy distinta y empezaban a concretarse matrimonios por amor. Hasta el siglo XIX las jóvenes de Buenos Aires no se atreverían a disentir de sus padres en este aspecto (Lesser 2003: 137). A medida que se iban imponiendo las libertades del individuo en la sociedad posrevolucionaria, el amor aparecía como derecho inalienable de la persona (Mayo 2004: 45). El amor era visto por los jóvenes de la generación del 37 “como un sentimiento espiritualizado, de una sexualidad reprimida o sublimada, una pasión purificada, que se consuma en el matrimonio” (Mayo 2004: 101). Echeverría consigna taxativamente en el Dogma que la riqueza no confiere títulos nobiliarios. Finaliza trágicamente la novela de Cané cuando el esposo asesina a Atilia y Conrado, tras dar muerte al criminal, se suicida. La dimensión patriótica, la militancia política y la preocupación social resultan insoslayables en los escritos de Cané. A la inversa de lo que ocurre en la novela de Mercedes Rosas, Conrado expresa su desilusión ante la sociedad argentina (básicamente centrada en las ambiciones de los padres de su amada Atilia y en los manejos de su rival para calumniarlo), pero también en su indiferencia respecto de la lucha independentista: A la guerra, a la guerra, dicen con ese aire mentido de entusiasmo, y nos precipitan en la miseria y en la tumba; nos explotan en la paz, nos sacrifican en la lucha y luego, desde el alto trono de la hipocresía y de la molicie, fulminan sobre nuestras cabezas el anatema de la inmoralidad4. Esto le da pie para explayarse sobre las ideas de la generación del 37, expresadas fundamentalmente por Echeverría en el Dogma y por el mismo Cané en más de un escrito: En un pueblo que se dice libre no se escucha a las personas, no se admite las influencias privadas, no se teme la amenaza, la calumnia, ni la lisonja. Un pueblo libre, Carlos, no tiene más amo que la ley y la ley no apadrina las ambiciones torcidas... Un pueblo libre no pisotea la más sagrada propiedad que tiene el hombre, la propiedad del corazón... Un pueblo libre es agradecido porque la libertad se compra con sangre y la sangre de los hombres vale mucho....Yo no pido a la patria 4 Las citas corresponden a una edición crítica de mi autoría aún no publicada. Tiene como base la deúltima mano (La Tribuna, setiembre de 1858). He tenido en cuenta las ligeras variantes que aportan las ediciones de 1858 (Biblioteca Americana de Alejandro Magariños Cervantes, Tomo III), 1857 ( El Imparcial de Córdoba) y 1854 (El Plata científico y literario). sino mi propiedad, la que nadie me ha dado y que nadie me puede quitar; ella debió conservármela como yo la he conservado sus derechos con mi sangre. Plantea como raigal en toda sociedad un equilibrio entre derechos y deberes, cuya ruptura genera las malas pasiones individuales. Ellas gradualmente se van incrementando hasta abarcar la sociedad entera. Olvidar los deberes destruye la trama social: Hemos proclamado y peleado por la igualdad de derechos y nos hemos olvidado que la igualdad de deberes era antes; de ahí este desquicio funesto en todas nuestras cosas y este caos que amenaza la ruina de una sociedad joven y dispuesta a todos los progresos. Estos conceptos se encuentran de modo muy explícito en el Dogma Socialista, son enarbolados como bandera por la generación del 37 y vertebran la Constitución del 53.

Conclusión

Mi ponencia ha confrontado las dos novelas con el intento de iluminar aspectos de la sociedad argentina poscolonial, tales como rupturas, transformaciones, rechazos y continuidades. Ambas novelas confrontadas muestran una comunidad de motivos y submotivos, y una divergencia en su tematización: - Guerra de la Independencia. - Participación en combates. - Actitud de la sociedad ante la guerra. - Matrimonio convenido por los padres vs. matrimonio por amor. - Vieja generación española o influida por España vs. nuevas generaciones criollas. - Final desdichado vs. final feliz. María de Montiel presenta un mosaico variado de situaciones relativas al vínculo con España: las guerras de la Independencia, aspectos de la vida española anteriores o concomitantes; transformaciones en las relaciones sociales. Una noche de boda pretende ante todo una coherencia entre la libertad política, implícita en los combates del ejército, y el reclamo de libertad en la vida privada.

