Micaela de Callejo y del Pumar

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About Micaela de Callejo y del Pumar

Cuando uno entra en la casa de la Marquesa de Masparro y Bocono, (actual sede del Palacio de Gobierno del Estado Barinas), no puede menos que imaginarse al Marques Don Jose Ignacio, caminando de arriba hacia abajo con todo su séquito y esclavos agitándole abanicos de pluma por esos anchos pasillos en donde hoy todavía existe el Patio Central. Justo a la entrada, cruzando hacia la derecha en la esquina del fondo, es donde estaba una bella Capilla, donde Micaela solía rezar el rosario todos los días y uno no puede sino contener las lagrimas de la tragedia que le estaba por venir a esta guapa mujer, siempre impecablemente vestida de negro, corsé bien ajustado a la cintura, con su cabello negro azabache deslizante entre su hermoso pecho desbordante, como capullos de flores a punto de brotar en primavera.

Rozagante, sensual, maja, primorosa y noble y de una vocación matriarcal indomable, ocupaba sus horas tejiendo encajes de bolillo, pero era a su esposo, al Sr. Marques de Masparro y Bocono, a quien le consagraba todo su tiempo.

La casa era amplia y fresca, y hasta donde el Marques se lo permitiría, recibiría alguna visita de amigos (as) personales que pasaban por la calle real que daba de frente a la fachada de la casa, que, a lo largo de un amplio parque con el gigante merecure en medio , esta miraba a través de la ventana de su Capilla donde rezaba fervorosamente, a la Iglesia de Nuestra Sra del Pilar, todavía hoy de pie frente a frente estas dos maravillosas edificaciones, custodiadas por la antigua Cárcel de Barinas, donde Paez dejaría huella en puerta para la Posteridad de sus famosos sablazos de machete, la noche de liberar a los presos con ayuda de "las Animas del Purgatorio", solo unos años mas adelante (1816).

La familia del Marques, una vez este fuese hecho preso por el General español Puig,y despojado de todos sus títulos nobiliarios y la mayoría de sus pertenencias, seria una de las tantas arruinadas por las guerras.

A través de todo el año de 1812, y hasta recién llegado el año de 1814, entraban y salían tropas realistas y patriotas, alternándose en la ciudad en juego alternativo de muerte y desolación, que comenzó a expandirse por todo el país desde ese mismo año en que se perdió la Primera República.

Hasta que una mañana, cuando todavía el sol no había aclarado la neblina del amanecer, entraron de nuevo triunfadores los soldados del Rey.

Otra vez se reunieron los mismos hombres que, vestidos de negro, en la gran sala de ladrillos rojos, con enormes puertas y ventanas, poblada de grandes butacas en lineas paralelas, con asientos de raso color carmesí, y patas de garras de león, firmaron a favor de la Independencia.

En esta oportunidad tenían caras de tristeza, y ojos de susto encendido en la mirada de angustia. En el gran sillón del Presidente del Cabildo, se sentó un hombre alto, blanco y cetrino, con la casaca de general español, abrochada con larga botonadura de bronce, hasta el cuello de laureles, bordados en hilo de oro. Con voz gruesa y tono de regaño fue llamando uno por uno a los señores del pueblo para que rectificaran en su presencia la posición de rebeldía que habían mantenido y firmaran una carta para su Majestad, jurando de nuevo fidelidad y arrepentimiento.

Los hombres sentados en las butacas negras se iban parando por turno, silenciosos, inmutables, entre el silencio interrumpido solo por la respiración agitada de las de los demás. Y el eco del silbido de las eses del Discurso del General, todavía rebotando en las gruesas paredes de calicanto.

