Lucio Vicente López Lozano

Lucio Vicente López (* Montevideo, 13 de diciembre de 1848 [1] - † Buenos Aires, 29 de diciembre de 1894 [2] [1] ) fue un escritor, periodista, abogado y político argentino. Hijo de Vicente Fidel López y nieto de Vicente López y Planes.

Contenido

1 Biografía

1.1 Actividad literaria y periodística

1.2 Actividad política

1.3 Duelo y muerte

2 Homenajes

3 Referencias

4 Fuentes

Biografía 

Actividad literaria y periodística
Se graduó en la Universidad de Buenos Aires en 1872.

Investigador de temas históricos y jurídicos, fue miembro de la Generación del '80. Poseedor de una sólida formación clásica caracterizó a la sociedad de su tiempo “beótica”, vislumbrando que la ferocidad de la pampa y su fácil riqueza probablemente determinarían imperfecciones políticas –a la manera de Beocia– y no una nueva Atenas, tal como la pujanza económica experimentada por el país a fines del siglo XIX parecía anunciar.

Lucio Vicente López fue columnista del diario El Progreso, fundado por Domingo Faustino Sarmiento tras su retiro de la vida política. Simpatizó en un principio con el gobierno de Miguel Juárez Celman, aunque fue consciente de un cambio en el sistema político conservador y de la necesidad de un pronunciamiento civil, materializado en la Revolución Radical de 1890.

Como escritor, fue autor de Don Polidoro (1881), Recuerdos de Viajes (1881) y La gran aldea (1884), novela escrita en formato de folletín que relata las transformaciones sufridas por Buenos Aires y sus habitantes tras la caída de Juan Manuel de Rosas.

Actividad política  

En cuanto a su desempeño político, fue Legislador y Diputado Nacional, ejerció el cargo de Ministro de Interior durante el gobierno de Luis Sáenz Peña, e Interventor Federal de la Provincia de Buenos Aires durante un breve período de 1893 a 1894. Durante su intervención, descubrió una maniobra de corrupción relacionada con la venta fraudulenta de tierras en el actual Partido de Chacabuco, en la Provincia de Buenos Aires por parte del coronel Carlos Sarmiento, secretario privado del Ministro de Guerra, el general Luis María Campos. Encargó el asunto al Ministro de Obras Públicas, Dr. Navarro Viola, quien solicitó una auditoría al Banco Hipotecario Nacional, la cual demostró que Sarmiento había vendido sus tierras sin cancelar el pago de la compra de las mismas, efectuada en un remate por parte del Estado Nacional en 1887, el cual debía hacerse subdividiendo los lotes, a vender a distintos compradores y no a un único oferente. Ante las irregularidades, la operación queda anulada mediante un decreto.

López resuelve promover una acusación criminal contra el coronel Sarmiento, quien enterado del asunto le envía una carta con términos claramente intimidatorios. La acusación fue promovida ante los Tribunales de la Capital Federal. Patrocinó al interventor el joven abogado Manuel Montes de Oca. Ante esta demanda el coronel Sarmiento enjuició al ministro por "jactancia" ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El máximo tribunal falló declarándose sin facultades para intervenir en el caso.

A esa altura de los acontecimientos el escándalo Sarmiento y las tierras de Chacabuco había tomado estado público, ocupando las primeras planas de los principales diarios porteños. En reiteradas ocasiones el coronel Sarmiento envió cartas en las cuales atacaba a los editores de los diarios por la excesiva cobertura del caso, quizá amparándose en el hecho de que los mandos militares y el mismísimo presidente Sáenz Peña preferían ignorar la grave acusación que pesaba en su contra. Tal fue el caso de La Nación que ante una de las cartas del acusado, le contesta:

Nosotros no solo publicamos lo que nos informan oficialmente; no inventamos nada. En todo caso la queja debe protestarse ante la intervención [por López].