Estimo que, globalmente considerado el tema —sin olvidar la decisiva presión contextual de la sociedad decimonónica argentina— predomina en la obra de Mercedes Rosas una visión femenina del tema, con el foco en la vida familiar. En la narración de Cané, en cambio, prevalece la perspectiva masculina del pensador y político, interesado en la esfera pública donde actúa.

Bibliografía

Anderson, B (1993) Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica. Cané, Miguel [p.]. Una noche de boda . Edición crítica de Beatriz Curia (en preparación). s.p. La Plata, 27-30 de abril de 2010

DOMINGA MERCEDES ROSAS

Dominga Mecedes Rosas fotografía, Museo Histórico Saavedra

Mercedes Rosas

(01) Reseña biográfica. (03) Fuentes. (04) Artículos relacionados.

Reseña biográfica.

Dominga Mercedes Rozas, hermana de don Juan Manuel, nació en Buenos Aires en 1810, y el 3 de abril de 1834 casó con el doctor Miguel Rivera, en la iglesia de San Ignacio, actuando como testigos don León Ortiz de Rozas y doña Agustina López Osornio de Rozas.

Fue una mujer de vasta cultura, lectora de grandes poetas y novelistas. Se le atribuye la novela María de Montiel, que lleva la firma de M. Sasor, anagrama de su nombre, y que fue publicada en 1861, con una dedicatoria al doctor Luis J. de la Peña. El héroe de la novela es un oficial que cayó muerto en la batalla de Ayacucho.

Lucio V. Mansilla, al referirse al doctor Rivera y a su tía, escribe lo siguiente:

"Era mi tío de origen boliviano, descendiente del malhadado Atahualpa, muy moreno; su hermana Marcelina, ídem; y mi tía blanca y rubia, muy hermosa, lado por el que no brillaba la cuñada, asaz gorda".

Vivían en una casa de alto, sita en las actuales Alsina y Tacuarí, propiedad de don León y de doña Agustina.

Mercedes Rozas de Rivera murió repentinamente el 20 de mayo de 1870.

Fuentes:

- Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1972). - La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

Artículos relacionados:

- Apellido "de Rozas" - Agustina López Osornio de Rosas - Gervasio Rosas - Agustina Rosas de Mansilla - Prudencio Rosas - Juan Manuel de Rosas - Manuelita Rosas - La Confederación - El Restaurador de Las Leyes

Ver más biografías en el indice.

Fuente: www.lagazeta.com.ar

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María de Montiel: Novela contemporánea (1861) Paperback – June 1, 2010 by Mercedes Rosas de Rivera (Author) Be the first to review this item

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Aunque Mercedes Rosas de Rivera (1810-1870) fue una de las primeras novelistas argentinas significativas, tanto la autora como su obra han permanecido por largo tiempo al margen de los estudios literarios. Probablemente haya incidido sobre este silencio el hecho de que Mercedes fuera hermana de Juan Manuel de Rosas. Un amor apasionado, sometido a los vaivenes de las luchas por la independencia, vertebra la trama de Maria de Montiel. Sus paginas, en las que no estan ausentes el melodrama y los rasgos folletinescos, trazan un vivido cuadro de las costumbres y la vida domestica en Buenos Aires durante las primeras decadas del siglo XIX. En el volumen I se ofrece una edicion critica de la novela, con el texto modernizado segun pautas de la critica textual, estudio y notas, capaz de revelar el talento narrativo de su autora. El volumen II consiste en una edicion facsimilar, que permite conocer, al menos en parte, las caracteristicas materiales de la edicion de 1861.

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Dominga Mercedes Rosas's Timeline

1810
December 8, 1810
1843
1843
Buenos Aires, Argentina
1870
May 20, 1870
Age 59
Buenos Aires, Argentina
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