Javier Álvarez Susviela

Escribió su autobiografía en el "libro verde". Tuvo en 1837 una casa de consignaciones para el exterior. Fue Teniente de la Guardia Nacional. El 5 de Octubre de 1838 defendió la calle Portón (25 de Mayo) frente al ataque del Coronel Marcelino Sosa, siendo felicitado por el Presidente Manuel Oribe. En 1843, Javier Álvarez, su mujer, una hijita de ambos de dieciocho meses (Ana Isabel), dos criadas vascas, otra brasilera y una esclava conga, abandonaron montevideo y afrontando todos los peligros que aquellos tránsitos clandestinos acarreaban a quienes los intentaban en momentos tan dramáticos, se presentaron en el campo del Cerrito. Álvarez era un hombre de modales suaves, pero imperativos, un pater familias muy siglo XIX que mantiene bajo el más absoluto dominio a su mujer, seis años menor que él. Oribe recibe y reconoce de inmediato en el enérgico comerciante montevideano algo más que un simple talento mercantil, por eso pronto le admite en el círculo de sus allegados; será legislador en las cámaras del Cerrito, puntal financiero de su gobierno y personaje que poco a poco gana fama de sujeto respetable. En 1844 se embarcó a Buenos Aires a bordo de la Corbeta Uniao, junto con Carmen y Anita, donde permaneció hasta enero de 1845, en que se embarcaron (junto a Isabelita nacida en Buenos Aires) en la Corbeta Sete de Septembro con destino al Buceo y residieron en la quinta de Bernardo Susviela en el Miguelete. En 1845, estando en el campo sitiador, falleció su padre. En 1846 fue elegido Diputado por Durazno. En 1852 fue miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad de Accionistas para la construcción del Teatro Solís, siendo uno de sus principales impulsores. En 1857 fue elegido Diputado por Montevideo y en 1860 por Salto. En mayo de 1861 fue nombrado por el Gobierno, miembro de la Comisión de Exposición Nacional, para concurrir con los productos del país a la gran Exposición Internacional de Londres de 1862.