El Ministro de Obras Públicas recibe el 17 de noviembre de 1893 de parte del comandante militar de Chacabuco, José Varona, un informe que recoge las quejas de los vecinos del partido:

[...] que el coronel Sarmiento ha vuelto de nuevo con atropellos y violencias. Además, les arrebata sus haciendas encerrándolas.

Navarro Viola contestó que tratándose de acciones o hechos privados eran los tribunales competentes quienes debían conocer eso para ajustarse a la justicia.

Lucio Vicente López deja su cargo en mayo de 1894. El proceso judicial sigue su curso y el coronel Sarmiento llega a Buenos Aires desde su puesto de mando en el alto Uruguay, y se presenta a las autoridades que requerían su presencia, ya que hacia siete meses que existía un auto de prisión contra él. Sin embargo no se lo detuvo por tratarse de un alto oficial en servicio. Pero el Dr. Alcorta, de los Tribunales de La Plata, si lo hace y lo remite detenido al Departamento de Policía donde permanecerá tres meses preso. Fue entonces que la Cámara Segunda de Apelación dicta sentencia en los asuntos hipotecarios del coronel Sarmiento, revocando el auto de prisión y ordenando la libertad del acusado.

Duelo y muerte  

Tras ser liberado, y luego de celebrar con sus adeptos, el coronel Sarmiento mediante una carta enviada al diario La Prensa, reta a un duelo a muerte a López. Éste era inexperto en el manejo de armas de fuego, pero en vista de preservar su honor al haber sido el promotor del proceso contra el militar, acepta.

Los padrinos son, por parte de López, Francisco Beazley y el general Lucio V. Mansilla, todos ellos miembros del Club del Progreso. El coronel Sarmiento hizo lo propio con el contra-almirante Daniel Soler y el general Francisco Bosch.

La cita es para el 28 de diciembre de 1894, por la mañana, en inmediaciones del antiguo Hipódromo de Belgrano (hoy Avenida Luis María Campos). A las 11:10 se lleva a cabo la primer cuenta de pasos reglamentaria y se producen dos disparos, resultando los contendientes ilesos. Minutos más tarde se repite el procedimiento, cayendo López víctima de un disparo en el abdomen por parte de Sarmiento.

Al ser retirado del escenario del duelo, estando consciente, murmura:

Es una injusticia, es una injusticia...

Es llevado a su casa en la Avenida Callao 1852. Allí es asistido por los doctores Padilla, Piñero, Centeno y Llobet. Experimenta una leve mejoría pero su estado es irreversible. La bala atravesó su hígado, intestinos y bazo. Al atardecer se acerca el padre O'Gorman para otorgarle el sacramento de la extremaunción.

Sus últimas palabras fueron las siguientes:

Voy a morir con la convicción de que he sido uno de los hombres mas honrados de mi país. He levantado resistencias... pero ellas no venían jamás del lado de los buenos.

El 29 de diciembre, a la 1:07 Lucio Vicente López deja de existir. La Nación publica ese día sobre su muerte:

"Es absurdo admitir que el funcionario deba responder ante la vindicta y no ante la ley. De lo contrario nadie podría ejercer la autoridad que se entrega para defender la sociedad, porque siempre estará expuesto a encontrar una susceptibilidad lastimada que lo llamase al terreno de las armas".

A su entierro en el Cementerio de la Recoleta asistieron cerca de dos mil personas. Hablaron sus amigos y allegados, Enrique Larreta y Miguel Cané. Este último lo recordaría con estas palabras, en una carta dirigida a Edmundo de Amicis:

Lucio ha muerto en un duelo por un hombre a quien vio por primera vez en el terreno y a quien como interventor había entregado a la justicia para su juzgamiento ¿Qué hizo de mal en batirse? Harto lo sabemos: Pero este hombre lo insultó gravemente y nuestro amigo cedió a la preocupación social".

Homenajes  

La localidad de Lucio V. López, en el Departamento Iriondo, Provincia de Santa Fe.