Todos firmaron y volvieron a sus asientos cual posición fúnebre, pero cuando le correspondió ponerse de pie, el Sr. Marques elevo su cuerpo enteco y la cabeza blanca con 76 años de existencia, y en un gesto de energía insospechado fue hablando sin poder contenerse: << Señor General; Jose Ignacio del Pumar, Caballero de la Real Orden de Carlos III, Alferez Real de Barinas, Alcalde Ordinario Teniente de Gobernador y Justicia Mayor, Administrador de la Renta del Tabaco y del Añil, Marques de Las Riberas del Bocono y Masparro, Vizconde del Pumar, no rectifica después de haber tomado una decisión , porque nació con una sola palabra, que SI se compromete, TIENE que cumplirse ! .. CARAJOS !!! >>

Entonces el silencio se transformo en pánico , en la mirada azorada de los presentes, mientras contestaba el General Puig: << Señor Marques y Vizconde del Pumar, con toda la consideración que le otorgan sus títulos, queda bajo arresto, y por decreto especial, sus bienes serán confiscados. No podrá disponer de nada, sin mi previa autorización. >>

Dio por terminada la reunión, se levanto violentamente y salio del Salón.

Cuando también lo hicieron los hombres de negro, sobrecojidos de temor, por la puerta grande de la gran sala, dos granaderos de custodia acompañaban calle arriba y por el medio, al Sr Marques de Bocono.

A la mañana siguiente, la diligencia tirada por cuatro corceles negros, estaba parada enfrente de la residencia del Marques, para llevárselo a Puerto Cabello via Guanare. En una mañana lluviosa y con un llanto inconsolable, se confunden las lagrimas de Doña Micaela con los ríos de agua que caían del cielo. Con gesto inamovible e impertérrito, sin mover las enormes cejas talladas en su cara sin emoción, se despidió el Marques de su familia, asomándose por la ventanilla de la berlina que lo transportaba, para ver por ultima vez a su querida esposa, quien vestía toda de negro, con un corsé bien apretado a su escultural torso, y largo chaola de bordados finos también negro, colgando de sus hombros, dejando ver al trasluz su encantadora y elegante silueta. De su largo y blanco cuello, pendía un rosario con un Cristo tallado en madera, y su preciosa cabellera negra hacia contraste con su piel tersa color leche, todavía mostrando la lozanía de la juventud en ella.

Referencias:

1. [S392] Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida, Roberto Picón Parra, (Caracas, Distrito Federal, Venezuela: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. "Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela", 1988.), Tomo 3: 417, 424. (Confiabilidad: 3). Los Primeros Moradores (1560-1600). Bajo el común denominador de «i»"Primeros moradores" «/i»hemos agrupado en esta sección todas aquellas personas de quienes tenemos noticias que «i»"moraron"«/i» en Mérida entre los años de 1560 y 1600, ya fueran simplemente «i»"estantes"«/i», residentes, vecinos o soldados «i»"extravagantes"«/i». Fray Pedro Simón nos informa que cuando desembarcó el Tirano Aguirre en Borburata «i»"todos los vecinos y soldados de la ciudad de Mérida"«/i» se ofrecieron al servicio del Rey, anotando de paso la siguiente observación: «i»"Y hago esta distinción por la que en estas tierras se usa, DE LLAMAR VECINOS DE LOS PUEBLOS SOLO A AQUELLOS QUE TIENEN ENCOMIENDAS DE INDIOS, Y A TODOS LOS DEMAS, PASAJEROS O AVECINDADOS, LLAMAN SOLDADOS".«/i»

[S20] Próceres trujillanos: Obra dedicada a la antigua provincia trujillana, Vicente Dávila, (Caracas: Imprenta Nacional, 1971), LAT AM 987.13 D3., Página: 330 (Confiabilidad: 3).

texto por P.L. Baldo

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Micaela de Callejo y del Pumar's Timeline

1778
1778
Barinas, Barinas, Barinas, Venezuela (Venezuela, Bolivarian Republic of)
1782
1782
1789
1789
Barinas, Barinas, Barinas, Venezuela (Venezuela, Bolivarian Republic of)
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Barinas, Venezuela (Venezuela, Bolivarian Republic of)
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